Opinión Nacional

La venganza feminista

La ley es poder, nadie niega eso; el hecho más evidente son las constituyentes, una institucionalidad es barrida y otra impuesta, cosa que juró el nieto de Maisanta ante la denominada por él moribunda constitución, y velo convertido en todo un jurisconsulto con leyes que van y vienen; sin dejar de nombrar las dos habilitantes que se le han otorgado, y las que vendrán de seguro. En ese carnaval de leyes, resulta una que pasó desapercibida, como es la Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia; redactada me imagino por feministas trasnochadas, aquellas que vivieron bien la euforia del mayo francés. Después de los excesos, el rigorismo legal, como los hombres evangélicos, quienes ya entrando a la quinta década de vida y con la próstata en peligro, van cual moralistas por pueblos y ciudades con su Santa Biblia en espera de la Apocalipsis. Pues bien, ante una realidad que no se desconoce de violencia hacia la mujer, se impuso un exceso de privilegios en que el hombre es de por si el victimario y la presunción de agresor, lo convierte de hecho en delincuente aunque no sea cierto.

En la exposición de motivo de le susodicha ley llama la atención en primer término el uso sesgado de conceptos como Comparaciones Destructivas. Se sabe que sin comparaciones no hay indicadores de nada, ahora ¿qué es una comparación destructiva? Decirle por ejemplo a la esposa, amante o meretriz, que sus senos parecen unas cachapas andinas en comparación a los melones de la vecina, caería en delito para el varón domado, como diría Esther Vidal.  De plano si nos apegamos a la objetividad, nuestra afirmación es cierta, pero de qué se me acusaría ante el tribunal respectivo, acaso del énfasis, la sorna, o de la verdad verdadera. En ese vocabulario tomado de un izquierdismo enfermizo, las redactores hablan de “Un gravísimo problema, contra el cual han luchado históricamente las mujeres en el planeta, es la violencia que se ejerce contra ellas por el sólo hecho de serlo”; se desprende de esto una especie de esencialismo discriminador per se. La mujer es víctima en todos los tiempos, jamás ha existido una Malinche en este concreto mundo. El odio hacia la autoridad, que no autoritarismo sigue fluyendo de estas plumas: “La violencia de género encuentra sus raíces profundas en la característica patriarcal de las sociedades en las que prevalecen estructuras de subordinación y discriminación hacia la mujer que consolidan conceptos y valores que descalifican sistemáticamente a la mujer, sus actividades y opiniones”; es decir, que para éstas juriconsultas el hombre con su pater familiar es el ogro, la fiera que hay que matar, el varón que se debe capar como requisito a un mundo feliz de la hembra. Se infiere la concepción anarquista de la libertad de quienes redactaron esta ley, nada de jerarquías, estructuras, todo huele a cadenas en contra de la mujer; para nada se alude la dictadura de un matriarcado, parece que nunca han entrado en una organización, donde las mujeres en puestos de dirección, no son precisamente beatas, inmaculadas y virgen ante cualquier atrocidad. La practica administrativa, que es la que conozco, me dice lo contrario. En mi función de gerente conocí varias féminas, quienes usaban sus encantos para lograr favores, se implicaban en hechos de corrupción y hasta hacían práctica de lesbianismo con la cuentadante para mantener sus cuotas de poder, que por cierto bien degustaban.

Sigue la andanadas de sentencias, que pareciesen tomadas del librito de Engels Familia, Propiedad y Religión, o bien la vieja tesis de grado de una Marta Colomina de Ribera Mujer, mito y proceso de sociabilización, o de la feminista existencialista Gloria Comesaña con aquello de Mujer, poder y violencia; así nos siguen diciendo que “El ejercicio  de los derechos humanos de las mujeres, en materia de violencia, se ha visto afectado significativamente también por las concepciones jurídicas tradicionales, basadas en paradigmas positivistas y sexistas. Que sepa yo, el positivismo es un método científico, de abordaje de la realidad tan válido como el funcionalismo, el marxismo y otras que de hecho existirán; cómo es eso de sexistas, no sabemos que quiso decir el redactor, pues, si alude a la preponderancia del sexo en el abordaje de las cosas, desde esa premisa se debería llevar a los tribunales a los sicoanalistas, que siguen la corriente originaria  del Sigmund Freud, por aquello del clítoris como un pene pequeño, por lo cual Eva es una eterna frustrada; aunque no desconocemos el otro significado que le da el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: Discriminación de personas de un sexo por considerarlo inferior al otro. ¿Pero verdaderamente el hombre considera que la mujer es inferior, una tarada, una cosa en el peor de los casos? Creo que se sigue manteniendo un sesgo profundo en esta exposición de motivo. La búsqueda de extremismos para avalar un igualitarismo per se llevó a estas feministas a hacer uso de categorías socio culturales de modo alegre. Veamos.

