Opinión Nacional

La verdadera polarización

En el país existen distintas visiones sobre qué es democracia, qué modelo económico nos conviene, cuál es la vía más expedita para salir de la pobreza, etc. Hay suficiente base empírica, para concluir que en Venezuela existe un mosaico ideológico que se sostiene sobre un conjunto de creencias comunes que forman parte de nuestra cultura política. Esa variedad se enarbola también por una gama amplia de partidos políticos, voceros independientes, líderes sindicales, etc. Esa heterogeneidad es clara y manifiesta en el mundo de la oposición política y, a pesar de los esfuerzos del liderazgo oficialista por homogeneizar la identidad de su militancia, es posible observar también diversidad de posiciones en ella.

Podemos ir un poco más allá y decir también que esta variedad no ha coexistido pacíficamente. Al menos desde 1936 la confrontación y el debate de ideas toman abiertamente la calle y los medios de comunicación. El trienio 1945-1948 fue especialmente intenso en cuanto a la confrontación ideológica. El régimen de conciliación de elites, por más que intentó conciliar, como su nombre lo indica, siempre dejaba saltar más de un chispazo. En la última década del siglo XX la confrontación se agudizó más, saltando hacia la polarización en los dos primeros años del siglo XXI.

La polarización consolidó la hegemonía del chavismo-bolivariano hacia el 2004 y debilitó las posibilidades de los partidos de oposición para acceder al poder, a la vez que justificó un amplio conjunto de prácticas excluyentes por parte del Estado, que poco a poco se fueron imponiendo como norma de aplicación común.

En los tiempos que corren la polarización ha cobrado un matiz par- ticular. lo que nos divide y enfrenta es la forma peculiar en que manejan y controlan el poder quienes lo detentan y representan. Se trata de una nueva oligarquía que en nombre de determinados principios (la patria, los pobres, la revolución, la soberanía, el bolivarianismo, etc.), dictamina qué es lo conveniente, lo bueno, lo correcto. Sin escuchar a más nadie, desmoralizando y denigrando a quien se atreva a decir lo contrario y, lo que es peor, sancionando a quienes se atrevan a pensar distinto. Como diría recientemente Alberto Barrera Tyszka, se trata de una privatización salvaje del Estado y de sus instituciones.

Esta asfixia política amenaza gravemente a toda la sociedad, no solo a los partidos de oposición. Amenaza a los familiares de los presos que reclaman justicia y al empresario que es acusado arbitrariamente de acaparador. La amenaza es colectiva. Por eso la reivindicación a la libertad, el respeto a la disidencia y la exigencia de justicia debe ser una bandera nacional.

 

 

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba