Opinión Nacional

La pólemica sobre el socialismo en Venezuela

En la Venezuela chavista se ha vuelto a hablar de socialismo y de marxismo, y, sobre todo de algo que no existe en la teoría política, El socialismo del siglo XXI, a lo cual ya nos hemos referido más de una vez, sobre todo en base en la definición del mismo ofrecida por la historiadora Mararita López Maya, recogida por Michelle Roche Rodríguez en su Album de familia(2013). Esto sería asunto largo e interesante de analizar pero no es nuestro tema en esta columna. Sólo queremos recomendar una cosa: hoy en día el socialismo fue vencido, cayó, es historia. No puede ser revivido. Sólo los dinosaurios marxistas, esos viejitos de pelo blanco, personas derrotadas, tanto que ni siquiera logaron llegar nunca ni a ser diputados en lo que ellos denominan erróneamente la “Cuarta República”, esos que siguieron a Chávez y aparecen en el Canal Sur o en Venezolana de Televisión o en Vive TV, son los que esperan que la noticia de la caída del Muro de Berlín(noviembre 10,1989) sea rectificada. Ello es imposible. El devenir no es hacia atrás sino hacia adelante. Pero pese a ello la única forma de rebatir a estos matusalenes es volviendo a estudiar, lo que nosotros recomendamos, a todo el movimiento socialista, que se inició en Francia con las ideas de Gracchus Babeuf(1706-1797) y en la llamada “Conspiración de los iguales”, en 1796, en plena Revolución Francesa, tras la caída de los Jacobinos.

¿Quién era este hombre?. Así nos lo pinta Stefan Zweig(1881-1942): “un verdadero republicano…que se llama asi mismo Graco Babeuf. Tiene un corazón desbordante y una inteligencia mediocre. Proletario de las entrañas del pueblo, antiguo agrimensor e impresor, tiene pocas y primitivas ideas; pero estas las alimenta con pasión varonil y las enardece con el fuego de la verdadera convicción republicana y social. Los republicanos burgueses y hasta el mismo Robespierre habían eludido con cautela las ideas socialistas y a veces comunistas de Marat sobre la nivelación de la propiedad…Babeuf recoge las ideas de Marat, olvidades y reprimidas, las aviva con su aliento y las lleva como antorcha por los barrios proletarios de París…hombre honrado, puro, de buena fe, maravillosamente íntegro…Babeuf…que orgullosamentye se titula Graco y tribuno del pueblo…pronto será detenido…y no tardarán en fusilarle en el patio de un cuartel”. Y ello, por haber caído Babeuf bajo la influencia de aquel demonio llamado José Fouche(1759-1820).

Babeuf murió pero no sus ideas, aunque estas quedaron rezagadas. Y sus ideas, propiamente socialistas, no se empezaron a conocer hasta 1828, en un relato publicado en Bruselas por Philippe-Michel Bounarroti(1761-1837): La Conspiration pour l’egalite, esta obra fue considerada un “manual de revolucionarios” durante las jornadas de la revolución parisina de 1830. En 1838 apareció aquel ideario en inglés, gracias a la traducción de de Bronterre O’Brien: Bournnarooti’s history of Babaeuf Conspirancy. Y de allí hasta 1884 con la obra de Victorie Advielle, Historie de Grachus Babeuf et du babouvism, que según el profesor Cole es “el mejor relato todavía”. Entre los años de 1828 y 1838 las ideas de Babeuf reaparecieron como obra a seguir durante la Revolución de 1848. Fue con Babeuf con quien empezó todo: el fue el fundador del socialismo. En 1834 la expresión fue utilizada en Inglaterra para referirse a las iniciativas de Robert Owen(1771-1858); en 1848 en Francia para denominar las tareas de Louis Blanc(1811-1882) en los “Talleres nacionales”. Eso que se denominó el socialismo utópico, este nombre se lo puso Federico Engels(1820-1895) para diferenciarlo del socialismo científico que cultivan él y Carlos Marx(1818-1883), el socialismo utópico no se deben confundir con el socilaismo marxista que fue el que, en las manos de Lenin(1870-1924) llegó al poder en Rusia en 1917. El socialismo utópico que fue una de las grandes corrientes humanísticas del siglo XIX, tanto que a través de una de sus más bellas figuras, Flora Tristán(1803-1844), dio materia a Mario Varga Llosa, siempre apasionado de estos asuntos, para escribir su gran novela El paraíso en la otra esquina(2003). El socialismo, desde su creación por Bebeuf fue uno de los grandes movimientos de ideas del siglo XIX, tan importante y grande que pensamos que más que hablar de “socialismo” se debería hablar de “socialismos” dada su amplia multiplicación, demostrada por el erudito británico G.D.H. Cole en su amplísima Historia del pensamiento socialista(1964), aun en plena vigencia, como lo es también el del norteamericano Edmund Wilson(1895-1972): Hacia la estación de Finlandia(1940).