La anatomía de una mujer la condiciona la naturaleza, digan que no las feministas; una mujer tratando de hacer trabajos rudos como el hombre, claro que lo puede efectuar; no obstante, el tiempo se los cobrará en quebranto de salud; por ejemplo si un constructor con base en criterios técnicos decide no contratar a una mujer, que exige trabajar entre andamios,  el empresario bajo esa concepción de sexista le espera la reja; , o bien quienes hacen uso de la pornografía, libremente consentida por mujeres con sus atributos de sexy, la cual consuela a tantos hombres con sus fantasías sexuales y la consiguiente masturbación, será elemento probatorio para que el bellaco Adán sea encauzado a la cárcel por sexista. Enlazando estas ideas, comienzo a entender a la abuelita que dirige el Ministerio de la Mujer, vieja militante del partido comunista, heredera de la difunta Argelia Alaya.

Hasta donde vamos todo tiene un hilo bien tramado, las oraciones lapidarias contra el hombre, el patriarcado, las estructuras injustas y otras ideas, se concretan en la pista de aterrizaje que tenían

escondida: “En el modelo político, expresado en el socialismo del siglo XXl que estamos construyendo, es fundamental erradicar los valores, creencias y prácticas que han mantenido la desigualdad entre los sexos”. Pienso que la fundamentación de esta ley es anticonstitucional, parte de la declaración de un socialismo, que en ningún momento aparece inserto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; por otra parte en los modelos que se ha denominado socialista, resulta que las estadísticas evidencias tanta violencia como en el mundo capitalista o de otro tipo; como también es conocido, como apunta el médico Eliécer Alvarado en su artículo La violencia contra los hombres: La relación numérica de violencia sicológica y física de hombres hacia mujeres, de éstas contra aquellos y en el núcleo familiar como totalidad, casi se equiparan en sociedades diversas (Ver año 2009. Web Aporrea: parafraseo). Ya en el aterrizaje este feminismo de odio hacia el hombre se complace en decir que se ahonda en mayor profundidad la violencia domestica, se incluyeron nuevos delitos, se emocionan con la flagrancia, llevándonos a la categoría difusa del micro poder, las formas ocultas que se tejen en el espacio de convivencia de la pareja. Ya al final se dan un respiro y mencionan al vuelo el carácter objetivo de abordar el hecho pero sin dejar de mencionar el carácter preventivo y educativo para correcionar el cavernícola homo sapiens.

Una ley que se fundamenta en la violencia contra una de las partes, en este caso nosotros los hombres, sólo pudo ser redactada por una mente al estilo de la fundadora de la Unión Social y Política de Mujeres, partidaria de mantener una línea dura; quien pregonaba y llevaba a la práctica su desacuerdo con su decisión de provocar incendios como un paso más en la lucha por el sufragio; heredera fue su hija Christab; ambas pregoneras de un ideario anti todo en aras de una supuesta defensa de la mujer. Ahora bien, tratando de analizar algunos de los artículos de la ley, desde la óptica de un ciudadano común, lo primero que se nota es la violación de la carta magna, específicamente los artículos primeros de la sección de los derechos humanos; se infiere de los artículos 19, 20 y 21, que aquellos son para todos los ciudadanos de la república, que conceptos como la discriminación y la coartación de la libertad, no son exclusivo de un grupo, clase o género determinado; por lo que el artículo 1 de la ley comentada es anticonstitucional cuando plantea “La presente ley tiene por objeto garantizar y promover el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia creando condiciones para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos, impulsando cambios en los patrones socioculturales que sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres, para favorecer las construcción de una sociedad democrática, participativa, paritaria y protagónica”.

