Opinión Nacional

La parada de Exxon

Con Pdvsa embargada, la deuda pública multiplicada, la República aislada, el riesgo-país elevado y la soberanía comprometida, sólo falta que nos invada Aruba. No hay derecho a semejante debilidad.

Venezuela se ha debilitado interna e internacionalmente por obra y gracia de la «revolución bolivarista». Porque una cosa es el ruido mediático del señor Chávez alrededor de medio mundo y su política de subsidios político-petroleros, y otra muy distinta es la progresiva pérdida de fortaleza constructiva de nuestro país, en la Comunidad Andina, en América Latina, en el Hemisferio Occidental y en el planeta tierra.

Comenzando por Pdvsa, que de ser considerada la segunda corporación petrolera más importante del mundo, ya está al nivel de la estatal argelina o nigeriana. ¿Y eso no es menos poder, es decir, menos capacidad de acción, es decir, menos soberanía?

Endeudada hasta los tequeteques para poder satisfacer los delirios de grandeza del señor Chávez, Pdvsa ni siquiera puede cumplir con la cuota de la OPEP, y ahorita mismo cuando el ministro Rafael Ramírez y su jefe andan despotricando de la Exxon-Mobil, también le andan pidiendo cacao a la Chevron-Texaco, amén de la British Petroleum o la Total francesa para que aumenten la producción en la Faja del Orinoco.

La «revolución» parla mucho de soberanía pero ha multiplicado la deuda pública externa por 2, y la deuda pública interna por 20. Esa inmensa irresponsabilidad, que sí en verdad raya con el concepto de traición a la patria, ha ocurrido en medio de una bonanza internacional de los precios petroleros.

Que si no fuera porque el barril venezolano está en las nubes de los 80 dólares, cortesía del capitalismo mundial, en nuestro país se estaría padeciendo una crisis humanitaria de hambruna y endemia que se acercaría a la tragedia sudanesa de Darfur.

Somos más débiles porque producimos menos e importamos más. Pero no un poquito más, sino que la importación de alimentos se duplicó entre el 2000 y el 2007, y buena parte de los productos de la comida diaria de los 27 millones y medio de venezolanos vienen importados del Imperio mismo. ¿Y qué se hizo, entonces, la soberanía alimentaría? ¿Dónde se metió el «desarrollo endógeno?

Un país cuyos establecimientos industriales han pasado de más de 11 mil a 7 mil quinientos, ¿es más o menos fuerte? Un país que ha disminuido la frontera agrícola y el rebaño pecuario, ¿es más o menos fuerte? Un país donde las nuevas inversiones extranjeras son casi nulas por causa de la desconfianza máxima en su gobierno, ¿es más o menos fuerte?

Una nación en la que rebrotan epidemias que habían sido controladas hace 50 años, ¿es más o menos fuerte? Una nación en la que buena parte de su sector profesional ha pensado en emigrar, ¿es más o menos fuerte?

Ciertamente, la agresión de la Exxon-Mobil dará pie a Chávez para repotenciar su discurso nacionalista y soberanista. Pero el examen de los hechos evidencia que Venezuela es hoy más dependiente que nunca de la burbuja petrolera, y eso la hace más débil y vulnerable a los embates de la globalización.

Por ese camino el día menos pensado nos harán una colonia, pero no de una potencia imperial sino de cualquier insula antillana. De allí que Exxon se tire esa parada contra nuestro país.

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