Opinión Nacional

La palabra

PRESIDENTA

Ha venido circulando por INTERNET un artículo según el cual la palabra “presidente” no tiene femenino, y por tanto cuando una mujer ejerce la presidencia de algo debe llamársela “la presidente”, y no “la presidenta”. Lo cual es una falacia, y contraría la costumbre cada vez mayor de decir “presidenta”. Lo más curioso y deleznable, por decir lo menos, es el argumento que se emplea para tratar de demostrar aquella equivocada afirmación.

Se dice allí, en efecto, que “presidente” carece de femenino porque es participio activo del verbo presidir. En realidad, “presidente” proviene del antiguo participio activo del verbo “presidire”, en Latín, “praesidens, entis”. El DRAE define muy bien dicho vocablo: “presidente. (Del ant. part. act. de presidir; lat. praesĭdens, -entis). 1. adj. Que preside. 2. com. Persona que preside. 3. com. Cabeza o superior de un gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, etc. 4. com. En los regímenes republicanos, jefe del Estado normalmente elegido por un plazo fijo (…)”.

Obsérvese que en la primera acepción “presiden te” es adjetivo, y en las demás es sustantivo. Tal ocurre con todos los antiguos participios activos de los verbos, que son sustantivos y adjetivos, es decir, que se comportan unas veces como sustantivos y otras como adjetivos. Ahora bien, al ser sustantivos o adjetivos caen dentro de la norma relativa al género de las palabras, y son, por lo tanto, masculinos o femeninos.

Lo que ocurre con “presidente”, y que el autor del artículo de INTERNET parece olvidar o desconocer, es que por su terminación en el sufijo “-ente” el vocablo se presta para que se le use invariablemente para el masculino y para el femenino. En efecto, la mayoría de los adjetivos/sustantivos terminados en “-ente” o en “-ante” (que corresponde a los antiguos participios activos de los verbos terminados en “–ar”: cantante, practicante, hablante, amante…) pertenecen al género común, y se usan sin variación para el masculino y para el femenino. Pero en el caso de “presidente” la tendencia general ha sido la de usar la forma femenina, paralelamente a la masculina, y así se ha consolidado. Casi todos los diccionarios admiten las dos formas: “presidente” y “presidenta”.

CURUCUTEAR</b<

El verbo “curucutear”, muy venezolano, ha venido cayendo en desuso, lo cual es lamentable, porque es un vocablo de una gran expresividad y de un evidente sabor criollo.

El DRAE da de esta palabra una definición muy escueta, marcándola como venezolanismo: “Hurgar en cosas propias o ajenas”. El Diccionario de uso del español de América y España VOX lo registra como propio también de Colombia, y definido con un poco más de amplitud: “Registrar o revisar, generalmente por curiosidad, objetos personales propios o de otras personas, o los lugares donde estos se guardan”.

El Diccionario de americanismos de Marcos A. Morínigo da una definición bastante extraña. La atribuye también a Colombia y Venezuela, y ofrece dos acepciones: la primera es la ya conocida: “Registrar”, pero la segunda, supuestamente venezolana, nos resulta desconocida: “Mudar de sitio los trastos”.

El Diccionario de venezolanismos de M. J. Tejera et al. trae la siguiente definición: “1. Registrar, rebuscar algo generalmente dentro de algún mueble, revolviéndolo todo. 2. And. Escarbar las gallinas la tierra”. Por su parte, el Diccionario del español actual, de R. Núñez y F. J. Pérez, es un poco más explícito: “Registrar o revisar, generalmente por curiosidad, objetos personales propios o de otra persona, o los lugares donde estos se guardan. 2. And. Or. Coloq. Indagar o averiguar la vida de los demás. 3. Coloq. Realizar ciertas acciones propias de la gallina, como por ej. escarbar la tierra o ir de un lado a otro buscando nido para sus huevos”.

Sobre el origen de la palabra el profesor Ángel Rosenblat, en su Buenas y malas palabras, ofrece una hipótesis que luce como muy completa y confiable. Él se remite a la costumbre de los gallos y las gallinas de escarbar en la tierra buscando alimentos. Según él, la forma original es cucurutear. Dice al respecto: “Sin duda cucurutear se aplicó primeramente a la actitud del gallo o la gallina que anda picoteando en el suelo en busca de granos u otros alimentos y llama con su cucuruteo a las gallinas y pollitos (…) Todavía hoy en algunas partes de los Andes venezolanos se dice que las gallinas y palomas andan curucuteando cuando escarban en el suelo haciendo ¡cucurucú, cucurucú”.

