Opinión Nacional

La politización de los premios Nobeles de Literatura

Existen antecedentes históricos en cuanto a la politización de los Premios Nobel de literatura.

El primer ejemplo es el de Lucila Godoy Alcallaga, conocida como Gabriela Mistral (1945), por quien el Partido comunista, socio en coalición de gobierno de Pedro Aguirre Cerda en Chile rompió lanzas en su favor. La Mistral había sido cónsul general chilena en México y se sospecha que servía como informante en favor de la URSS.

El segundo caso fue el guatemalteco Miguel Angel Asturias (1967), quien mantenía relaciones de amistad con varios propagandistas comunistas franceses, entre otros Loius Aragon, de modo que no es de descartar que estos influyeron por los conductos que más adelante veremos para que obtuviera el premio.

Sobre Neftalí Reyes, alias Pablo Neruda (1971) no haría falta agregar nada, ya que había sido senador por el Partido Comunista y galeón de proa del stalinismo (fascismo rojo) chileno. Como bien ha dejado sentado Jorge Edwards en su «Persona non grata», a Neruda le gustaban las quinceañeras.

En cuanto a Gabriel García Márquez (1982). Quien escribe conocía que G.G.M. sería el ganador del Nobel tres años antes gracias a las gestiones del Gobierno cubano ante la Academia sueca. En la misión de conseguir el Nobel para G.Márquez estuvo la Agregada cultural cubana en Suecia Sra. Amalia Restano, según ella misma. (La Sra. Restano apareció muerta dos años después de entregar ese secreto de Estado a quien escribe.)

El lobismo cubano consistió en regalar vacaciones gratuitas en Varadero a varios miembros de la Academia sueca, así como a varios dirigentes de los partidos Comunista y Socialista democrático.

No extrañó del todo a este autor que G. Márquez en 1980 le enviara un telegrama personal rogandole no escribiera nada en su favor en la sección de literatura del diario SydSvenska Dagbladet de Scania, donde quien escribe tenía la responsabilidad sobre esta área de la literatura, que era también era su responsabilidad como conferencista en la Universidad de Lund entre 1977 y 1978.

Los premios para Darío Fo (1997) y José Saramago fueron el culmen de la influencia marxista en la Academia sueca, porque también fueron efecto de las intrigas de los partidos comunistas italiano o portugués, respectivamente.

José Saramago ha quedado al descubierto como un propagandista muy obtuso, ya que en una de las veladas literarias de la Casa presidencial La Moneda de Santiago, Chile, a principios del 2000 en conferencia pública se autodeclaró muy suelto de cuerpo un antidemócrata. Su conferencia versó sobre «La ilusión de la democracia».

Escritores chilenos que me lo refirieron en Santiago en el 2003 aseguraron que los presentes en la conferencia de Saramago apenas se aguantaron las carcajadas al oirlo, porque llegar a decir tal locura en un país donde precisamente el civismo democrático impidió la guerra civil, a la cual la trató de empujar el extremismo marxista, era como demasiado.

No olvidemos, la Democracia, que es sinónimo de diálogo político y que creó la Concertación democrática de Chile, impidió que la dictadura de Pinochet y los militares se eternizaran en el poder, como había sucedido por décadas en la Nicaragua de los Somoza, en el Paraguay del alemán Strossner y en la Cuba de los Castros.

En Latín América basta que un tontito sea premiado, para que diga cuanta estupideces le de la gana, las cuales son aceptadas sin crítica alguna y publicitadas por las izquierdas mentirosas.

Puedo vaticinar que un par de años más el Premio Nobel de literatura recaerá en el comunista uruguayo Eduardo Galeano, porque los silogistas marxistas suecos, enquistados en el establecimiento literario de diarios, radio TV y revistas ya se encuentran en intensa campaña de intrigas para que Galeano obtenga el Nobel. El desliz con el premio para la disidente Herta Müller no será perdonado.

Galeano se mudó de La Habana a Madrid a finales de los 80 gracias a una donación de 2 millones de USD obtenida del gobierno cubano «para promover a escritores progresistas», según me informó un funcionario disidente de la Embajada cubana. En efecto, una docena de nuevos incondicionales mentales latinoamericanos han sido publicados por las editoriales españolas, mientras que otros sin recomendación de la embajada de Cuba, jamás tienen acceso.

Las relaciones estrechas entre los asalariados suecos del imperialismo ruso han dado sus frutos por décadas y transformaron a ese reino en un satélite propagandista ideológico.

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