Opinión Nacional

Las vidas paralelas de la Comunidad Andina y la Unión Europea

¿Cuál será el próximo objetivo que se plantearán las existentes asociaciones económicas de países, una vez que hayan sido logrados los propósitos que las originaron?.

En la anterior publicación «La Integración de la América del Sur» (Venezuela Analítica, No 38) se trató de mostrar que «las naciones suramericanas presentan desventajas comerciales evidentes con relación a los países desarrollados. De allí la necesidad de integrarse y actuar conjuntamente en el complejo y complicado escenario internacional». En esta ocasión, surge otra inquietud: ¿Cuál será el próximo objetivo que se plantearán las existentes asociaciones económicas de países, una vez que hayan sido logrados los propósitos que las originaron? ¿Son esas asociaciones el resultado último de un fin?.

En esta búsqueda, nos encontramos que la Unión Europea nació como un fin comercial, en el cual, un grupo de países europeos establecerían una zona de libre comercio, de tal forma que sus potencialidades científicas, tecnológicas y económicas, pudiesen enfrentar, en conjunto, la difícil actividad del comercio mundial. Paralelamente, nos encontramos que, en otro ámbito histórico, geográfico y cultural, la Comunidad Andina de Naciones surgió con similar determinación que la organización europea.

En virtud de los delineamientos de esta reflexión, propondremos que las asociaciones comerciales entre Estados siguen un planteamiento análogo a las de las agrupaciones de individuos. Es sabido que en las sociedades de seres humanos, sus integrantes establecen un vínculo, en el cual se produce una relación que es estable e interactiva. Las sociedades humanas, en un sentido amplio, se constituyen en Estado, cuando en forma natural (según Aristóteles), se van agrupando sobre un territorio-nación. En Europa, por ejemplo, se erigieron, tantos territorios-naciones, posibles, como tantas manifestaciones culturales tuvieron existencia. Estas sociedades actuaron obedeciendo a sus propios intereses y fines. Prevalecieron, naturalmente, las más fuertes.

Con base a esta tesis, encontramos que el proceso de la integración que ha creado a las dos comunidades en referencia, refleja que las naciones que las integran, han establecido un nexo estable para actuar conjuntamente en el gran mercado internacional; estos Estados tienden, también, a agruparse bajo la acción de una política exterior común. En el caso de Europa y tal como lo soslayó Winston Churchill (el 16 de septiembre de 1946, en Zurich), estaríamos hablando de los Estados Unidos de Europa. Si no, ¿qué podría significar la evolución de las relaciones de los países europeos entre sí, en el período comprendido entre la firma del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), en 1952, y la firma del Tratado de Constitutivo de la Comunidad Europea, en 1992? Pero, ¿será el fin último de esta asociación de Estados sólo un aspecto comercial? Según Jean Monnet, con el tiempo y con la costumbre, la coalición, no sólo sería entre Estados, si no que podría ser, también, entre hombres.

En otro escenario, el 26 de Mayo de 1969, un grupo de naciones suramericanas suscribieron el Pacto Andino, Acuerdo que tenía como propósito primario, el establecimiento, en el lapso de diez años, de una zona de libre comercio entre los países signatarios. Sin embargo, en un lapso de tres décadas, los países integrantes de ese Pacto, luego de un largo proceso de tomas de decisiones políticas e iniciativas técnicas, comerciales y sociales, se constituyeron en la Comunidad Andina de Naciones. Pudiéramos agregar que los pueblos integrantes de esa Comunidad tienen una historia común, la cual comenzó con los viajes que emprendieron las Carabelas «La Pinta», «La Niña» y «La Santa María», al «Nuevo Mundo». Igualmente, podemos subrayar que luego de la conquista, la Historia de la América del Sur destaca el esfuerzo hecho por los hombres -quienes vienen haciendo esa Historia- por alcanzar su liberación política y por su búsqueda de una identidad nacional. Modernamente, las actuales generaciones son herederas de una entidad comercial de naciones que, durante treinta años de esfuerzos y de perseverancia, lograron edificar una organización con una personería jurídica supranacional, tal como lo es la Comunidad Andina de Naciones, que lucha por la liberación económica de sus pueblos afiliados. Esta mancomunidad comercial, por la trascendencia de las decisiones que la originaron, nos conduce a la idea de que la tendencia de la conciencia política, la cual originó a esa Comunidad de naciones, sólo tuvo la intención de lograr una sólida coalición mercantil. No obstante, se han venido manifestando ciertos fenómenos que podría inducirnos a pensar que los propósitos variarán, en la medida que irá pasando el tiempo.

