Opinión Nacional

La revolución es la obra del odio

Al empezar un Nuevo Año vale la pena resaltar cual ha sido la consecuencia del odio como motor de eventuales cambios sociales. Esta evaluación es el resultado de diez años con discursos sembrando el odio social, amenazando a quien disienta del autócrata y encarcelando, selectivamente sin necesidad de juicio, a los disidentes considerados “peligrosos”. El resultado de esta estrategia de odio ha perjudicado tanto a Venezuela como al propio Presidente.

El odio ha dividido a los venezolanos pero también ha mermado la popularidad de un Presidente que no sabe convivir en paz. Y la natural fraternidad del venezolano rechaza esta guerra sistemática.

EL odio fue desatado especialmente a nivel de los sectores populares y por eso es en esos sectores donde más asesinatos están poniendo fin a la vida de tantos compatriotas sin que a las autoridades les preocupe esto demasiado. Los muertos en Irán son mucho más importantes. ¿Por qué extrañarnos entonces de la creciente inseguridad?
El odio, soltado como fiera dentro del sector productivo, está ciertamente destruyendo la producción nacional y hace crecer la necesidad de importar hasta el 70% de los alimentos. Cada vez que se confisca una hacienda agrícola o ganadera, por rabia contra sus propietarios, lo que se hace es atentar en contra de nuestra soberanía alimentaria porque nos pone a todos más dependientes de esos otros países hasta para poder comer.

El odio ha destruido a todas las instituciones públicas del Estado y ahora está modificando a la Constitución “mejor del mundo” en contra de la voluntad popular y eso a pesar de que con “Chávez manda el pueblo” que fue quien la aprobó.

El odio es la mecha que lo impulsa a mentir, engañar, amenazar y prometer lo que sabe que no podrá cumplir pues cuando se odia se le pierde el respeto al ciudadano y a sus derechos naturales y constitucionales.

El odio actúa no solo dividiendo a la sociedad sino también a las familias, grupo social intermedio entre la persona y el Estado, de manera que esta sea destruida como núcleo social primario y así someterla al Estado. La llamada Ley de Educación va en esta dirección.

El odio social, carbón y leña de la revolución, priva de la libertad a ciudadanos sin previo juicio, amenaza a otros que hoy están en el exilio, le impide perdonar al régimen negando la libertad a los presos políticos con motivo de las Navidades como es una tradición en Venezuela.

Todo este odio, manipulado y acumulado, anuncia que el 2010 puede ser el año final de esta pesadilla y se logre por fín el reencuentro de todos los venezolanos que acostumbrados a amar se resisten a odiar.

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