Desde esa premisa es entonces bien válido que los hombres trabajen en una Ley contra la Violencia hacia los hombres, como me imagino que deberían hacerlo gays, lesbianas, bisexuales, travestí y transexuales; pero la idea a más de convertirnos en leguleyos parceleros, podrían sintetizase en una Ley marco sobre la violencia de género y orientación sexual, o algo parecido.

Al definir la ley los tipos de violencia, se piensa hacernos creer que la violencia bien sicológica, física, institucional, laboral y mediática, es sólo cosa que afecta únicamente a las mujeres. Daré algunos ejemplos. Si entro a la venta de cauchos y un aviso publicitario me muestra una pelirroja con casi toda su naturaleza de Eva, su piel retocada hasta los extremos impulsa mi deseo inconsciente, subconsciente y consiente, cuando yo, simple mortal lo que vengo es a buscar un caucho y no a tensar mi naturaleza de varón; yo puedo aducir violencia sexual; o bien un joven, muy cercano, muchacho deportista va en búsqueda de empelo, la cuarentona, muy posiblemente en fase aguda de repunte sexual, le coloca la vista, lo quiere en la cama; el joven con valores bien asentados, con su novia primorosa, que lo que quiere igual que ella es graduarse en la universidad privada, para lo que debe trabajar; resulta que el acoso de la administradora le hace la vida imposible, y debe desistir en su intento de conseguir la vacante de asistente contable. En relación con los homosexuales, es increíble los descalificativos contra éstos, conozco el caso de un ingeniero muy macho, profesor universitario, quien al darse cuenta que su hermano era homosexual, le propinó una golpiza de muerte ante la complicidad aprobatoria de la familia; de igual modo observo en mi oficio de vendedor ambulante de libros, como en el lenguaje de muchas mujeres hacia los hombres es denigratorio, hacen comentarios atroces sobre la intimidad sexual y algunas basándose en sus atributos corporales ejercen una especie de dictadura para que ser el centro de atracción del grupo de varones; todos estos ejemplos que podrían ser banales para una feminista ultrosa, dan pie para replantearse el hecho de la violencia, sin dejar de citar la violencia física que muchos hombres padecen.

Un instrumento legal redactado para escarnio del hombre es esta ley.

Definiciones vaga van y vienen, caso de la ofensa pública, descontextualizada; se castiga algún pronunciamiento del varón ante la orientación sexual de la hembra pero no el caso contrario, no válido en ninguno de los casos, ya que cada quien desde una responsabilidad cierta, puede hacer con su sexo lo que el derecho ajeno le ponga límite. De modo que se está ante lo que llaman las feministas trasnochadas una justicia de género, para lo cual con la diligencia del caso el victimario lo espera desde la prefectura hasta su guillotina: los juzgados de primera y segunda instancia en la materia.

Apenas hay un apartado muy reducido sobre el debido proceso, será porque de manera muy simplista se da como un hecho, cuando no es cierto. Los conceptos se lanzan al voleo sin que sepamos que es desigualdad de género y relaciones de poder sobre la mujer; mas si llama la atención como el principio de celeridad tiene carrera meteorítica, dándosele prioridad ante cualquier autoridad en desmedro de otras realidades que tenga también contenido jurídico; se da como premisa el victimismo del cual es objeto de la mujer y hasta se entra en terreno tributario, con exenciones para el empresario que dé empleo a la supuesta víctima.

Esta ley en su contenido pareciese avalar que la presunción es un delito, es discriminatoria contra el hombre y exclusivista a favor de las mujeres; coloca en el paredón al hombre con conceptos nebulosos como acto sexista o conducta inadecuada. El suscrito recuerda que en su tiempo de auditor, una asistente basándose en sus evidentes atributos físicos me impuso la dictadura de sus encantos, a lo cual no por macho sin por razonables argumentaciones cedí al cortejo; casi el hecho se convertía en mi fosa, la condenada me puso en tres y dos, hizo uso de cualquier artimaña, como pude salí bien librado, di razonamiento contundente de su procacidad; por fortuna tuve aliados morales, quienes también habían sido víctima de esta tigresa; resulta que la vivaracha tenía record en la organización de usar su figura para sexiar; pasado el tiempo por cierto, recalamos en una discoteca amigas y amigos, y para sorpresa la supuesta víctima bailaba carita pegada con su amiga, era lesbiana; no condenable en ningún caso; sólo que el hecho de no querer aceptar su orientación sexual, la hacía provocar problemas con el sexo opuesto que no le animaba. De igual modo se maneja en esta ley de modo alegre eso de acto lascivo; se da por hecho que la violencia contra la mujer sólo la comete el hombre, bien sabemos que las golpizas hacia ellas también se las propinan madres, hermanas y otras mujeres, según gente del área de  la psicología, me refieren que por ejemplo son tan terribles las peleas entre lesbianas, que ameritan un tratamiento de separación en muchos casos, sin que estas realidades se impongan en la ley, pero eso sí, un hombre va preso si comenta algo sobre la orientación sexual de una mujer, es decir, que si la vecina gusta de llevarse a la cama a un menor de edad, hombre, su pederastia no debe ser denunciado, pues, si por un lado se estaría cumpliendo con la ley a favor de los menores, por el otro el denunciante estaría incurso en violación de la ley de la mujer; mayor contrasentido de estas feministas no se puede dar.

A todas estas como tratando de buscar arcanos, las feministas redactoras, he insistido en que han debido ser mujeres, quienes impusieron esta ley draconiana, aunque no es descabellado que un hombre que odie a los hombres, también haya consentido en avalar este instrumento jurídico; nos entregan categorías más difusa como esta de prácticas ocultas de la violencia; no hay perdida estas mujeres han debido estar influenciado por el Michael Focualt y su teoría del micro poder, por cierto deberían leer el excelente libro sobre Intelectuales y tiranicidas, editado por la Editorial  Debate; para conocer la locura de un hombre como éste, que viendo cadenas de opresión por todos lados, acabó sidoso viviendo su utopía pequeña burguesa entre la comunidad gays norteamericana al son de su extremismo de vida, nada coherente entre la idea y la acción. De igual modo se defiende contra la violencia que provoque la esterilidad de la mujer; pero nada se dice de un hombre, muchos afectados de su próstata, quienes con tratamientos quirúrgicos, farmacológicos y hasta verbales, prácticamente se le convierte en un eunuco, para mayor escarnio ante su grupo de referencia. La osadía es infinita, al punto que en aras de un derecho exclusivista a favor de la mujer, al hombre se le niega el uso, goce y disfrute de su propiedad privada, se le impone la interdicción, se autoriza a cualquier ciudadano detenerlo en caso de flagrancia. No entiendo como los liberales extremos no han colocado el grito al cielo; sin derecho a la propiedad, negado sus derechos civiles, el pobre hombre de paso debe mantener a la supuesta víctima.

Nadie escribe si algo no le interesa, el suscrito sin entrar en detalle a poco fue víctima de una pariente muy cercana, quien trató de horadar su dignidad, su carácter, cosa sagrada en mi haber, forjado en el temple, la vanidad y el orgullo, que no de pose, sino de rectitud de vida. Tuve que hacer uso de la ley, demostré la verdad procesal; la verdad verdadera, la conciencia juez delator y verdugo, en mi caso está tranquila. El debido proceso se me violó, la inquina de la abogada receptora del caso se asemejaba a un tribunal nazi o estaliniano, mis cartas a la administración exigiendo el cumplimiento de lo impuesto en la ley orgánica de procedimiento administrativo, exigiendo copia del acta y mi declaración, fue una burla; la supuesta agraviada en su ignorancia y cierto poder económico, hacía uso del favoritismo que por esta ley le asiste. Al fin comienzo a liquidar la herencia que nos ligada. Un hombre forjado en el respeto hacia la mujer, verse casi entre rejas sólo por la tergiversación de un hecho, por no decir simple calumnia asentada como verdad a favor de la mujer; fue elemento definitivo para replantearme mi concepto sobre la mujer y comenzar a estudiar ciencias jurídicas. Sin entrar en más detalles personales, convoco a los hombres, dignos herederos de Adán, a luchar por la derogación de esta ley, ejemplo de una visión feminista radical, anclada en conceptualizaciones difusas y de odio contra el sexo opuesto, nosotros los hombres.

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