AVIESO

Es curioso el caso del adjetivo “avieso”, palabra vieja del Castellano, datada a partir de la primera mitad del siglo XIII, de la cual el DRAE registra cinco acepciones, de ellas tres anticuadas y en desuso: “1. adj. Torcido, fuera de regla. 2. adj. Malo o mal inclinado. 3. m. ant. Maldad, delito. 4. m. ant. extravío (‖ acción y efecto de extraviar o extraviarse). en avieso. 1. loc. adv. ant. aviesamente. 2. loc. adv. ant. de través”. El Diccionario CLAVE suprime estas acepciones anticuadas: “avieso. Malo o de malas inclinaciones: Me asusté cuando me enteré de sus malas intenciones”.

Lo mismo hace el Diccionario de uso del español de América y España VOX: “Que es malintencionado o perverso: Una aviesa estrategia; Protestamos indignados contra la comisión de los delitos y contra la intención aviesa de cargárnoslos en cuenta; Celia era el soldado mayor, el más avieso e intrépido, el más bello también”. Igualmente en el Diccionario del español actual, de M. Seco, O. Andrés y G. Ramos: “1. Maligno o malvado. También nombre referido a persona (…) Las ancianas danesas, paseando sus perritos resultan simpáticas. No faltará algún avieso que dé mala interpretación a estas amistades (…) El padre había intentado corregir la índole aviesa de los dos mancebos e inculcarles los nobles y honestos principios del honor, la virtud”. Igualmente el Diccionario Anaya de la Lengua: “Se aplica a la persona que es perversa o tiene malas intenciones”.

Como puede observarse, “avieso”, de contenido despectivo, se aplica generalmente a personas, y como tal puede ejercer funciones de sustantivo (sustantivación): “Quién sabe lo que un avieso pensará de todo esto”. Pero es común también usar dicha palabra para calificar algo. En este sentido se emplea mucho para referirse a las intenciones de alguien: “Las aviesas intenciones de ese señor no podrán imponerse”; “Ese tipo no puede ocultar sus aviesas intenciones”; “Si algo salta a la vista es lo avieso de sus intenciones”.

“Avieso”, que es palabra culta, proviene del latino “aversus”, que significa “apartado”, “opuesto”, “trasero”. Según Corominas, antiguamente significó en Castellano y Portugués “torcido, extraviado” y “opuesto a lo que debe ser”.

CURRUTACO

Varios lectores desean saber el significado de la palabra “currutaco”. Por razones obvias, es palabra que se presta al juego lingüístico y a la burla. De mi infancia recuerdo que a un compañero de escuela muy pequeño y gordo, le decíamos “Currutaco, taco, taco”, lo que lo hacía enfurecer.

El DRAE registra dos acepciones de “currutaco”: “1. Muy afectado en el uso riguroso de las modas. 2. f. El Salv. diarrea”. La segunda marcada como salvadorismo. Este diccionario la da, además, como coloquial, pero no como despectiva. En cambio, el Diccionario CLAVE sí la da como tal.

El Diccionario de uso del español de América y España VOX agrega la definición de sujeto “Que es muy pequeño e insignificante”, la cual concuerda con una de las acepciones que la palabra tiene en Venezuela, según el ejemplo arriba citado: “Fulano es un currutaco simpático y dicharachero”. Incluso no es inusitado emplear la palabra en diminutivo: “currutaquito”.

El Diccionario de venezolanismos de M. J. Tejera et al define “currutaco” como “(…) persona de pequeña estatura y a veces rechoncha”, y agrega que en Táchira se emplea también con el valor de “Niño, muchacho”.

Por su parte, el Diccionario del habla actual de Venezuela, de R. Núñez y F. J. Pérez, registra las siguientes acepciones: “1. Coloq. Persona o animal grueso y de baja estatura. /2 coloq. Objeto, como por ejemplo una silla, de poca altura. /3. And. Coloq. Niño o muchacho muy joven.

La primera de estas acepciones es la misma que recoge don Lisandro Alvarado en su Glosarios del bajo español de Venezuela (Primera parte. Acepciones especiales): “Currutaco: Rechoncho, persona gruesa y pequeña”, y agrega que así se usa también en Chile. Y es igualmente la que hallamos en el Libro raro, de Gonzalo Picón Febres: “Es voz de empleo universal ‘en todo este territorio de la República’. (…). Tiene el significado de rechoncho o de retaco, o sea hombre muy gordo y muy pequeño. Son muy pocas las personas que saben que currutaco es el hombre sumamente afectado en el riguroso uso de las modas. El currutaco venezolano se parece mucho al bamboche de la Academia Española”.

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