Opinión Nacional

La ruta del crimen

La polarización política ha llegado a un extremo tal, que cuando un
simpatizante del régimen pierde a un familiar en un asalto, puede expresar
su dolor en lágrimas pero no criticar a la policía ni a la administración n de
justicia, para no ser acusado de traidor a la patria. En cambio cuando el
asesinado no es oficialista a sus parientes les queda por lo menos el
recurso de reclamar. Todo esto es aberrante, porque el tema de la
inseguridad exige voluntad política y solidaridad social, con el propósito
de aplicar una política criminal moderna y con recursos acordes a la
magnitud de la situación.

¿Se impone entonces un debate racional sobre el tema o seguirá la agenda
política violenta? En el vocabulario militar una escuadra la conforman entre
5 y 15 hombres y un batallón entre 500 y 1.000, esto viene a colación
comparando los integrantes de una banda de barrio con el equivalente de una
escuadra, pero al actuar en una secuencia interminable de delitos, la
escuadra delictiva se convierte en un batallón de criminales, o sea, que
quince antisociales hacen daño como si fueran mil, quizás porque la consigna
es tratarlos como amigos de la casa. La criminalidad real no tiene un
ejército tan numeroso como parece, sino que la impunidad lo multiplica ad
infinitum.

En este estado de cosas ¿tiene la sociedad espacio de maniobra para proteger
la vida y los bienes?, por supuesto que sí, exigiendo la depuración de los
cuerpos policiales, la coordinación eficiente de la administración n de
justicia, recuperando los espacios públicos, exigiendo una política de
desarme y en base a solidaridad y pragmatismo, para que los vecinos se
ayuden entre sí al detectar cualquier amenaza. La sociedad si quiere lo
puede todo en defensa de su integridad y el poder político no puede
doblegarla.

Albert Einstein dijo en alguna oportunidad «la locura es seguir haciendo las
mismas cosas y esperar diferentes resultados». La cita es indispensable, ya
que ella explica de manera gráfica la necesidad de la crítica, rectificación
y ajustes, en fin, nadie es dueño de la verdad porque ésta jamás es
absoluta. Quiérase o no las distintas corrientes políticas, sectores
sociales y grupos económicos, tienen que ponerse de acuerdo para luchar
contra la inseguridad. Son creativas, eficientes y de probado éxito, las
fórmulas novedosas que los vecinos han utilizado en otros países contra el
delito, ello además obligaría a las autoridades a dejar a un lado la
permisividad e investigar, detener, instruir y castigar a los responsables
de esta pandemia que acorrala a la familia venezolana.

¿Es o no cierto que presuntos activistas del socialismo radical están
amparados en sus acciones delictivas por la pasividad o aparente
desconocimiento de organismos del Estado? ¿Es esa la explicación de tantos
casos de flagrancia en secuestros, atracos y homicidios, cuyos autores son
detenidos y después puestos en libertad? ¿Si se quiere proteger a la
sociedad, por qué se mantiene a muchos funcionarios de policía con el sueldo
mínimo? Por si fuera poco, los recursos del Laboratorio de Criminalística
son mínimos y no es mucho lo que hoy en día se puede hacer con una huella
monodactilar encontrada en un sitio de suceso. Estamos en la prehistoria de
la prevención y represión.

¿Cuántas familias deben perder a sus seres queridos, antes que se
implementen las medidas que políticos, policías, militares y jueces saben
que deben aplicarse? En esta oportunidad, escenario y circunstancias, el
objetivo estratégico de la sociedad es impulsar una planificación que logre
reducir la criminalidad a niveles tolerables, en especial cuando están
plenamente identificados los riesgos y los ciudadanos con alma, vida y
corazón quieren neutralizarlos; ya que se conocen las causas y
consecuencias.

La solución no es manipular las estadísticas, así un líder de oposición
rechaza el centenar de cadáveres expuestos en la morgue un fin de semana,
mientras un alto funcionario manifiesta que ese parte de guerra es producto
del capitalismo: la paradoja cruel es que alguna de las víctimas podría ser
su vecino, amigo, pariente lejano o compañero de curso. La ruta del crimen
aterra a la nación y el porcentaje de resolución y condena de hechos
delictivos graves, difícilmente se acerca a un 3% de la criminalidad
conocida. ¿Qué espera el Gobierno para desarrollar medidas de protección
efectivas en favor de la sociedad, a través de campañas de información,
funcionamiento del número de emergencia policial y rápida respuesta mediante
brigadas motorizadas, prevención situacional y la búsqueda implacable de
delincuentes peligrosos?. La ruta del crimen se combate atacando la
reincidencia y la impunidad, lo demás es basura.

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