Yendo de un lado a otro lado del Océano Atlántico, no encontramos que la Unión Europea, por su parte, abarca, aproximadamente, una extensión de 3.209.801 kilómetros cuadrados y una población de unos 372.770.459 habitantes (estimaciones hechas en el año 1993); nos encontramos también que estos pueblos, por los logros alcanzados en el desarrollo de sus culturas, se han convertido en un foco que ha irradiado su influencia en diversos aspectos del desarrollo del ser humano; contribución cultural, que no sólo se circunscribió a la filosofía, a la literatura, al arte y a la forma democrática de gobierno, sino, también, al desarrollo de principios económicos. Europa, además, influyó directamente, a través de España, de Portugal, de Francia y de Inglaterra, en la conformación étnico-cultural de muchos pueblos. Sin embargo, Europa ha sido un continente con divisiones extremas, monstruosas dictaduras, dos grandes guerras mundiales, genocidio, el uso del ser humano como una mercancía; la creación de una Europa «comunista», etcétera. Estos fenómenos son una evidencia de que estos países estuvieron situados, dialécticamente, en polos opuestos y, la Unión Europea, pareciera que fuese la síntesis del proceso conciliatorio de variadas culturas. Y, ¿por qué no podríamos decir, parodiando a Jean Monnet, la Unión Europea es una coalición de culturas?
Volviendo a nuestra realidad, la Comunidad Andina de Naciones está integrada por sólo cinco países suramericanos: Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Estos Estados están ubicados en 4,7 millones de kilómetros cuadrados de la Cordillera de los Andes y tienen una población de 105 millones de habitantes. Estos pueblos, pese a las desavenencias manifestadas en la Cordillera del Cóndor y otras diferencias limítrofes, han mantenido una relación de verdadera hermandad. Además de un origen histórico común y pese a las variantes específicas de cada pueblo, las naciones que integran a la Comunidad Andina de Naciones tienen dos factores culturales unificadores: una lengua (el español) mayoritariamente común y una religión única (el credo católico es profesado por, aproximadamente, el 95% de la población). Estos factores nos indican que, si en la Unión Europea se viene produciendo una coalición cultural, en la Comunidad Andina de Naciones, el proceso de integración tiene otros obstáculos, entre los cuales, resaltan los problemas económicos y sociales que afectan al hombre de la región.

De nuevo en el «Viejo Continente» y haciendo una reflexión sobre la Historia de la Unión Europea, pudiéramos proponer la tesis de que las naciones que integran esa comunidad de Estados soberanos, no están destinadas, por un determinismo ajeno a la voluntad del hombre, a convertirse en una especie de Federación Estados Europeos. Por el contrario, el pensamiento político europeo contemporáneo ha comprendido que las naciones europeas no pueden enfrentar, individualmente, el llamado «desafío del mercado internacional». Conscientes de esa realidad, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal, España, Austria, Suecia, Finlandia, conformaron un bloque comercial que exportó, en 1997, 2 billones 105 mil millones de dólares. Esta cifra no ha sido superada por una organización análoga. Pero, tomando como ejemplo a la República Federal de Alemania y situándonos en el mismo año 1997, nos encontramos que esta altamente desarrollada nación, con 80.767.591 habitantes, 12.000 museos, 400 bibliotecas importantes, 60 salas de opera, 671.400 camas de hospitales, exportó la cantidad de 511,68 mil millones dólares e importó, en el mismo período, 441,47 mil millones de dólares. Este intercambio comercial refleja una balanza comercial positiva de US$ 70,21 mil millones. El Japón, en otro ámbito geográfico y económico, en el período mencionado, exportó 421,02 mil millones de dólares e importó 338,75 mil millones de dólares (Fuente: OMC). El país asiático, también, tuvo una balanza comercial positiva. Por su parte, los Estados Unidos de América, en ese mismo período, exportó 688,70 mil millones de dólares e importó 899,02 mil millones de dólares. La balanza fue deficitaria. Estados Unidos de América, pese a tener una balanza negativa, es el gran centro comercial de mundo y todas las naciones se disputan su mercado. Sin embargo, sí la economía alemana tiene un margen de ganancia, Grecia, otro miembro de la Unión Europea, no tiene las mismas ventajas. Este país, en 1997, exportó una cantidad de 10,8 mil millones de dólares y realizó importaciones por el orden de 25,21 mil millones de dólares (Fuente: OMC). Este país, cuna de Heródoto, primer historiador que tuvo la humanidad, ratifica que la Historia tiene un curso. Grecia, por si sola, tendría dificultades para enfrentar el gran desafío que el comercio internacional está sometiendo a los países. Pero, Grecia tiene un destino ligado al destino de Europa. Lo negativo de la balanza comercial del país heleno, es compensado por la estructura jurídica que sustenta a la Unión Europea. En este sentido, Grecia no está sola.

