Opinión Nacional

Laberinto

“ El único peligro real somos nosotros mismos…El hombre es el gran  peligro y estamos lamentablemente desprevenidos acerca de ello.”*

Carl Gustav Jung

El odio es una manifestación extrema del miedo. Cada vez que trazamos una línea divisoria para separarnos de otro o de otros a quienes consideramos adversarios , lo que estamos haciendo es levantar un muro para protegernos. En coyunturas de alta polarización, como las que hoy sufren muchos países y entre ellos el nuestro, los grupos y partidos levantan por doquier paredes  divisorias que terminan por convertir el territorio en un laberinto de parcelas cercadas donde todos acaban siendo enemigos de todos.

No hay laberinto sin minotauro, porque el miedo concentrado se vuelve monstruo aterrador de poderes míticos en el que se reflejan los infinitos rostros de todos aquellos que son para nosotros distintos y por tanto amenazantes. Llegado el caso, la alucinación se materializa y el minotauro termina devorando realmente a quienes se aventuran en los predios  que se han convertido en su exclusivo dominio, para confirmar – como siempre se confirman de una u otra manera- los temores de la manía persecutoria.

El mito nos cuenta que Teseo se valió del hilo de Ariadna para escapar con vida del laberinto. Ariadna simboliza la parte femenina, el alma, y es interesante considerar que ella espera a Teseo fuera del laberinto, en la “tierra firme” no dividida por las paredes de la segmentación de posiciones.

Hagamos un ejercicio. Entremos en cualquier espacio público. Puede ser cerrado, como un centro comercial, o abierto, como un parque. Contemos a ojo la cantidad de personas que se encuentran allí al mismo tiempo que nosotros. ¿ Quinientas? ¿ Mil? ¿Más de mil? Ahora hagamos este cálculo: casi la mitad, la mitad, o un poco más de la mitad de ellas pertenecen al grupo de los que han defendido y defenderán, han votado y votarán por la opción opuesta a la nuestra. Son nuestros oponentes de carne y hueso y podemos codearnos con ellos e incluso sentarnos en butacas contiguas para ver la misma película.

¿Qué cara tienen? ¿ Llevan inscrita en alguna parte su condición de “enemigos”?

Y ellos ¿ Nos reconocen como contrincantes? ¿Se dan cuenta de que pertenecemos al bando que odian y que desearían eliminar?

Puede que sí, dirán algunos. Yo sigo preguntando: ¿ Qué haríamos con todos ellos si nuestro poder fuera ilimitado?  ¿ Los borraríamos del mapa como quisieron hacer los nazis con los judíos?

Preguntas infantiles como éstas son las que corresponde hacer porque el miedo que construye laberintos e inventa minotauros es un miedo pueril. Me dirán : “ Es que la cosa es seria, llevan al país al abismo…podemos perecer todos en cualquier momento si esto sigue así”. Del otro lado me dirán con la misma convicción que estamos al  borde de una invasión del imperio, que lo peor puede ocurrir si no cerramos filas contra los agresores…

A veces las pesadillas se tornan realidad, como hemos dicho, pero es curioso ver cómo tanta gente es capaz de avalar la posibilidad  de éstas y otras amenazas y catástrofes mientras que casi nadie muestra la menor preocupación por el verdadero peligro de una fractura violenta que lleve a una confrontación civil de proporciones. Como no se considera probable ( “los venezolanos no somos así”) tampoco se piensa que continuar levantando muros  pueda reforzar el dédalo  de la incomunicación general en que cada día perdemos más contacto humano unos con otros y todos con la realidad.

Pero hay peor aún , más pueril y más perverso: algunos piensan que esa confrontación violenta y sangrienta ( “hace falta que corra sangre” ) es la única “solución” a los problemas del país.

Lo mismo  pensaban muchos en España a comienzos del año 36.

* “Only real danger that exists is man himself…he is the great danger and we are pitifully unaware of it”  Jung speaks Part IV : http://www.youtube.com/watch?v=32Tp4VdZims&feature=related

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