La proliferación de la palabra socialismo en la Venezuela de nuestros días, ha sido tan amplia, que es necesario estudiar esta escuela politico-social. Y, sobre todo, mostrar a los que aquí viven que lo que se ha propagado es solamente una versión de esa tendencia: el socialismo marxista, del cual lo único que hoy existen son las últimas piedras del Muro de Berlín.

De allí que es necesidad actual en nuestro país la realización de una verdadera polémica, no un diálogo de sordos donde nadie escucha a nadie, sobre el socialismo, deberá ser una polémica intelectual serena y sensata en los tiempos que corren, para divulgar un buen conocimiento del socialismo y del marxismo, hacerlo de la forma más cercana a la exposición académica del mismo, siempre buscando el sosiego y la quietud en el debate y, desde luego la tolerancia para escuchar a los expositores.

Y aquí hay un último hecho, perfectamente demostrable con los instrumentos de la historia: pese a haber dicho el presidente Chávez que Simón Bolívar fue socialista eso no deja de ser una falacia. El Libertador no conoció esa tendencia, se divulgó por vez primera dos años antes de su muerte, pero no hay prueba que haya llegado a él. Y cuando comenzó a divulgarse más ampliamente, ya hacía cuatro años de su deceso. A quien si llegaron estas ideas, lo sabemos por propia confesión suya, fue a su maestro don Simón Rodríguez(1769-1854), que supo de las doctrinas del socialismo utópico. Todo esto es un fascinante aspecto de lo que se llama hoy en día la “ideonomía”.

EL FASCISMO

Pero además hay que estudiar y explorar ahora, está engolfado dentro de una errónea exposición del socialismo a la que asistimos, aquello que es lo que define al chavismo: el fascismo, que nada tiene que ver con el socialismo. Fascismo claro como lo puede comprobar bien que siga sus pasos y conozca su desarrollo que aquí nos ha llegado por la vía: Mussolini-Hitler-Stalin-Castro. Los mejores argumentos sobre este punto los desarrolló a tiempo, en 1998, Manuel Caballero en Contra el golpe, la dictadura militar y la guerra civil y hace poco el mexicano Enrique Krause en El poder y el delirio.

Y cerramos: la única forma de enfrentar este debate, es esgrimiendo argumentos históricos bien comprobados. No políticos, no podemos utilizar los personajes históricos, seres de un lugar y un tiempo, como un arma porque así no pueden ser entendidos. Las falacias históricas del chavismo(y de la oposición porque ahora existe también el “bolivarianismo escuálido”, pernicioso también porque es anti-histórico) sólo pueden ser respondidas con argumentos de la historia pero utilizados desde el punto de vista histórico. Esta para rebatir la falsa interpretación del socialismo, colocar nuestra historia en su cauce, refutar la especie de que el Libertador fue socialista, tendencia que llegó a existir en su tiempo él no llegó a conocer, no hay ninguna referencia a ello en sus Cartas. Y terminamos con una bautade: el único contacto que Simón Bolívar tuvo con el socialismo fue cuando conoció a la bebe Flora Tristan en el París de 1804, cuyas papás eran queridos amigos suyos. Por cierto, que la presentación de la imposibilidad de que Bolívar haya sido socialista dio materia a Manuel Acedo Sucre(1958) para su honda novela, Nosotros todos, la novela más leída el año pasado, ya con cuatro ediciones.

UNA NOTA IMPORTANTE: Debe el autor de esta columna celebrar con sus constantes lectores el hecho de haber cumplido ayer domingo 26 de enero de 2014, medio siglo, cincuenta años, de actividad intelectual, iniciados, cuando el autor tenía 18 años y era aun estudiante de bachillerato, con la publicación del artículo: “El ecumenismo: una actitud”, en La Religión, Caracas: enero 26,1964. Loado sea el Señor Nuestro Dios, por habernos concedido la constancia en nuestra actividad.

 

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