Opinión Nacional

Las cartas sobre la mesa

Las sospechas son confirmadas por datos precisos que ratifican informaciones de ambos lados de la frontera. Especialmente de dirigentes agropecuarios de Zulia y Táchira, comerciantes y familiares de víctimas de acciones del crimen organizado que le dan soporte operativo al terrorismo y al narcotráfico. La presencia activa de las FARC, de lo que va quedando del ELN, de las FBL –Fuerza Bolivariana de Liberación, única guerrilla terrorista en el mundo al servicio del gobierno del país en el que actúa- y de disidentes del paramilitarismo desmovilizado, son hechos públicos y notorios. También información de militares que desahogan su impotencia ante las órdenes superiores que los obligan a dejar hacer, desatendiendo lo fundamental de sus obligaciones militares y legales.

Nada es casual. Recordemos que antes de ser elegido, Chávez fue acusado por el gobierno de Colombia de estar relacionado con las FARC. Samper era presidente. Una vez investido, en reunión conjunta con las fuerzas militares de Colombia, declaró su neutralidad con relación al conflicto interno de ese país. Dijo que las FARC no eran enemigas de Venezuela e interrumpió los acuerdos binacionales de cooperación militar. Se conocieron las relaciones epistolares con Marulanda y las gestiones para entrevistarse. Uribe revocó la decisión de hacerlo mediador para liberar secuestrados por su parcialidad. Pidió formalmente a la Asamblea Nacional que desconociera la calificación de terrorista que tienen las FARC y el ELN, abogando por la beligerancia. En el mismo escenario, quizás aturdido por la acción contra su campamento en la frontera ecuatoriana, guardó un minuto de silencio por (a) Raúl Reyes, interrumpió las relaciones con Colombia, ordenó movilizaciones militares hacia la frontera, insultó a todo el mundo y amenazó con la guerra hasta a Estados Unidos. Para él, limitamos por el Oeste ¡con las FARC y no con Colombia! Las computadoras capturadas allí y en otras acciones, más los testimonios de quienes se han acogido a la política de desmovilización de Uribe, arrojan graves evidencias sobre cuanto sucede. La relación es vieja e intensa. Todo está ampliado en las investigaciones de la Audiencia Nacional de España. Con la muerte de Marulanda y Reyes, de varias decenas de líderes de la segunda y tercera línea de mando y la presencia en Venezuela de la mayoría de los integrantes de la primera línea y el supuesto líder máximo, Alfonso Cano, acosado y quizás también fuera de Colombia, podemos concluir que las FARC son orientadas y dirigidas desde Venezuela, alimentadas y protegidas por una población tan indignada e impotente como desprotegida. El gobierno canceló el convenio militar con Estados Unidos y expulsó del país a la DEA hace unos cuatro años. ¿Por qué sería? ¿Será que las FARC tienen un nuevo liderazgo, una nueva vocería y apuntan hacia ambos lados? Fuerza para destruir por igual la oposición a Chávez y a la democracia colombiana. Ya veremos.

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