Opinión Nacional

La soga revocatoria

Como sienten que se acerca la «soga revocatoria», pues sólo faltan cinco meses para la «mitad del período», Chávez y su régimen han comenzado a desplegar su repertorio de componendas para tratar de burlar la obligación constitucional.

Tal parece que Jimmy Carter caló bien las intenciones de Miraflores cuando, al formular sus propuestas electorales, añadió la coletilla: «without tricks», que en buen castellano significa: «sin trucos».

En el último documento gobiernero ante la Mesa de Gaviria, se argumenta que si Chávez pierde el referendo puede de nuevo candidatearse en las elecciones subsiguientes. Además de un exaprubto jurídico, en verdad se trata de una maniobra política para enredar el proceso revocatorio.

No hay que poseer la sapiencia de Justiniano para darse cuenta que si el pueblo le revoca el mandato al presidente, el mandatario despedido no puede volver a optar al cargo presidencial para completar el mandato que le fue revocado.

En otras palabras, si Chávez fue elegido para un (segundo) mandato del 2000 al 2006, y el pueblo se lo revoca en el 2003, mal puede presentarse como candidato para la elección de un «nuevo presidente» que completaría el tramo 2004-2006.

Aunque la Constitución de 1999 es bastante clara al respecto –la palabra de Carlos Escarrá vaya por delante–, sería muy cuesta arriba que una mayoría circunstancial del TSJ afirmara lo contrario. No creo, por ejemplo, que el magistrado Cabrera esté dispuesto a mancillar su título de abogado para avalar este contrabado.

Pero los voceros oficialistas también plantean otras iniciativas para torpedear la simplicidad e inexorabilidad del referendo revocatorio. Algunos alegan que la Asamblea Nacional debe aprobar una «Ley» sobre la materia a fin de «desarrollar» el artículo 72 de la Constitución.

Nicolás Maduro, no faltaba más, propone que en vez de realizar el referendo presidencial, se organize un «mega-revocatorio» que incluya a todos los funcionarios de elección popular.

Como reza el dicho popular: «en río revuelto ganancia de pescadores». Quieren evitar lo que se les viene encima de aplicarse el texto constitucional: que Chávez salga de Miraflores por los votos de una amplia mayoría electoral.

Se necesitan 3.757.774 votos (uno más de los «certificados» por el CNE en su «segunda» elección del 2000), para que el actual «Jefe de Estado» pierda la silla de Misia Jacinta. Los resultados de ese pre-calentamiento que llamamos «El Firmazo», indican, sin mayores dudas, que ello será posible, probable, factible y dable.

Por lo demás, el sólo hecho que Chávez haya aceptado en un documento público (el presentado por su delegación en la Mesa de Negociación) que «puede perder» el referendo revocatorio, seguro que habrá tenido efectos de terremoto entre sus partidarios más radicales.

¿Cómo es la vaina? Se estarán preguntando desde García Carneiro hasta Lina Ron. ¿No y que esto era hasta el 2021? Pues no. Nada de revolución «perpetua».

La tragedia venezolana bajo el régimen de Chávez tiene plazo constitucional. En menos de dos trimestres se puede convocar el referendo revocatorio. No es demasiado tiempo si recapitulamos los cuatro años (y pico) que lleva el víacrucis. Por eso pretenden, una vez más, tracalear al soberano. Pero una cosa es que quieran y otra que puedan.

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