Opinión Nacional

Las Lluvias

A diferencia de las cuatro estaciones de los países del norte y del sur en el nuestro solamente conocíamos dos, de verano y de lluvias, que se
repartían equitativamente el año civil.

De cierto tiempo para acá y debido a la actividad humana las cosas han cambiado y los agricultores no creen en pintas y repintas pues ya no se pueden guiar por ellas para sus labores aunque con frecuencia a todos nos pasa lo mismo con los informes meteorológicos que da la TV.

El tiempo que padecemos nos encierra y estimula recuerdos y meditaciones. Mientras llueve vienen a la mente épocas vividas por nosotros pero también literariamente los nombres de Rimbaud ( Il pleur dans mon coeur/ comme il pleut sur la ville ), de Doña Bárbara (tiempo de mascada, tapara y chinchorro) de Rudyar Kipling y la India, y musicalmente del vals Lluvia, compuesto por el zuliano Luis Guillermo Sánchez trasterrado a zona montañosa.

Pero secuencialmente nos llega también el recuerdo de la Mérida lejana cuando tanto el abrigo como el impermeable formaban parte del equipo habitual de quienes la habitábamos y el caucho nos cobijaba para la habitual caminata a clases pero también ocasionalmente extendido sobre nuestras cabezas servia de cobertura durante las serenatas. Los únicos que nunca reclamaron ni tuvieron la protección adecuada fueron los músicos pues las retretas eran en la plaza, al aire libre, y por eso la música frecuentemente se quedaba en los instrumentos y no salía al aire. Mas tarde, cuando el revivir de los caballos de paso, sería la cobija santafereña complemento ordinario de paseos y cabalgatas por una ciudad no tan congestionada ni tan peligrosa como ahora.

Pero la lluvia no solo tiene relación con clases, retretas, serenatas y paseos. Eufemísticamente designa también la inesperada tanda de insultos o reclamos y de la acción aparentemente moderada pero persistente decimos que «no moja pero empapa».

En política el sentido de la lluvia varía. Muchas veces es recurso bendecido que libera de la manifestación o el mitin con su consabido despeño de diatribas y frases altisonantes. Con respecto a los altibajos políticos la bien conocida frase de Carlos Andrés Pérez «Llueve y escampa», al no ocurrir el esperado relevo para AD como que debe transformarse en «Chubasco y llovizna».

De los oratorios aguaceros presidenciales no se libran ni los ministros e igual sucede con los afortunadamente mas breves de la Oficina de Información miraflorina, pues no hay programa cultural, ni película, ni telenovela que se salve de sus despeños para desgracia de los adictos a tal entretenimiento y por su brusquedad y cuantía nos hacen recordar a los franceses que por eso designan a los chubascos «micción de vacas». Como Prometeo el público venezolano está encadenado y condenado a que el chubasco presidencial le roa la paciencia sin que se avizore escampada inmediata o próxima sino todo lo contrario. Como estamos en tiempo de experimentación científica y el gobierno esta comprometido en la asistencia médica global – así sea con los cubanos- si fuere necesario sería interesante un estudio de la actividad cerebral de los venezolanos durante cada aguacero verborreico presidencial. Uno no sabe cuales serian los resultados pero como la globalidad es imposible sería un buen indicador – como muestra estudiar los trazados gráficos proporcionados por el PET (Position Emision Tomography ) de los altos personeros del gobierno, civiles y militares, sometidos periódicamente al experimento y ante el cual sus rostros y gestos muestran diferente reacción.

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