Opinión Nacional

La “Viveza Criolla” de Tío Tigre y Tío Conejo

Introducción: En verdad de verdad, el tema de la «viveza criolla» es de larga data, y arranca desde la misma Colonia española en Venezuela y el resto de América Hispana. Es la mencionada “viveza”, el código de conducta «moral» que se advierte, subyacente, en las populares historias de Tío Tigre y Tío Conejo: astucia del Conejo contra la fuerza y la fiereza del Tigre, que se puede resumir en el lema: “Más vale maña que fuerza”. De esta manera el indio, el negro, el mestizo, y el blanco pobre o de «orilla», se burlaban de la autoridad española, y de los oligarcas criollos: astucia contra la fuerza y la fiereza del opresor peninsular, y de sus descendientes criollos.

Por eso la llamada «Guerra de Independencia», la «Guerra Federal», y las innumerables «Revoluciones» de la Venezuela del Siglo XIX., están marcadas por las coordenadas de esta fórmula conductual, o “moral” de la “viveza” criolla, la cual sufre diversas transfiguraciones y aplicaciones, según la suerte cambiante de los personajes, de los grupos, y de los escenarios de conflicto.

Pero el paradigma conductual, relacional/social, de “Tío Tigre versus Tío Conejo”, no se da solamente entre el grupo “dominante” y el grupo “dominado”; también se manifiesta dentro los subgrupos de dichos grupos; y en la relación interpersonal entre dos individuos, según uno de ellos sea el poseedor de la fuerza, y el otro no. Así el “débil” de ocasión apelará a la astucia o “viveza criolla” de Tío Conejo para vencer la “fuerza y la fiereza” del Tío Tigre de turno; y este último se transfigurará en Tío Conejo, cuando le toque lidiar con un Tío Tigre ubicado en un escalón jerárquico superior. Conductas que la Psicología Social contemporánea ha estudiado como el “Síndrome de la Personalidad Autoritaria”.

Muy bien descritas están estas situaciones, en los cuentos y novelas populares. Dichas pautas conductuales pertenecen al folklore nacional, y fueron llevadas a las bellas letras nacionales por el inmortal Don Antonio Arráiz al contar las aventuras de Tío Tigre y Tío Conejo. También se pueden encontrar en diversos episodios de las obras de Don Rómulo Gallegos: «Doña Bárbara», «Pobre Negro», y «Sobre la misma Tierra»; por nombrar como ejemplos, solamente a dos autores bien reconocidos, y algunas de sus obras, las cuales se pueden resumir en la frase:»Barbarie versus Civilización», que preside emblemáticamente todo nuestro siglo XIX.

Pero el Siglo XIX venezolano se prolongó en el «Castro-Gomecismo» hasta diciembre de 1935, muerte de J. V. Gómez, muy entrado el Siglo XX, que algunos autores han descrito como la tardía llegada de ese siglo al territorio patrio.

Los avances y retrocesos de la lucha entre “Tío Tigre y Tío Conejo”, mejor dicho entre «Barbarie y Civilización», se dieron con altibajos a lo largo del resto del siglo XX venezolano. Al final, con la caída de la dictadura de MPJ, el 23 de enero de 1958, pareció que habíamos superado la etapa de la «Barbarie» para entrar en la fase de la «Civilización».

Pero el esquema conductual, o sea la «Moral» de “Tío Tigre y Tío Conejo” siguió operando globalmente en la sociedad venezolana toda, resultando en el advenimiento del fenómeno «Chávez» y del «chavismo»: un resumen ampliado y mejorado de toda la barbarie anterior a 1998, endulzado con los recursos de una chequera petrolera sin límite aparente; con recursos mediáticos y propagandísticos muy modernos; y con los muy «sabios» consejos, y demás ayudas, del tirano saurio Fidel Castro, y sus hombres de acción, y máxima confianza, llamados por cierto autor “dulces guerreros cubanos”, mercenarios que lo custodian, y cuidan, como a las niñas de sus propios ojos.

El Personaje, y sus seguidores, son el resumen social, y personalizado, de todos los males de un pasado bárbaro: caudillismo, militarismo, nepotismo, machismo, corrupción, clientelismo, viveza a la llanera, abuso, cinismo, centralismo, personalismo, y un muy largo y negativo etcétera; todo ello “embojotado” en un confuso «Socialismo del Siglo XXI», especie de “sancocho cruzao” político/ideológico que ni ellos mismos saben en qué consiste; aunque Él sí sabe perfectamente lo que desea interna y profundamente: el mando personal, total y absoluto, en lo político, económico, social, familiar, y religioso, al muy claro estilo y modelo paradigmático talibán.

El Personaje y sus seguidores, han jugado indistintamente a los dos “roles”, tanto el de “Tío Tigre” como el de “Tío Conejo”, según la situación y las conveniencias políticas del caso. El Tío Tigre, y sus seguidores, que se alzan en febrero de 1992, se rinden y transforman en el “Tío Conejo” del “Por ahora”.

El “Tío Tigre”, y sus seguidores, abstencionistas en las elecciones para gobernadores de 1996, se transforman en el “Tío Conejo” candidato presidencial de las elecciones de 1998; y ya ganador se trasmuta en el “Tío Tigre” que jura sobre la Constitución “Moribunda”. Y así sucesivamente. El “Tío Tigre”, y sus seguidores, mandones y sanguinarios del 11 de abril del 2002, regresan el 13 del mismo mes transfigurados en los “Tío Conejo”, del arrepentimiento y la concordia: lo que dura una “pura alegría de tísico”, como se decía antes para describir el “mejoramiento” aparente del enfermo a punto de morir de tuberculosis. Y así sucesivamente, es un ciclo infernal.

El “Tío Tigre” mandón, y sus seguidores, pierden el referendo del 02 de diciembre, y por breve lapso se convierten, de nuevo, en el “Tío Conejo” de un nuevo “Por ahora”. De nuevo atacan, “Tío Tigre” y sus seguidores, nacionales e internacionales, invade a Colombia con sus naves, y un personal nacional e internacional en “Misión Humanitaria”, para hundirse en el más espantoso ridículo, por la actitud crematística, y perversa, de la narcoguerrilla colombiana, que prefirió engañar a su aliado más “querido”, a los familiares de los secuestrados, a los “misioneros” internacionales, y a la opinión pública internacional, al no poder cumplir, verdadera y cabalmente, con lo ofrecido: la entrega de tres rehenes.

Conclusión: La Comunidad nacional venezolana, y la internacional, deben unirse para desenmascarar el juego perverso y diabólico del “Tío Tigre” mandón y sus seguidores, y de sus prácticas migratorias al disfraz “oportuno” y circunstancial de “Tío Conejo”, para superar las derrotas, ganar tiempo, y agrupar fuerzas para volver atacar. Ellos representan las fuerzas, y los juegos bárbaros del pasado, y son la antípoda de los procesos civilizatorios tan caros a la humanidad.

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