Opinión Nacional

La rebelión del 27 de noviembre

Hugo Chávez se empeña en crearle una falsa historia al proceso que hoy en día dirige, por esta razón expongo en este articulo algunas anécdotas reseñadas en mi libro RELATOS DE UN SUBVERSIVO, en aras de dar un aporte para la comprensión de la rebelión cívico-militar del 27 de noviembre de 1992.

Recordemos que todos los individuos jugamos un papel en la historia, pero no siempre de nuestro papel dependen los desenlaces históricos. Aquel 27 de noviembre de 1992 la delación, el oportunismo y la ambición de poder, impidieron el triunfo de la más amplia unidad cívico-militar conocida en la historia de Venezuela; el 63% de los 180 pilotos de combate del país compuesta por oficiales de alto rango, estaban comprometidos con esta acción y la oficialidad de la Armada en igual proporción, estaba dispuesta a deponer al corrupto y genocida gobierno de Carlos Andrés Pérez. Reconocidos jerarcas de la iglesia, intelectuales, empresarios, organizaciones de izquierda y hasta una fracción del partido de gobierno de ese entonces, formaron parte de este suceso histórico.

El Capitán de Corbeta Diego Hernández Guzmán, era el jefe del grupo de operaciones especiales de la Armada y le correspondía tomar la comandancia general de ese componente, pero fue detenido al igual que 700 oficiales de la Armada y el Ejército, debido a las delaciones del Teniente Coronel (Ej.) Salvador Escobar y el Capitán de Corbeta Manrique Padrón, quien era el hombre de confianza del contralmirante Hernán Gruber Odreman jefe del Movimiento 5 de julio y sub-inspector general de la FAN.

Ante esta situación, la aviación, al mando del General Francisco Visconti, se quedó sin respaldo terrestre (sólo con los civiles comprometidos en el levantamiento); de allí que se plantearan el bombardeo al Palacio de Miraflores, aún cuando no estaba contemplado en los planes iníciales, puesto que su papel era de persuasión hacia la oficialidad comprometida con el régimen; además que entre los oficiales detenidos se encontraba el encargado de la captura de CAP. Por otro lado tenemos que el movimiento encabezado por Lucas Rincón se retiró de las operaciones alegando que se había enterado de las delaciones (Lucas era el oficial del que Chávez hace referencia en el libro HABLA EL COMANDANTE de Agustín Blanco Muñoz, que supuestamente tenia planes para asesinarlo durante la conspiración); mientras que Raúl Isaías Baduel junto a 18 comandantes al mando del General Carlos Santiago Ramírez (no eran del MBR-200) habían decidido retirarse del plan 3 días antes al golpe porque aspiraban la dirección del levantamiento y Gruber Odreman no lo permitió.

Pero la aberración más grande lo representó la toma del canal 8 por parte del Capitán (Ej.) Valera Rumbo, el teniente Jessei Chacón y su hermano el Teniente de Fragata Arné Chacón (hoy en día un próspero banquero que de existir una contraloría eficiente y desligada de los dictámenes del caudillo, investigara la extraña riqueza de este ex oficial). Además que no se justificó las muertes de los vigilantes José Gregorio Rueda y José Manuel Vega Caballero, la destrucción del video de los generales y oficiales de los cuatros componentes para colocar el de Hugo Chávez, fue un factor de confusión para que muchas unidades comprometidas se mantuvieran al margen de la acción de ese día. Estoy seguro que de haber aparecido el video de los generales, el mito de aquel «POR AHORA» del 4 de febrero y la campaña orquestada desde la cárcel con la deserción del teniente Bracamonte el 4 de marzo de ese año y el posterior show montado con la deserción del teniente Eliécer Otaiza para reforzar la idea de que Chávez y el MBR-200 constituían el único y máximo movimiento en la conspiración, hubiese quedado al descubierto como una gran mentira histórica.

Lo sucedido en el canal 8 indicó que Chávez sería capaz de lo que fuera necesario para lograr el poder; tal como lo demostró con esa jugada macabra y las mentiras o cizañas dejadas correr durante la conspiración, al señalar que existía un plan para asesinarlo, todo en aras de desacreditar al resto de los movimientos que se planteaban la salida de Carlos Andrés Pérez del poder. Lo curioso es que ese coronel pasó a ser su primer jefe de la casa militar, luego miembro del alto mando militar con 3 soles. Esta historia de intrigas y traiciones fue quizás la razón para que Lucas Rincón decidiera sacarle la silla a Chávez durante los sucesos del 11 de abril de 2002, cuando anunció al país la renuncia del presidente.

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