Opinión Nacional

La verdadera historia de los tres cochinitos y el lobo feroz

La mayoría de nosotros conoce la historia de los tres cochinitos, que buscaban protegerse de la voracidad del lobo. Es muy probable que la hayamos leído en la escuela primaria, ó que nos la haya contado nuestro padre. Y quizá, la hayamos trasmitido a nuestros hijos.

Sin embargo, hemos vivido engañados por años. La historia que nos trasmitieron, y que tiernamente creímos, es falsa.

Es difícil aceptar el engaño del cual fuimos víctimas, pero debemos asumir nuestra ingenuidad. El vendaval de los recientes acontecimientos nacionales, dejaron a la luz, el verdadero acontecer de los hechos.

El lobo solidario y los tres marranos siniestros
(Fábula tragicómica mexicana)

Había una vez un marrano que por circunstancias no muy claras, se convierte en líder de un grupo animal. Pero muy animal.

Se llamaba Phillipe, era chaparro y caminaba erguido como todo enano con complejo de inferioridad. Tenía el mismo liderazgo que las mujeres policías que dirigen el tráfico en Reforma. Y aunque dicen que no hay que tirarles flores a los cerdos, de cuando en cuando, Phillipe, se merendaba a Margarita.

Su estatura política le impedía ver más allá de lo inmediato, y a veces ni eso veía. Estaba más perdido que turco en la neblina, y por momentos, se sentía desesperado, aunque trataba de aparentar lo contrario.

Para agravar su situación, había un lobo que hacía reclamos en nombre de todos los animales, que si faltaba agua, que si se acabó el alimento, se si maltrataron al changuito, que si no hay equidad entre hembras y machos…
El lobo se llamaba Pepe, pero todos le decían Pobre Pendejo, porque sus reclamos acababan perdidos en el fango del chiquero.

Al norte del río había otro cerdo, alto, delgado y de color negro, llamado Buroc. Tenía prestancia, simpatía, y un gran liderazgo entre los animales del norte; tanto, que algunos hasta blanco lo veían.

Buroc construía un muro de ladrillo, para evitar que los animales del sur entraran en su territorio.

Cansado de los reclamos del lobo, Phillipe le pide ayuda a Buroc.

– No preocuparse, Phillipe.- le dijo Buroc – Mi tener amigo que soluciona problema.

– Gracias Mr. Buroc – dijo Phillipe con tono ceremonioso, y balbuceando otro idioma. – Sabía que podía contar con su claridad de sus ideas.

– Bueno, bueno… – contestó el cerdo moreno –Tampoco tomarme el pelo.

OMS, un marrano muy gordo y desagradable, era poseedor de una gran sabiduría científica. Los tres marranos tramaron el plan.

Phillipe permitió que lo inocularan con un virus, y aceptó subordinarse a las necesidades del norte para recibir ayuda, y prometió que la selección de futbol nunca les ganaría.

Luego, Phillipe citó a Pepe, lo saludó con beso y abrazo para trasmitirle el virus y le invitó un cafecito en su chiquero. El marrano se dedicó a hablar mal de norte, le dijo que todos los problemas los ocasionaba Burok, que acaparaba el agua y la comida para su gente, y que la única solución era apropiarse de terrenos en el norte. Le puso la cabeza como moto.

– Pero, ¿cómo llegar al norte si tienen una muralla? – preguntó Pepe.

– Es pura fachada, Pepe. La pared se cae de un soplido.

El final de la historia lo podrán imaginar.

El pobre Pepe fue encontrado muerto a los pies de la pared, con los pulmones deshechos por el esfuerzo.

Moraleja: Los cerdos son muy cochinos

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