Opinión Nacional

Las convocatorias

Yo transitaba por la Avenida Miranda de Caracas cuando escuchaba la radio y supe que habían dictado auto de detención a Carlos Fernández, Carlos Ortega, Juan Fernández y otros gerentes de la industria petrolera, por haber liderado el paro cívico de diciembre de 2002. En aquel momento sentí la necesidad de manifestar mi rabia y mi desacuerdo ante tal medida impuesta por el gobierno. Detuve mi carro, tomé una pancarta que guardaba en la maleta que decía: “Aquí estoy con Venezuela, méteme preso”, la saqué por la ventana y empecé a tocar corneta. Enseguida fui blanco de las miradas de todos los que estaban a mi alrededor. Imagino que muchos, igual que yo, habían escuchado la noticia ese mismo momento, porque inmediatamente empezaron a salir banderas de los carros y se paró el tráfico en la avenida por media hora aproximadamente. De igual forma salía gente de las tiendas y empezaron a unirse a la manifestación de rechazo por semejante atropello. Después, todos seguimos nuestro camino con la esperanza de que alguien del gobierno hubiese escuchado nuestra señal de disconformidad. Yo, regresé a casa con la satisfacción de haber hecho lo propio: mostrar cívica y pacíficamente mi contrariedad.

En aquel momento no esperé que ningún líder hiciera una convocatoria para llamar a la gente a manifestarse. Mi respuesta fue inmediata. No estuve dispuesta a permitir que se violaran nuestros derechos. Tampoco ahora lo estoy. Y no pienso que es necesario que los ciudadanos requiramos que alguien nos diga qué hacer o qué no, para protestar democrática y pacíficamente por los ataques malintencionados a Súmate, que nos ha brindado la herramienta más valiosa y efectiva para el mantenimiento de la democracia. Yo no necesito que nadie me convoque para exteriorizar mi inconformidad por la trasgresión a las normas que se aplicaron al pie de la letra en el proceso de recolección de firmas para la revocatoria del mandato del presidente, y tampoco requiero que alguien me diga cuándo y cómo decir que me opongo a lo hecho por Chávez en Guyana.

Es hora de que asumamos individual y responsablemente una actitud de compromiso ante lo que sucede en el país. Es hora de respaldarnos y apoyarnos, la Coordinadora Democrática, con los partidos políticos que la integran, las ONG’s, la sociedad civil, los empresarios, los sindicatos, los estudiantes, la Fuerza Armada Nacional. Absolutamente todos a defendernos y defender nuestros derechos.

Ya basta de esperar y ver que “el otro haga para yo hacer”. Ya basta de “vamos a ver qué pasa”. Ya basta de “como vaya viniendo vamos viendo”. No podemos responsabilizar a los otros de nuestros errores y de nuestros aciertos. No podemos pretender que los demás tengan las respuestas a todas nuestras inquietudes. Los demás no tienen la culpa de nuestro quietismo y de nuestro mutismo.

Yo estoy de acuerdo con las acciones en conjunto, con las alianzas, pero sin delegar en los demás lo que es nuestro compromiso individual. Por dejar que los otros nos digan qué hacer, cómo actuar, y qué decir, se puede perder la patria.

Hay que tener criterio propio. La madurez política en Venezuela debe ser asumida por cada uno. Necesitamos darnos un espaldarazo y ser bastiones de cambio, ser parte de la solución y no parte del problema. Llegó la hora de ser y hacer con el ejemplo. Que luego no nos reclamen nuestros hijos no haber actuado cuando y como debíamos. Quizás las convocatorias para ese entonces hayan sido prohibidas.

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