Opinión Nacional

La rufiandad, la gran tragedía

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De que hay rufianes muchos: sí los hay; de que los hubo siempre; sí los hubo; de que sobrevivirán hasta el final del tiempo todo el tiempo cada momento, en todas partes y en cada una y para siempre, así será. Y ello será así porque esta parte de la especie humana, consubstancial a su existencia, está directamente relacionada al poder, vinculada al poder, es su parte fea, asquerosa, cierto pero, sustantiva del poder. De esta tragedia ni Dios se salvó, creado por Él su Benjamín, Satán, hubo algo en él que Dios no previó, a saber, la rufiandad, que es el estadio superior y perfecto hecho acto del ser rufián, la plena consciencia de hacer daño en función de sus intereses por encima de la razón, la ética, la moral. En este juego el rufián puede vender el alma al diablo o comprársela, porque, a pesar de que sus actos casi siempre se dirigen a reafirmar los desmanes del poder, el interés supremo del rufián es su propio interés, conservarse en el poder, vivir de sus ventajas grandes o migajas, le es casi lo mismo. Pero la rufiandad es trágica. Crece en quien la padece de tan voraz manera que jamás se sacia. Si al rufián le toca ser esclavo, hace de la esclavitud su dicha. Si le toca matar, hace del crimen su placer. Del celestinaje hace su goce, y del ser Mujiquita su inconcluso orgasmo, tan bien como lo demostraron los sabios Fernando de Rojas y Rómulo Gallegos, respectivamente. Allí donde existe el poder vive a plenitud la rufiandad. Viendo como vio Dios su error, trató de superarlo, creó los Diez Mandamientos y el castigo. Creo que no pudo resolver el problema. Para controlarla un tanto, el hombre creó los sistemas legales. Buen intento, pero fracasó casi rotundamente porque la propia ley legaliza la rufiandad al establecer el derecho del rufián a ejercerla y el poder por encima de ella. Y creó para que su desenvolvimiento mejor fuera, la política real, la Realpolitik y dotó de ubicuidad a la palabra para justificarla.

De estás cosas conversaba con mi amigo Aristóteles quien, poniendo a su maestro Platón con los pies en el suelo, establecía, con buenos argumentos que, si como él consideraba la ética como parte de la política, bien podría preservase a ésta según sus superemos fines, alcanzar la felicidad, zafarse, pues, de la tragedia congénita que yo atribuyo la rufianead que, desde luego, el sabio reconoce pero que establece la posibilidad de limitarla. En eso estábamos cuando escuchamos el discurso y la lista de inhabilitados del señor contralor, que por un simple fonema no hace identidad de su nombre con su ser. Rusián que auténtico sería si S fuera F. Luego nos atropellaron los hechos. Los estudiantes, a la calle en defensa de la autonomía, mientras la rufiandad afina sus garras para reelegirse o promoverse en su carrera de alcanzar su superior destino, ser autoridad, rector, o lo que quede, transcurrida la su tan noble carrera de burócrata, llenos sus curricula de magistrales habilidades inherentes a la rufiandad. Ayer, diciembre, votaron todos por el NO para que el autócrata, así dicen, el bicho ese, el de la verruga no se eternice en el poder, pero el poder en sus manos es el bien, la ciencia, el arte, la paz, en pleno proceso de desarrollo para conquistar la verdad y ubicarnos entre las universidades de punta. Chávez acaba al país, lo destruye. Eso dicen y afinan sus pruebas. Ellos asaltaron a la universidad y la convirtieron en un mundillo en donde la mediocridad pace a sus anchas, donde un voto vale mas que un teorema y un poema carece de valor. De otra manera dicha, borraron par siempre la n de la punta.

El MES, ah, qué maravilla, realiza la hazaña inconclusa de Prometeo, todos entrarán a la universidad autónoma según su vocación y otros detalles no menos científicos, a fin de hacer justicia, lograr la equidad. El otro ministerio, el ME, ahora mppe, adelanta los programas del currículo bolivariano. Un aporte genial!. Su aplicación logrará que los valores del capitalismo sean sustituidos por los valores supremos del socialismo. Scheller se suplantará por Aristóbulo. La ciencia burguesa por la ciencia originaria y aborigen de los indoamericanos y afrodescendientes. Farruco Sesto en vez de Le Corbusier. Navarro en vez de Prigogine. Es el ritmo de la revolución. La agricultura de puertos decisiva arma para exterminar a los oligarcas del latifundio, de la mala leche, de los traficantes de las nuevas drogas, que provocan delirios poseerlas, la carne, el pollo, las caraotas, el maíz, el arroz, las yemas. Un mariscal en lugar de Arnoldo Gabaldón y los problemas de la salud quedan resueltos. Los tecnológicos por decreto se convertirán en universidades politécnicas. La cuestión científica y tecnológica burguesas, al infierno. Es suficiente un nombre para que el IUTM, pase a superar al MIT, el IUTT pondrá al Tecnológico de Monterrey en categoría de escuelita. La revolución avanza, es la dialéctica de la destrucción, para la revisión, la reconstrucción, el reimpulso, la revuelta. La conversión de la cantidad en calidad y de estas simas alcanzar las luces mas allá de las obscuras nubes. Poner la cima al rabo.