Pero, regresando a nuestra Comunidad Andina de Naciones, nos encontramos que esta asociación participa, en el comercio globalizado, como economías que emergen del subdesarrollo. De allí que, en 1997, la Comunidad suramericana exportó 47, 87 mil millones de dólares e importó 43,89 mil millones de dólares. Pese a que la Comunidad participa con beneficios en el mercado internacional, Bolivia y Colombia presentaron una balanza comercial deficitaria (Fuente OMC). Sin embargo, fuera de la Comunidad, el déficit de esas naciones pudiera ser mayor. Pues, el Acuerdo de Cartagena, que bien podría ser identificado como la «Carta Magna de la Comunidad Andina de Naciones», establece, en su Artículo 2, que «El desarrollo equilibrado y armónico debe conducir a una distribución equitativa de los beneficios derivados de la integración entre los Países Miembros de modo de reducir las diferencias existentes entre ellos». Pareciese que los dirigentes buscan una igualdad entre los pueblos. Por tal motivación, periódicamente, son revisados los resultados de dicho proceso integracionista con la intención de lograr un equilibrio entre los socios. Esta medida, indudablemente, pudiera indicar que la conciencia política de los gobernantes de la región está buscando un beneficio colectivo que va más allá del sólo beneficio económico. De allí que, esta tesis podría sugerirnos que el concepto «mi patria es América» es una verdad que comienza arraigarse en la conciencia del hombre andino.

Las vidas de ambas comunidades son paralelas. Sin embargo tienen similitudes que pronostican que tendrán durabilidad en el tiempo: La Comunidad Andina de Naciones y la Unión Europea tienen una organización jurídica, con carácter de pacto entre Naciones, que las diferencia del Mercado Común del Sur, del Tratado de Libre Comercio de Norte América, de la Asociación Europea de Libre Comercio, etcétera. Las organizaciones jurídicas de esas mancomunidades supranacionales, aunadas al propósito de una política exterior común, no sólo muestran la madurez cultural y confianza mutua, sino también que el concepto de territorio-nación, conformado por individuos humanos de una misma cultura, ascenderá a una escala superior. Con base a este supuesto, cada una de las dos organizaciones podrían adoptar la forma de un territorio-multinacional conformado por Estados que interaccionarán para alcanzar sus fines comunes.

En resumen, la Comunidad Andina de Naciones es una realidad, que desplazándose por los rieles de su propia historia, avanza segura hacia el futuro. Paralelamente, la Unión Europea, sigue su propio proceso. Pero ambas organizaciones, parecieran tener un objetivo común: la integración de sus socios en una misma unidad multinacional. Los Estados Unidos de Europa fue, a la luz de este discreto análisis, una visión de Jean Monnet, que, a largo plazo, podría convertirse en realidad. En el otro lado del Océano Atlántico, el término «Mi Patria es América» va dejando de ser una expresión retórica. Por lo contrario, es un concepto, cuya realidad, pareciera corresponder con un hecho futuro. Por su parte, la Unión Europea, en la completitud de su concepción jurídica supranacional, se va extendiendo por todo el continente europeo. Por otra parte del mundo, la Comunidad Andina de Naciones, apoyándose en la hiperestructura jurídica que la sustenta, crece imperceptiblemente. La Unión Europea pudiera llegar, a través de Turquía, hasta las fronteras con Siria, Irak, Irán, Rusia. La Comunidad Andina de Naciones tiene, sin embargo, una frontera imaginaria que pudiera llegar, en el año 2010, hasta la pujante mayor minoría étnica de los Estados Unidos de América: los hispanos.

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