Opinión Nacional

La peliaguda cuestión del aborto

El aborto es la interrupción del embarazo y expulsión del útero de la madre del embrión o feto en desarrollo. Éste puede ser ocasionado por causas naturales (y se le denomina aborto espontáneo) o ser deliberadamente o accidentalmente provocado por la propia madre o por otra u otras personas distintas a ella, a través de una variedad de métodos que van desde traumáticos, hasta intervenciones rudimentarias o “artesanales” o sofisticadamente clínicas. Al óvulo fecundado se le denomina embrión, desde el momento de la concepción (cuando éste es penetrado por un espermatozoide) y hasta el final de la octava semana de embarazo cuando comienza a denominársele feto al poder distinguirse en éste distintivas características humanas—aunque en promedio apenas pesa un gramo y tiene sólo 1,6 centímetros de largo.

Cualquiera sea el caso; el aborto, conlleva profundas implicaciones morales, éticas, de salud (física y mental), legales y sociales, sobre las cuales existen tan profundas divergencias, que ni siquiera una sola de las muchas culturas humanas que existen, ha logrado alcanzar un consenso que satisfaga a todos sus miembros adultos.

Los abortos espontáneos o naturales pueden ocurrir; entre otras razones, debido a problemas genéticos mortales del embrión o feto—y comúnmente no relacionados con la madre—o como consecuencia de infección, factores hormonales y hasta respuestas inmunológicas de la madre. Algunas condiciones de salud de la madre como ser mayor de 35 años de edad, poseer alguna enfermedad relacionada con la glándula tiroides, o ser diabética, conducen a un riesgo mayor de un aborto espontáneo.

Eventos traumáticos; como un accidente automovilístico, una caída a lo largo de una escalera—y agresiones físicas contra una mujer embarazada, también pueden ocasionar el aborto.

Existe evidencia histórica escrita de que desde tiempos anteriores a la Edad Media (siglos quinto al décimo sexto de la era actual), el aborto era practicado en algunas culturas mediante métodos sumamente crudos que incluían el uso de objetos puntiagudos, hierbas venenosas, presión abdominal, ejercicios especiales y otras crudas técnicas.

En la actualidad, algunas culturas, permiten que personal médico debidamente entrenado practique abortos mediante métodos clínicos legalmente aprobados; como por ejemplo, el uso de la denominada píldora abortiva, también conocida como RU486, Mifrepristone, Misoprostol, aborto no-quirúrgico y aborto medicinal. Otros métodos médica y legalmente aprobados—en algunas culturas—incluyen la aspiración de vacío, y la dilatación y evacuación. El método usado depende de la decisión de la madre (o de sus padres, o representantes), las condiciones de salud física y mental de la madre, y del tiempo de embarazo, y puede o no incluir el uso de medicamentos anestésicos locales.

Todo aborto lleva consigo riesgos de efectos secundarios que varían desde calambres, náuseas, y diarrea, hasta hemorragia e infección, que de no ser atendidos a tiempo por personal médico pueden conducir a consecuencias graves que pueden incluir hasta la muerte de la madre. El aborto implica muy difíciles cuestiones filosóficas, éticas y morales, como: ¿A partir de cuál momento el embrión es un ser humano, y en consecuencia un ciudadano titular de muchos derechos; desde los muy importantes e incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, hasta otros más mundanos, pero no menos importantes como el derecho a heredar bienes—y cuestiones sociales igualmente muy difíciles, pero lamentablemente muy comunes, como los embarazos producto de relaciones incestuosas, de violaciones, el embarazo precoz (de niñas adolescentes), el riesgo de la madre de morir si el embarazo no es interrumpido—y el no menos importante derecho de toda mujer adulta, a tomar las decisiones que ella considere más apropiadas para su presente y futuro en relación con su embarazo—que de culminar en un exitoso alumbramiento, le acarreará ineludibles responsabilidades maternales, familiares, sociales, legales y económicas, durante décadas.

Por todas esas peliagudas cuestiones que rodean al aborto; los seres humanos actuales deberían asumir sus posiciones personales al respecto, basándose en los más recientes hechos científicos comprobados.

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