Opinión Nacional

Las 3 R de la oposición

Producto de los resultados del 26S hay individualidades identificadas con «el proceso» que han hecho aportes en la autocrítica. Unos son muy conocidos y otros no tanto, aunque tal vez tengan planteamientos más contundentes que suelen quedarse en un círculo restringido.

Algunos como Julio Escalona y Eduardo Samán proponen crear una corriente revolucionaria (radical) dentro del Psuv y luchar contra la ineficiencia y la corrupción (aún no los han expulsado del proceso). Otros como José Vicente Rangel y su alter ego Marciano plantean una revisión, dejar de mirarse el ombligo, y recomienda al Presidente que en vez de repolarizar como ha insistido, más bien despolarice.

En pocas palabras, hay suficientes advertencias sobre las posibilidades de que la revolución sufra el síndrome sandinista y que por la vía electoral sea desalojada del poder.

En una entrevista hecha por http://www.luchadeclases.org.ve/ a Samán, se le consulta sobre perspectivas y escenarios de la revolución bolivariana después del 26S, y responde: El primero es que haya una radicalización de la revolución. Para ir por esta vía es necesaria una rectificación interna en el seno del Psuv. Esto significa una lucha sin cuartel contra la burocracia y la corrupción.

El otro escenario es algún tipo de reconciliación del proceso con la derecha, o incluso podría haber un statu quo, pero sin un avance significativo. Allí tendríamos una agonía, que es decir una muerte lenta de la revolución.

Por su parte, Rangel lanza la tesis de la despolarización tratando de convencer al Presidente, para quien la salida es repolarizar.

Si bien la polarización favoreció al Presidente, los últimos procesos muestran que hay una tendencia a que no lo beneficie, porque así como aglutina a sus votantes duros, los críticos tienden a abstenerse y los blandos se mudan de bando; mientras que quienes se le han opuesto tradicionalmente se están movilizando más electoralmente, que es al final lo que cuenta si se respetan las normas democráticas.

A principios de 1998 Chávez no estaba ni siquiera entre los tres primeros presidenciables en las encuestas. En aquel momento, la reina del arroz con pollo era Irene Sáez y cuando el teniente coronel empezó a ganar terreno, no faltó quien asegurara que se espicharía antes de diciembre «porque el voto del venezolano es conservador». El resto es historia conocida.

Doce años después Chávez sigue siendo un fenómeno, ya que su apoyo no ha bajado de 40%.

Que esto sea hoy así no significa que lo será mañana. Y ese es el punto que a mi juicio no terminan de aceptar algunos que insisten en que cuando el poder del Mandatario esté en juego de verdad, toda su base de apoyo saldrá a votar por él.

El riesgo que corre es grande. No sólo porque quienes se le oponen se resistirán más aunque tome medidas que beneficien a la clase media y llegue a más en los sectores populares; sino porque hay corrupción, ineficiencia y burocratismo; y que se sepa, así como pocos de los que le rodean aplicaron las Tres 3; menos le han parado a las Tres R redobladas, todo lo cual genera frustración en sus bases.

Lectores chavistas de corazón, honestos y comprometidos, discúlpenme por la rudeza: pero al paso que va el Gobierno, la oposición tiene un gran chance de volver Relegitimada, Repotenciada y Renovada.


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