Opinión Nacional

Lazaro en Platanal

No me refiero a la persona del actual inquilino del despacho de Platanal, el ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, quien, por cierto, tiene encima varias «muertes y resurrecciones» políticas, como la del Amparo en 1988 y la del 11 de Abril del 2002; me refiero, más bien, a su plan de seguridad ciudadana y, en estricto rigor, a la sucesión de planes que desde ese ministerio se han tratado de poner en práctica a partir de octubre de 2004, cuando Jesse Chacón saltó del Minci al ahora Minpopoinjust.

Y preciso esa fecha y ese funcionario, porque de entonces para acá se impuso la costumbre de que el «titular del despacho» diera una rueda de prensa semanal –por lo general los martes– para anunciar los éxitos de la política de seguridad de la semana anterior. El ministro Chacón estuvo desde finales del 2004 hasta comienzos del 2007, momento en que pasó al Minpopotel, declarando cada 7 días que el número de delitos cometidos en el país se reducía inexorablemente en tanto o cuanto porciento.

Si cada semana durante dos años y pico el número de homicidios se redujo, por ejemplo, en 10%, entonces a la vuelta de poco tiempo se han debido de acabar por completo las muertes violentas en Venezuela, y más aún han debido de empezar las resurrecciones en masa de los aniquilados por el desborde del hampa. Pero las cifras oficiales de balance anual, con todo y el pesado maquillaje, reflejan una realidad muy distinta y bastante atroz. Cerca de 14 mil asesinatos por año desde el 2003, en un país que no pasaba de 4 mil quinientos hasta 1998.

Igual ocurre con otros tipos de delitos: lesiones, secuestros, robos, hurtos. Según Chacón (2004-2007), su sucesor Pedro Carreño (2007-2008) y el actual Rodríguez Chacín, llevamos casi cuatro años con el crimen palo abajo de acuerdo con la semanal disminución de hechos delictivos que revelan las «estadísticas» mostradas en las también semanales ruedas de prensa. Del mismo modo, el mentís a toda esa lamentable charada lo dan las propias cifras de la realidad delictiva que emanan del CICPC al final del año, o de los reportes de oeneges de derechos humanos.

En honor a la verdad, el lenguaraz señor Carreño que antecedió al presente ministro no se ocupó mucho de la data vindicatoria de la lucha contra el crimen. Quizá su cinismo no llegaba a tanto, amén de que él mismo fue «víctima» de hurto en moneda del Tío Sam, y algunos familiares suyos también sufrieron el azote de los antisociales. Pero el marino Rodríguez Chacín ha compensado aquella desidia y en estos instantes la comisión de hechos punibles en Venezuela está dejando de ser real para convertirse en un invento del terrorismo mediático de la massmedia capitalista.

El primero que habló de una «Misión Lázaro» para identificar el plan de seguridad fue el agudo periodista Pedro Pablo Peñaloza. Sería magnífico que los datos que salen de Platanal siquiera se acercaran a la verdad. Pero nadie entiende que si cada semana disminuye el número de delitos, al final del año éstos sean mayores que el año anterior. Lamentablemente para el conjunto de los venezolanos, de un Estado dónde se confunde el hampa con el alto, medio y bajo gobierno, no se puede esperar otra cosa.

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