Opinión Nacional

La Prueba de Aptitud Académica

Definitivamente las decisiones de este gobierno obedecen a los caprichos del teniente coronel. No hay estudios previos ni revisión de las cosas hechas. El mundo, la historia, el país comenzaron en 1999. Todo lo anterior no merece ni la más mínima consideración y análisis. Afirmo esto por cuanto, ente otras tantas decisiones tomadas al calor de su reality show dominical, le anunció a un grupo de supuestos estudiantes que además de subir el monto y cantidad de becas, crear no se cuantas universidades y transformar en universidades otros tantos institutos universitarios, ordenaba eliminar la prueba de Aptitud Académica. Según su muy particular punto de vista el ingreso al cuarto nivel de educación debe ser completamente libre. Todo el que quiera entrar debe entrar sin ningún tipo de requisitos. Algo así como la “puerta franca” que se da en algunas corridas de toros cuando se va a lidiar el quinto toro de la tarde. Esta postura podría aparecer como muy sensata ya que permite que todos los ciudadanos de este país puedan incorporarse a la educación superior. Igualdad de oportunidades pues. Pero resulta que la experiencia nos demuestra que una medida de ese tipo lo que logra es exactamente lo contrario. Hagamos un poco de historia.

Antes de 1973 el ingreso a las universidades era todo un caos. En vista del crecimiento exponencial de las solicitudes de ingreso a ese sector se crearon, entre 1958 y 1973, 39 instituciones de educación superior, es decir se multiplicaron por 7 y se pasó de una matricula de 11.000 estudiantes a mas de 160.000, es decir se multiplicó por 15. Decisiones erradas tomadas en años anteriores (ie: eliminación de las escuelas técnicas industriales) habían creado lo que se denominó el “universiducto”. Al no tomarse medidas de mejoramiento de la calidad se pasó del proceso de democratización de la educación al de masificación. Se comenzó a presentar la situación de a mayor matrícula, menor calidad de la enseñanza, menor prosecución, menor egreso, lo cual aumentaba el congestionamiento. Aparece así el fenómeno del estudiante “sin cupo” La respuesta de más instituciones no resolvía el problema. La toma de universidades, el secuestro de autoridades y los disturbios estudiantiles por falta de cupos eran cosas cotidianas en esos tiempos. A partir de 1973 el ministerio de Educación y el CNU, decidieron afrontar el problema. Una comisión de expertos designada para buscar soluciones propuso centralizar el proceso de ingreso a la educación superior. En febrero del 1973 el CNU crea el Sistema de Preinscripción Nacional. En octubre de ese año se realiza el primer proceso de P.I.N. En septiembre de 1974 se crea la Ofician Central de P.I.N. (luego ONODI y después OCOADES) encargada de estudiar el proceso de selección para el ingreso a la educación superior y el diseño de una prueba de aptitud académica. Se diseña el folleto Oportunidades de Estudio. Se logra consenso en cuanto a que dicha prueba sea usada como criterio de distribución y admisión conjuntamente con el promedio de notas, condiciones socioeconómicas y región de procedencia, entre otros. El diseño de la prueba se le encomendó a un grupo de especialistas y expertos de muy alta calidad, fundamentándose en determinar la habilidad numérica y el razonamiento verbal. A finales de 1978 se aplica una prueba piloto en algunos estados del país. Posterior a 1980 se establece como obligatoria la prueba de Aptitud Académica. El CNU acordó que la adopción de un Sistema Nacional de Admisión debía de estar basado en el supuesto de un excedente de aspirantes por no reunir las condiciones mínimas de ingreso y no por falta de cupos. En tal sentido el proceso de admisión debía definirse como de selección, pero dejando claramente sentado que selección no significaba la negación del derecho a ingresar a la educación superior sino más bien el otorgamiento de una posibilidad en un sistema amplio de escogencias a diferentes niveles.

34 años han pasado desde que se dio inicio a este proceso de selección, distribución y admisión a la educación superior del país. Mucha investigación se ha realizado al respecto. Pocas han sido las voces detractoras de este sistema, las mas con planteamientos demagógicos y populistas que con razonamientos científicos. La experiencia acumulada en todo este tiempo ha confirmado las bondades del proceso. Los propios estudiantes así lo han entendido. Ahora surge la orden del teniente coronel de acabar con la prueba y de hecho con el proceso. De ejecutarse esa autoritaria, inconsulta, populista e irresponsable decisión se estaría echando por la borda la investigación y experiencia generada sobre el particular y estaríamos regresando a los comienzos de la década de los setenta. Ya él ha anunciado la creación, de un plumazo, de 28 nuevas universidades y la conversión de otros tantos institutos universitarios en universidades. Las misma propuestas de soluciones ya probadas y fracasadas. Ya veremos a nuestras principales casas de estudios abarrotadas de estudiantes solicitando cupos a sus puertas, porque para la bolivariana y las nuevas muy pocos querrán ir. Volverán las tomas, los secuestros, los disturbios por cupos, y la calidad del sistema se resentirá nuevamente. Lo sensato es abrir un debate serio sobre el tema.

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