Opinión Nacional

La Silla Vacía

La solicitud de asilo de Manuel Rosales ante el gobierno del Perú, deja una silla vacía en la cabecera de varias mesas. En la mesa de la oposición nacional, donde MR es un líder indiscutible, independiente de las simpatías o rechazos que genere. En la mesa de Un Nuevo Tiempo, su partido. En la alcaldía de Maracaibo, donde ya tenemos un nuevo comensal. Y en la mesa intima de su pupilo, Pablo Pérez Álvarez. El gobierno observa silente la silla vacía, apuntará al que se siente y vigilará sus próximos movimientos. Como en una escena de teatro, la silla siempre esta iluminada, esperando a ver quienes se acercan.

Manuel Rosales, como muchos de los líderes políticos, fue formado bajo los principios del caudillismo y de las estructuras partidistas piramidales. El que haya llegado a las cúspides de esas organizaciones es producto de un trabajo arduo y dedicado de muchos años. Pero también de un modelo político hegemónico cuya construcción solo fue posible ante la inercia, pasividad e irresponsabilidad de la sociedad civil y el ciudadano común, que veía la política como asunto exclusivo de militantes partidistas. En este modelo hegemónico vertical, la palabra del “hegemon” vale mucho. La mayoría de las veces, se impone sin contrapesos. Y en muchas ocasiones, como el caso de Manuel, ese modelo ha resultado exitoso para detener el avance del proyecto chavista.

La silla que ahora esta vacía en cada una de las mesas, no puede ser objeto de un arrebato a lo Jalisco del que tenga más hambre de poder o de las apetencias personales por sustituir a Manuel Rosales, porque se generaría un ambiente de ingobernabilidad para el Estado, con las ventajas innegables para el oficialismo. El régimen tiene todas las armas para desestabilizar, entre ellas el proyecto de ley que prevé la ordenación del territorio y la posibilidad de nombrar autoridades a dedo.

Ojala los comensales de las diversas mesas donde se sentaba Manuel Rosales, puedan analizar, comprender y asumir responsablemente en toda la dimensión política, lo que significa la silla vacía, en el momento que hay tanta gente hambrienta de poderes ilimitados. Ojalá comience a gestarse desde el Zulia y para Venezuela, un modelo de liderazgo colectivo, participativo y cohesionado que vaya más allá de las apetencias personalistas y de las ganas de comer. Ojala estemos todos a la altura de los retos que significa la defensa de la democracia y seamos capaces de detener el proceso autócrata y militarista en la región zuliana.

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