La oportunidad del 26
Estoy convencida de que aunque ayudan, dando estructura a la oposición contra el gobierno de Chávez, los partidos políticos no son el signo de los tiempos para instrumentar la reacción ciudadana frente al problema de la violencia, de la inseguridad, de la pobreza. Entiendo el inmenso esfuerzo que hacen muchos de sus líderes, sobre todos los más jóvenes y esperanzados para reunirse con la gente y tratar de convencerles de que voten por ellos, apelando a lo que ya conocen: las inmensas carencias del pueblo venezolano. Y sé que estos líderes no pueden ver el bosque porque para ellos el todo es el 26 de septiembre y la posibilidad de entrar de nuevo en el campo de batalla de la Asamblea Nacional, un perfecto medio protegido para convertirse en el gran conductor que todos quieren ser.
Pero el bosque en el cual debemos preparar una victoria, el bosque en el que intentan dejarnos perdidos para siempre, es el enredijo de leyes “revolucionarias” y la avanzada violenta de los grupos de choque que defenderán el estatus quo, aunque sepan que no tienen razón y precisamente por eso, violentan los principios de la democracia representativa a la que se juega en este país . Todos sabemos que el gobierno se ríe de los principios a los cuales se aferran los partidos que se denominan democráticos y los pobladores del país que se llaman a sí mismos ciudadanos y que invocando el signo de la dominación no entienden de igualdades y balance.
Ya hemos visto las muestras en apenas dos días de iniciada la campaña electoral. Será difícil imponer respeto desde la altura de las instituciones, porque en Venezuela precisamente carecen de ella. Pero aún peor, el deterioro de los servicios, el desborde de la criminalidad, el alza de los precios está imponiendo un ritmo de sacudidas y síncopes, de estertores callejeros cuya expresión más clara es la alta mortalidad y las carencias súbitas contra las que no hay defensa. El régimen entiende que no puede hacer otra cosa que conservar lo que tiene al precio que sea y por eso prepara, por ejemplo, una ley para hacer a un lado el mecanismo parlamentario como lo conocemos, se hace con todos los bancos, se une a todos los regímenes que le puedan facilitar una alternativa a un corte de suministros violento por parte del hemisferio occidental y afinca su propaganda de que si le quitan el poder, habrá mas violencia todavía.
Frente a esto, la firmeza y la calma son armas inigualables. Tanto pasará el 26 de septiembre, como pasó la convocatoria a firmar contra Chávez, actos llenos de gran ilusión, pero cuyos resultados, buenos o malos según nuestra óptica no nos pueden hacer desviar , debido a una gran alegría o a un gran desengaño, de una determinada resolución de hacer de este un país civilizado y sano. El 26 y lo que venga son solamente oportunidades. También hay oportunidades cada día en el frente que todos tenemos de manera particular, para no bajar la cabeza ni arrastrarse, para hacerse respetar y para entender la importancia de lo colectivo, en este tiempo de tanto yo.
No es muy popular no cantar desde ahora victoria en las parlamentarias, ni hacer un artículo sin insultar al Presidente, tampoco decir que la victoria no vendrá forzosamente de las acciones de un frente de unidad de partidos , pero sé que la alarma que el chavismo muestra hoy viene de las señales de la unión masiva del pueblo en el rechazo a sus políticas pervertidas. Ellos ven lo que nosotros no. Empecemos a vernos unos a otros juntos en la unión contra el mal gobierno. Démosle la mano a los partidos para que hagan su parte, pero no comentamos el error de creer que lograrán algo mas que articular la legalidad institucional cuando haya pasado el tiempo de esta revolución fingida. El trabajo de convertir a Venezuela en un país digno es largo y forzado, apenas empieza.