Opinión Nacional

La Universidad de Carabobo: ¿Chavista o antichavista?

Declaraciones de año viejo

Debo confesar que el 31 de diciembre, despidiendo el año viejo, fui sorprendido por las declaraciones del rector Maldonado aparecidas en la prensa regional. Y es que éstas, ciertamente, tientan a la diatriba, a la polémica… a la provocación. Aunque estoy convencido que la respuesta debe ser el análisis y la reflexión en torno al “discurso” del rector; pues allí hay muchas implicaciones que extraer. Comencemos entonces.

Primeramente, resulta interesante que el cronista aborde la entrevista resaltando dos hechos de trascendencia electoral: las elecciones regionales y el referéndum revocatorio (RR). Obviamente, sin olvidar el “rol” que la Universidad de Carabobo (UC) jugaría en los mismos. Ahora bien, lo interesante es que el rector concluye la entrevista fijando posición –a nombre de la UC– sobre estos mismos hechos. De tal suerte que, confundiendo los “roles” (UC y rector), pareciera que este último hablara con voz interpuesta: la del cronista.

Balance y buenos deseos

Recorriendo la crónica “académica” del año 2003, encontramos varios hechos que llaman la atención. El primero tiene que ver con una área vital para la vida universitaria: la investigación. Ésta, en palabras del rector, no logró sus metas. A pesar del incremento de profesores PPI. Por cierto, aún por debajo de la proporción imperante en las universidades nacionales de la “misma escala” de la UC. El segundo hecho tiene que ver con la extensión universitaria. Allí parece que sí fuimos exitosos, pues se infiere que “sembramos” la geografía regional con las llamadas “casas de la UC”. Deduzco que ello fue posible mediando una cantidad significativa de recursos. Lo que lamento es que la extensión universitaria se entienda únicamente como una actividad para impartir “cursos”. Sobremanera en estos tiempos donde el paradigma democrático delegativo está cambiando hacia la participación de las comunidades en el gobierno local. Allí debería estar la Universidad, asesorando, capacitando, proponiendo. Y éste es apenas un campo para la extensión universitaria. Se me antoja que estas “casas” tienen más que ver con ese “rol transmutado” que jugaría la UC/rector en la política regional, que con la extensión misma.

Por otra parte, se asume de una manera asombrosamente simple el problema de la equidad en el acceso, cuando se afirma que “le hemos dado mayor oportunidad a los colegios públicos”. Aquí el problema no tiene que ver con la “generosidad” del cupo. Si así fuese, bastaría con modificar el instrumento de ingreso o prueba de admisión; la cual, por cierto, fue diseñada con un sesgo discriminatorio para los liceos públicos. ¿O acaso la inclusión de las calificaciones como elemento decisorio de la prueba, no da cuenta de ello? Ciertamente, el problema de la equidad trasciende al del “cupo”. Va más allá. Tiene que ver con los modelos de desarrollo que asume un Estado. Así, aquél de la “prueba de admisión”, entendía que las clases populares no necesitaban ir a la Universidad… ¿para qué? Si estaban destinados a ser mano de obra no calificada, ¡para la maquila! De la misma manera, asumir como un logro el “emparejar” el ingreso y el egreso de estudiantes, sin hacer mención de la calidad y pertinencia de la educación impartida, se inscribe en esa concepción “productista” (de línea de producción) de la educación superior que aún pervive en nuestras universidades (herencia del inefable ministro Cárdenas).

Comentario aparte merece la crónica sobre la infraestructura universitaria. Ahí llama la atención que se pregone sobre la construcción del “campus más grande de América Latina”; y se admita, simultáneamente, no haber podido concluir las sedes de algunas Facultades. Es la inclinación hacia ese “faraonismo” anacrónico, en lo que respecta a la ciudad universitaria. Entiendo que la aspiración de la comunidad universitaria es, simplemente, disponer de unas instalaciones acordes con sus actividades y con la escala de nuestra universidad. Asimismo, el asunto del Aula Magna se ha convertido casi en un simbolismo obsesivo para esta gestión ¡Pareciera destinada a convertirse en un Taj Mahal ! En fin, en el balance, los buenos deseos salen ganando.

Elecciones: el mar eterno

Aquí ya no hay transmutación alguna. Habla el rector como jefe político. Gira instrucciones y…. deja escapar preocupaciones de ese “mar eterno” que es la política. Tan eterno es, que va para el cuarto periodo rectoral. Así, asumiéndose como “independiente”, instruye la salida de las “primarias” para dilucidar el derecho a sucesión. El objetivo es claro: evitar que “la mano oficialista dirija la UC”. Señalando que así sucedió en la UCV y en la asociación de empleados de la UC. La conclusión es clarísima: la oposición política al Gobierno Nacional debe conducir la UC, v.g, la Coordinadora Democrática.

Con este discurso –nada universitario, por cierto- el rector fractura, sin remilgos, la UC entre chavistas y antichavistas. Aunque, más que discurso, pareciera la confesión de la posición asumida el 11A y durante el paro de diciembre/2002. Entonces, decir que “comenzamos el año con las puertas cerradas a la espera del fin del paro”, resulta poco menos que una formalidad innecesaria. La espera era para ver si el Gobierno caía. ¿Cómo entonces se puede habla de “neutralidad” en las elecciones regionales y en el RR? Casualmente, el rector da como cierta la realización del RR.

Ahora bien, lo lastimoso de esta situación es que el rector olvida, justamente, que es el rector de todos y que la UC es, asimismo, de todos nosotros. Ésta no se puede poner al servicio ni de una parcialidad ni de una individualidad, por más legítimas que sean sus aspiraciones políticas. Es inaceptable para el universitario y para la Universidad, el fraccionalismo grupalista o, peor aún, personalista. Ello sin menoscabo de las naturales y necesarias diferencias ideológicas que deben existir en su seno. En este sentido, prefiero una Universidad que no sea ni chavista ni antichavista, sino revolucionaria, en la acepción socio-política del término. Es decir, de cambios rápidos y profundos. De ninguna manera inerciales y de forma; pues estos no conducirían al mismo destino: la “creación política”. Y esa sigue siendo la tarea incumplida de la universidad venezolana.

(*): Profesor Titular de la Facultad de Ingeniería .UC, Venezuela.

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