Opinión Nacional

La realidad imaginaria

La oposición vive su cuartico de hora. No ese encumbrado que disfruta Chávez y todo el que se le cuelgue. Ocurre que el asunto es al revés: la oposición de este doblegado país sufre en el foso de la pequeñez, chilla al son de su estrechez a la hora de medir horizontes y procurar saltos de avanzada.

La palabra oposición va necesitando de un digestivo urgente. No se entiende a sí misma, y lo que resulta peor, no se entera de sí misma: es incapaz de reconocerse en un espejo. Tamaña desfiguración pasa factura ipso facto, y con beneficios pagaderos al oficialismo, que cree tener todo más fácil gracias al dedo indiscutible del caudillo. Lo que diga el jefe es lo sagrado, si hay algo de más importa un rábano.

Entre cólicos y dolores de estómago, enferma y sin medicamentos, la oposición chapotea, lanza brazadas, supone un mundo que su duermevela alumbra como el sol al día. La realidad imaginaria es el complemento de la realidad tangible, sólo que aquélla se cuela por los resquicios del complejo de avestruz. En este punto, fíjese muy bien, la oposición es tan chavista como el que más. Se alimenta de espejismos, engorda a base de fantasías, deviene en pompa de jabón y termina creyendo embustes colosales. En el fondo se parecen demasiado, y eso es el colmo de lo imperdonable, la tragedia de un país condenado a los abismos.

Para nadie es un secreto: hoy hay más pobres que antes, fraguados a mero pulso en seis años de revolución perdida. Para nadie es un secreto: hoy hay más desempleados que ayer. Y hoy también la delincuencia va mucho más allá que hace un sexenio. Tres variables como botón de muestra. La máquina revolucionaria, productora de miseria, tiene precisión de reloj suizo, y la oposición goza de espasmos neuronales: piensa poco, logra muy poco.

Lo que plantea ahora, al parecer, es la guinda de una torta puesta el quince de agosto con nefastas consecuencias. A propósito de las próximas elecciones, su tierna imaginación le indica que no ha pasado nada. Todo, absolutamente todo es de una normalidad que ni Rangel con su cinismo incomparable. Para la oposición venezolana los comicios venideros como que no tendrán nada de extraño, al punto de que son muchísimos quienes andan “preparándose” para la contienda.

Con un Consejo Nacional Electoral como el que nos agobia, con un Registro Electoral Permanente tan sospechoso como hasta ahora inescrutable, con el descarado abuso y todas las ventajas en las pezuñas del oficialismo, no me vengan con cuentos de camino. El resultado está cantado, tanto como estuvo en el Referéndum, tanto como en las elecciones de alcaldes y gobernadores. En esta oportunidad, otra vez, la paliza será de antología.

Ante semejante contexto bien valdría repetir el discursillo de la unión, que ya sabemos caló poco y cosechó bastante menos. Unirse implica aquí trocarse en bloque, en sólida pared contra el desastre que una praxis descocada significa en el poder. En las condiciones actuales, unirse pasa por no presentarse en el evento de agosto. Nadie de la oposición, ni un solo candidato en la totalidad del territorio. Lo contrario es continuar la farsa, legitimar una burla que ya va por su tercer zarpazo.

En las neuronas de la oposición la realidad imaginaria yace bien aceitadita. Mientras unos hacen campaña, guardan esperanzas y hasta se frotan las manos vislumbrando ciertas victorias personales (el cuento aquel de no ceder, de no entregar ningún espacio), en el C.N.E. las sonrisas van de oreja a oreja. Y no es para menos: la pela será de antología, nada menos que espectacular. Coja su asiento y observe. Sigue la tragicomedia.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba