Opinión Nacional

La oferta de un Parlamento rojo

Algunos oficialistas desde las alturas de su poder y de su oceánico miedo por perderlo, acusan a los candidatos de la Unidad Democrática para el 26S, de que una victoria que les dé la mayoría en esa Cámara a los «enemigos» de Chávez daría al traste con este y con las «conquistas de la revolución». Es obvio que si la oposición se hace con la mayoría de la AN se produciría una necesaria y radical rectificación del rumbo antidemocrático, despótico, antinacional y regresivo al que nos conduce sin remedio la propuesta neocomunista del chavismo. En cuanto a las «conquistas de la revolución», causa hilaridad, desde su lado trágico , claro está, el que puedan llamar conquistas a la destrucción sistemática de lo que antes había, no edifiquen nada nuevo para remplazarlo y encima para engalanarse, hayan demolido todo rasgo de institucionalidad, se persiga la libertad de expresión y sindical, la propiedad, a productores, campesinos y comerciantes, aplastando con la cárcel o el exilio a las personas con opiniones contrarias a las de un caudillo desfasado y cínico, y en general, hayan hundido el país a través de la práctica del odio e instaurado este irrespirable clima de desconfianza en el que nos encontramos, atrapados en peligrosos y profundos desencuentros entre venezolanos. Esta ha sido la práctica real de las «conquistas de la revolución», haciendo la advertencia de que esta lista es un esbozo. Sería imposible plasmar aquí la longitud de los desmanes del inmenso daño a la nación de la barbarie «roja, rojita».

Por otra parte, también señalan que los candidatos de la Unidad Democrática no tienen agenda legislativa, que su propósito es subversivo y lo que buscan es tumbar a Chávez. Tal cosa es falsa, la agenda legislativa existe, lo que está cantado en sus primeras medidas de ser la mayoría, tienen una relación vital con el rescate de la Constitución, especialmente lo que tiene que ver con la separación de poderes, como también la de bajarle de una vez por todas el copete al autócrata mentiroso y esperar por el 2012, cuando sería más fácil vencerle si es derrotado en las parlamentarias.

Lo que sí se avizora sin esguinces, es que una mayoría roja de nuevo en la Cámara no garantiza otra cosa que jalabolismo genuflexo y reptil al caudillo, sin novedades en el grado de sumisión y vergüenza, muy cercano a las focas de las que estamos asqueados y cuya indignidad asombraría al mismísimo general Gómez. Los felicitadores se revolcarían en el mismo deshonor de sus antecesores, complaciendo toda iniciativa presidencial, materializando, en un festival de aletas alzadas, la entrega del patrimonio de la nación a los «me da la gana» de Chávez; homologando leyes para defenestrar y traicionar a la democracia, perseguir a la disidencia democrática y consolidar el poder dictatorial y el control sobre la ciudadanía del tirano.

El cuadro descrito se vería aún mucho más intensificado en infortunios, si las focas de Chávez y el guión que ya les puso en sus manos se logran imponer en la Asamblea. El 26S hay que ir a la cita sin excusas, de hacerlo en masa, le daremos la mayor de las sorpresas de sus vidas.

 

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