Opinión Nacional

La tarea de los que llegan

El desastre causado por las lluvias en varias zonas demuestra que las prioridades del país son otras muy distintas a las que tiene el gobierno. Con cada aguacero, inmensas regiones quedan desguarnecidas y muestran sus carencias.

Un trabajo muy fuerte tendrán los alcaldes y gobernadores que serán electos este domingo. Su responsabilidad inmediata será luchar contra la inseguridad que se vive en cada pueblo y ciudad, pero también ocuparse del abandono en el que se encuentra la infraestructura.

Las grandes obras serán difíciles de construir para los nuevos funcionarios. Primero, habría que advertirles que los inmensos ingresos petroleros de este ciclo parecen llegar a su final. Las municipalidades y las gobernaciones verán reducidos los aportes del situado constitucional en razón de la baja de los petrodólares. Por lo tanto, tendrán que fijarse metas más modestas, tomando en cuenta también que a las alcaldías (las gobernaciones no tienen esta libertad) se les hará difícil aumentar los impuestos, en medio del ambiente inflacionario nacional y la recesión que genera la crisis mundial.

Esos programas de gobierno que han sido presentados como si fueran una largísima carta al Niño Jesús, en la cual no queda nada por pedir (y ofrecer), están desfasados de la realidad. Si cuando parecía que el dinero era inagotable, ya lucían exagerados, con mucha más razón ahora que el precio del petróleo está deprimido.

Volvemos a lo de siempre. Después de la borrachera viene la resaca. Nadie sabe cuánto hay en los fondos que deberían servir para resistir la aparición de las crisis. Sabemos que les han cambiado el nombre y son manejados con mayor irresponsabilidad que antes. Y, seguramente, lo que queda allí no será asignado con mucha facilidad a las gobernaciones y alcaldías.

Las alcaldías deberían dedicarse a lo que en realidad les corresponde. A organizar la vida en comunidad de los pueblos y las ciudades con la mayor eficiencia. Hacer rendir los recursos al máximo y dar a conocer con fidelidad cómo se gasta lo que paga el ciudadano.

En medio de la crisis, será mucho más bochornoso el dispendio de los funcionarios. Seguramente veremos a nuevos alcaldes y gobernadores comprar carros lujosos para su movilización, aumentar sus sueldos y ordenar remodelaciones en sus oficinas. Aparte del abuso con escoltas y otro tipo de personal a su servicio.

Tal comportamiento no será aceptado por la mayoría de los ciudadanos. En estos años se ha invertido (y botado) mucho en mobiliario, equipos y alta tecnología; lo que hay que hacer es usar lo ya gastado y hacerlo rendir.

Tampoco deberían los alcaldes y los gobernadores gastar su tiempo y nuestro dinero en viajes al exterior. Uno de los que deja el peor de los ejemplos en cuanto a despilfarro turístico. Juan Barreto, como alcalde mayor de Caracas, ha viajado en primera clase, acompañado de numerosa comitiva por Europa a cuenta del erario público. ¿Ha explicado Barreto la necesidad de esos viajes? ¿Qué beneficios ha traído para el país? ¿Las relaciones internacionales les corresponden a los alcaldes?

Alguna vez se justificará un viaje al extranjero de algún alcalde o gobernador. Pero como Barreto no es el único con esta debilidad, los nuevos alcaldes y gobernadores deberían disminuir tal costumbre que contribuye al despilfarro de dinero y de tiempo.

Los alcaldes y gobernadores tendrán que ocuparse (aunque a algunos candidatos parece fastidiarles el asunto) a los problemas cotidianos de sus comunidades. Entre estos se incluye hacer cumplir la Ley.

Muchos de estas tragedias que traen las lluvias se hubiesen evitado si se observaran las leyes y ordenanzas municipales. ¿Cuántas viviendas han sido edificadas en terrenos no aptos? ¿Cuántas veces han sido permisados –corrupción mediante- desarrollos habitacionales que no llenaban los requisitos legales?

El crecimiento de pueblos y ciudades es indetenible, pero no debería tener lugar despreciando a la ciencia, a la lógica y al futuro. La violación de las normas de urbanismo se ha hecho cada vez más común. Allí están las invasiones para demostrarlo. Es un verdadero contrasentido que estas ocupaciones ilegales sean promovidas por el gobierno, porque así no está resolviendo un problema sino creando aún más dificultades a quienes desesperadamente las hacen.

En la mente de muchos de quienes serán electos alcaldes o gobernadores estará hacer obras grandes, porque creen que así permanecerán sus nombres en el tiempo. Pero, creo que el electorado agradecerá mucho más que los primeros logren hacer cumplir las normas urbanísticas y de convivencia y que los segundos se ocupen de la inseguridad ciudadana que ha llegado a un nivel angustiante e intolerable.

La pantalla y los viajes déjenselos a otro.

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