Opinión Nacional

Las guerras imaginarias del PSUV

El mismo día de la comparecencia del cardenal Urosa Savino a la Asamblea Nacional el PSUV ordenó una movilización de sus seguidores al centro de Caracas. Ante el asombro de muchos transeúntes, un numeroso grupo de los «franelas rojas», entre gritos y amenazas, irrumpió en la iglesia San Francisco desplegando fotos del Che Guevara y pancartas alusivas a la jerarquía eclesiástica y en especial contra Urosa.

No es de extrañar una reacción de esa naturaleza por parte de un partido político que se siente amenazado porque la Iglesia lo acusa de «marxista y comunista» pero que no le gusta que se lo digan, dado el rechazo de la población a que al país lo lleven por el camino autoritario que ya recorrieron países como Cuba y la desaparecida Unión Soviética.

Pero no se puede ocultar el sol con un dedo y las políticas de expropiaciones, de controles económicos y de ahogo a todo el sector privado, van en perfecta armonía con lo que está escrito en el programa del PSUV y su declaración de principios en los que, al tiempo declaran como «enemiga» a la jerarquía eclesiástica, se establece que apenas estamos viviendo en una transición al socialismo y aún no ha culminado un proceso en el que no habrá empresas privadas venezolanas, no habrá banca sino la estatal e incluso el comercio privado dejará de existir. Al menos esa es la pretensión aunque llevarlo a la práctica sea un camino muy difícil por no decir inviable.

Pero el afán socialista de Hugo Chávez ha colocado a Venezuela en los peores índices económicos y sociales del continente y en algunos casos del planeta y en ese afán está llevando al país a la ruina y con él al sector popular que tradicionalmente le dio su apoyo.

La denuncia del Gobierno colombiano sobre la presencia de unidades de las FARC en Venezuela, le permitió al Gobierno venezolano abrir otro frente de guerra mediático, ajeno a los problemas graves que sufre la población.

El PSUV pone a todos sus dirigentes en función de estos dos escenarios: uno el de la Iglesia y el otro el de Colombia y el imperialismo. Con ello se pretende evadir la realidad que ahoga al pueblo venezolano en el campo de la vida cotidiana. Pero esa estrategia no funciona en los usuarios del Metro, en los cientos de familias que van a buscar a sus muertos en la morgue, tampoco tiene efecto en los que a duras penas cubren la cesta básica en los mercados o en los usuarios de los servicios públicos de salud.

El marxismo del Gobierno no logra tener éxito en ninguno de los temas que más afectan a la gente y la ineficiencia tratan de cubrirla con enemigos externos y los malucos capitalistas que no los dejan gobernar.


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