Opinión Nacional

La renta y el reclamo

Un libro integral y controversial sobre nuestro principal tema y problema, el petrolero, ha puesto en la opinión pública, Diego Bautista Urbaneja. Con «La Renta y el Reclamo» coloca, como se dice «el dedo sobre la llaga» porque alude, a mi juicio al tema más importante de la historia de este país, quizás después de la Independencia. Valioso el aporte de Diego porque revisa el tema con rigurosidad y con interrogantes dignos de consideración si queremos pasar del mundo del petróleo a otro en el cual este sea uno más de las actividades económicas de Venezuela. Comento preliminarmente algunas de sus ideas.

Los aciertos

La primera cuestión: celebro que, por fin alguien pone las cosas en su sitio, en cuanto a las reivindicaciones que promovieron y lograron anteriores gobiernos venezolanos y revertir esa falsa historia oficial de que el reclamo comenzó con la revolución bolivariana. Se puede constatar en el expediente que nos entrega que, hasta el propio Gómez con todo y su fama, comenzó a poner orden en el negocio y luego le siguieron acciones fundamentales como las de ese grande Gumersindo Torres, empeñado, sin saber mucho del asunto, en lograr para Venezuela la mayor participación posible en el negocio petrolero.

La democracia, por su parte también se reivindica, no solo por las exigencias de un Salvador de la Plaza, como se quiere insinuar ahora, sino por esa ardiente defensa de los intereses venezolanos que pusieron en marcha un Pérez Alfonzo y un Betancourt, sea por aquello del «No más concesiones» que liquidó a Pérez Jiménez, o por el salto cualitativo que produce el «reclamo», del 50 – 50, que culmina con la estatización de las industrias extranjeras.

Hasta allí todo va más o menos bien porque, como demuestra Diego con otro acierto, es que entre «renta» y «capitalismo rentístico» hay una brecha conceptual pues, si bien la primera se define por su origen entre regalía y excedente internacional , el segundo lo define la dependencia que ella crea para el funcionamiento de la economía y la sociedad. Como bien indica, en sus primeros tiempos, a pesar de generarse y definirse como tal, todavía no ha puesto a la economía y la sociedad a depender, casi exclusivamente de ella. La idea del «capitalismo rentístico» nace en ese momento, pero aquí comienzan mis diferencias.

Las interrogantes y las conclusiones

Prefiero hablar de «mercantilismo rentístico» porque no creo que en Venezuela, para la época en que llegó el petróleo, haya existido algo parecido a capitalismo, si se quiere definir a este rigurosamente. Venezuela era prácticamente un régimen feudal y donde prevalecían las grandes compañías comerciales típicas del mercantilismo. Se me puede argumentar que el «capitalismo» vino después, pero lo cierto es que las empresas que allí surgieron fueron signadas por el nuevo mecanismo petrolero, el de la renta y muy lejos se constituyeron a partir de un desarrollo capitalista de las fuerzas del mercado. He defendido, en otros momentos que, por lo contrario ello contribuyó a inhibir la viabilidad de una economía de mercado en Venezuela, acentuando sus rasgos mercantilistas.

Tengo otras dudas sobre el desarrollo de la parte económica del libro, en especial lo que tiene que ver con el tratamiento de la sobrevaluación de la moneda y la «enfermedad holandesa», que dejo para otro momento, porque quiero marcar una diferencia sustantiva con la gran conclusión del ensayo, al justificar que el negocio y la renta queden en manos del Estado: Dice: «en la medida que vaya a dejar de estar en manos de las compañías extranjeras, habrá de pasar a manos del Estado. En cuanto al control de la renta, también estaba fuera de dudas que debía ser ejercido por el Estado.»1 Para cerrar con esta afirmación que me llena de más dudas: «La justificación de ello varía con los años.. bien sea porque solo quienes lo conduce sabrían como llevar el proceso… o bien sea porque solo ellos sabrían cómo usarlo en beneficio del pueblo… o cómo asignarla en función de la consolidación democrática… solo ellos saben como usarla para consolidar el liderazgo de un hegemón «revolucionario».

Después de dichas estas cosas Urbaneja concluye en que: «nuestro parecer es que por múltiples razones de economía política… al menos la empresa petrolera debe continuar siendo propiedad del Estado» 2.

Juzguen ustedes lectores si, dicho lo anterior y dada nuestra experiencia histórica, se justifica dejar el negocio y la renta en manos de quienes manejaron y manejan el Estado. Volveremos sobre esto en próximas entregas.

1 Aquí tenemos Gómez y Ross una viEja diferencia con este concepto, pero no es el momento. ||(Ver Hecho en Venezuela, Maxim Ross. 1990.)

 

2 La renta y el reclamo. Diego B. Urbaneja. Alfa. 2013

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