Pero la rufiandad no cesa, no se cansa, vive intensamente la cualidad de su oficio, de su ser. La oposición, eso que así se autodenomina porque dice No a Chávez pero le hace su juego, cosas de la dialéctica, de la política. No ve, no oye el inmenso escándalo que al desboronarse, hacerse ruinas, pedazos, hace el país. La cuestión educativa, inexistente. La ciencia y la tecnología en brazos de los rectores demócratas, y otros sabios con más de cuarenta años de analfabetas maestros en el arte de la trampa, el contubernio. Los problemas, sin propuestas elementales para resolverlos. Solo tiene garras para repartirse el poder posible. Ser gobernador, alcalde, es lo esencial. Los méritos, sustituidos por la habilidad. El argumento por las argucias. ¿Proyectos?. ¿Programas?. Nada hace falta si se tienen encuestas. Con el estilo de siempre, del puntofijismo, se reparte la torta antes de hacerla y al acceder a ella se devorará, total la vida es breve y ha de aprovecharse el momento. La historia, es cosa de otros. La teoría, trabajo de necios.

Desde luego que no todo es destrucción, asalto a la razón. Lujuria de poder. Hay quienes en la oposición y, en grados ocultos y otros asumiendo los riesgos, en el propio seno del oficialismo tienen importantes obras que exhibir, proyectos que plantear. El Dr. Luís Fuenmayor Toro, es un digno ejemplo del lado de allá. Teodoro, Leopoldo, Rosales, Blay… son otros pocos de la pared de enfrente. Y el quid estaría justamente en formular un proyecto de gobierno, cualitativo por su fundamentación científica y orientación ética, con claras líneas de acción, proyectos realizables, formas de participación y evaluación, y una vez conformado, suscribirlo. Asumirlo. Logrado ese paso, buscar una metodología que conjugue lo cualitativo con lo cuantitativo y así establecer, como hoy dicen, el perfil para el cargo, la función y el programa a adelantar.

Pareciera esto iluso, pero si no se hace, se caería en las prácticas propias de la rufiandad, de la perversión, la corrupción el clientelismo, en el grotesco quítate tu para poner yo. Y no se trata de eso, sino, además de resolver los problemas inmediatos que son tantos, inseguridad, desempleo, corrupción, improducción, ambiente, educación, salud… trafico y trafago de influencias, tasconismo, etc., inscribir esas respuestas en un proyecto de país y un proyecto político que garantice calidad de vida, por ese decir asumido ya, calidad de vida es calidad de educación para el trabajo, la creación, al arte, la ciencia, el deporte… en fin, que nos parezcamos a Suecia en su modo de vivir, de existir, a Suiza en su modo de hacerse y ser en el mundo, a Francia en el debate crítico, en los vinos y el arte, a España en la comprensión y cohabitación de lo diverso. Dirán en contara de ese argumento que no somos ni suecos, ni suizos, ni franceses, ni españoles…Ah, aunque parezca raro esos tampoco eran como son hoy. Pobres, intolerantes, inquisidores, ignorantes, analfabetas, todo eso y peor y más fueron y por ser eso tuvieron que tomar consciencia para no serlo más. Tampoco somos nosotros lo que antes fuimos. En antes, como bello dicen los abuelos margariteños, y desde mucho antes, éramos otros, sin miedos, tal vez con hambres, pero capaces de echarnos palos juntos, bailar pegado, ganarle la pelea al paludismo, al chagas, a las niguas, a las pulgas. Escuché de alguien que escribieron, estábamos mejor cuando estábamos peor. Y Ud, respetado presidente, piense. Si por cada palabra suya se hiciera un kilómetro de carreteras y de vías férreas buenas, tendríamos el mejor país del mundo para andar en él y nos alcanzaría para darle diez vueltas al planeta. Si por cada céntimo de los dólares recibidos, al cambio “alternativo”, tuviésemos carotas, maíz, yema y tajá, carne, leche, pollo, arroz, podríamos regalar con la abundancia mucho a Nicaragua, Ecuador, Bolivia, hasta saciar su hambre, e, incluso, la China recibiría bastante y resolveríamos sus ausencias de energía vital: comida Si por cada insulto a sus vecinos y a los propios coterráneo se hubiese construido laboratorios en los liceos, solo para ejemplo, faltarían liceos para los buenos laboratorios. Si en lugar de tantísimos ministros en tantisimas áreas, las que había, que eran muchas según usted dijo en antes, antes de ser poseso de poder y las muchas inventadas por usted, hubiese puesto uno, no exagero, sólo uno bueno, que bueno habría sido.

Ahora debo marcharme. En mi biblioteca dialogan Hypatia, la Señora Curie, Clara Schumann, Gabriela Mistral y otras muchas que no distingo desde tan lejos como estoy de ellas, sobre la manera de ser decanas, secretarias, rectoras, o algún otro cargo donde dejar la marca de sus huellas tal como lo hicieron las tantas sabias que en las universidades han sido actoras del mundanal ruído.

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