Opinión Nacional

La pelota de letras

El humor es un idioma universal que a veces tiene sus zonas oscuras para los traductores. Hay expresiones que no pueden ser entendidas del todo por cada oyente. Frases que encierran tradiciones y contextos que difícilmente pueden ser comprendidas por quien no participa de determinada cultura.

Por eso, no es extraño que cuando observamos un espectáculo, la reacción del público no sea unánime. También en la recepción del mensaje influye la historia personal. A lo mejor cuando a alguien le hablan de una comida que se quiere presentar como el más suculento de los platos y acompañante del más grato de los momentos, al recordarla pueda significar casi una tortura porque sus papilas siempre se rebelaron contra ella.

Hacer reír, siempre se ha dicho, es más difícil que hacer llorar. No estoy tan seguro de esto. Pero lo cierto es que emocionar al espectador sigue siendo un milagro. Si no, encienda una de estas noches algunas de las decenas de telenovelas que transmite el cable y déjese llevar por los parlamentos y gestos de los actores y verá cómo la gran mayoría los deja fríos. No vamos a hablar de las mises y misters que no logran traspasar sus curvas y sus músculos, sino también de los acartonamientos y tópicos de muchos que parecieran un holograma eterno por repetir sus actuaciones.

Andrés López, tomando en cuenta todo lo anterior, es un verdadero milagro para el humor. Colombiano, con estudios en antropología y matemáticas, ha logrado ensamblar un espectáculo bautizado “La pelota de letras” que resulta ser una experiencia agotadora. Con una gracia infinita que no deja de estar acompañada de un desempeño físico que habla de un disciplinado entrenamiento (a pesar de la barriga que muestra en algún momento), logra introducir al espectador en una atmósfera de risa que lo deja exhausto.

Este genial treintón se pasea por todas las generaciones del siglo XX y lo que va del XXI para dibujar la vida cotidiana de la familia colombiana. Pero su perspicacia llega a identificar las coincidencias del arquetipo de la familia de clase que media latinoamericana. Con una elegancia que huye de la ramplona chabacanería al uso de tanto payaso mediocre (voluntario o gobernante) desgrana chistes, situaciones, costumbres y frases que muestran el día a día de quienes convivimos en este extremo occidente.

Y es de agradecer, también, que pueda entretener tanto sin hacer mención alguna a la situación política colombiana. Que no caiga en la fácil burla de los políticos y de la política: repetitivo esquema de quien no mira más allá de los titulares de prensa y que ha dado tanto pasto a la antipolítica.

Uno de los blancos predilectos del show es la progenitora de sus días. A ella dedica Andrés buena parte de las imitaciones que hace. Pero la doña no parece molestarse porque la mamadera de gallo es una de sus ocupaciones favoritas. En su programa de radio bogotano, López permite que su mamá eche broma y muestre de dónde ha sacado esa chispa que alegra la vida de quienes lo conocen.

Este verdadero artista, que no necesita de más escenografia que una banqueta y de más vestuario que unos bluyines rotos, una ajada franela blanca y una estrecha chaqueta roja, nos ha llegado por los caminos verdes de la piratería. A pesar de que su DVD (“Libilibili” para algunos cincuentones) comienza con un sermón contra quienes vemos copias piratas. Pero su espectáculo no lo hubiésemos visto si no fuera por los quemadores ilegales. Por uno de esos misterios del comercio binacional, en Venezuela nadie ha distribuido de manera legal “La pelota de letras”.

Es una lástima que no le llegue a Andrés López el porcentaje merecido por la venta de su DVD, pero si de algo le sirve, he escrito estas líneas con el ánimo de que sea más conocido y de que los lectores que no han disfrutado de su arte, lo compren de manera legal. (Algún empresario colombo-venezolano debería avisparse y poner a la venta –con la publicidad pertinente- una edición original de “La pelota de letras” y de otros espectáculos del cómico y hacer realidad la intangible integración latinoamericana).

Al enguayabao Andrés que continúe con su éxito que ha paseado por Europa y América. Y que pronto nos entregue otro show, porque ya ese DVD pirata lo tengo rayao de tanto verlo.

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