Opinión Nacional

Lecciones del megadesastre

Ha ocurrido un evento histórico de gran magnitud en Venezuela. Su lectura es compleja. Son numerosas las enseñanzas y derivaciones de profunda significación para la vida nacional. La primera de ellas tiene que ver con la tan cuestionada ética y moralidad del venezolano.

Cuando el consultor jurídico del CNE admitió que la institución a la que representaba no estaba en capacidad de conducir con éxito las elecciones, las cámaras de la televisión privada transmitieron a todo el país, la instantánea reacción de las personas presentes en la sala de audiencias del Tribunal Supremo; quienes profirieron a coro, exclamaciones de asombro que motivaron al magistrado presidente de la sala constitucional, a exigir compostura so pena de desalojarlos del recinto. Elías Santana, pidiéndole excusas a los magistrados en nombre de los presentes, le explicaría a los juristas minutos después, que ello era sólo una humana reacción de estupefacción ante la admisión por parte del CNE de algo que había negado insistentemente esa institución, durante las semanas anteriores en numerosas ocasiones.

[A pesar de que el magistrado presidente de la sala constitucional, en su llamado de atención a los asombrados asistentes, dijo que la audiencia “no era un acto que se decidía conforme a los aplausos”; luego de la explicación que le hiciese Elías Santana, no reaccionó ante los aplausos de la concurrencia producidos luego del veredicto].

Ese coro de voces asombradas no se hubiese producido, si los valores éticos y morales de los presentes no considerasen como inconcebible el comportamiento presenciado; visto de otro modo, si cualquiera de los presentes hubiese tenido la oportunidad de desempeñarse como funcionario del CNE, su comportamiento hubiese sido otro, hubiese estado ajustado a las normas éticas y morales que exigía –y aún exige- un proceso tan trascendental para la vida de la República como lo es la elección de las autoridades legislativas y ejecutivas. No es cierto entonces, como hemos visto, lo que afirman algunos: que el venezolano “ha perdido la capacidad de asombro” ó que su ética y moralidad han sido reemplazadas por el cinismo.

Hay que decir también que, ante la historia reciente de las decisiones de este mismo Tribunal Supremo –consideradas por calificados juristas como anticonstitucionales ó contrarias a derecho- que existía una no descartable posibilidad de que los magistrados decidiesen en contra de la acción de amparo constitucional interpuesta por las organizaciones no gubernamentales, Queremos Elegir y Cofavic (Comité de Familiares de las Víctimas del Caracazo), al interpretarla; como han acostumbrado a opinar otros voceros públicos sobre muchos asuntos, como otra maniobra contrarrevolucionaria más, u otra estratagema de los que “se oponen al cambio”.

Pero esa posibilidad fue eliminada por la gallardía de los representantes del CNE, al convenir, -término jurídico que significa explícitamente, estar de acuerdo con, y aceptar los alegatos del, oponente- despojando a los magistrados de cualquier otra alternativa distinta a la de suspender las elecciones.

La decisión pues, no fue realmente tomada por los magistrados, fue un convenimiento entre el CNE y la sociedad civil organizada. El Tribunal Supremo lo que hizo fue, presenciar los términos del acuerdo, para darle formalidad y legalidad al convenimiento entre las partes en litigio.

Un hecho también trascendental que no debe ser pasado por alto, es que la sala constitucional a diferencia de las decisiones tomadas por la anterior Corte Suprema de Justicia, no se limitó a amparar los derechos humanos violados y en peligro de ser violados; sino que tomó decisiones que a todas luces parecieran ser de la competencia del poder ejecutivo y del poder electoral: suspendió la campaña electoral, prohibió la aceptación de nuevas postulaciones y mantuvo en vigencia el proceso electoral –sólo suspendiéndolo temporalmente- ordenando además que permanezcan inalterables las etapas ya cumplidas.

Este es un hecho inédito en nuestro país en cuanto a la forma de administrar justicia, que ha obviado engorrosos procedimientos jurídicos que en el pasado producían demoras medidas en años; por lo que cabe preguntarse: ¿Se convertirá este proceder en el comportamiento normal futuro, no sólo del Tribunal Supremo, sino de todos los tribunales de la República ?.

Una segunda derivación de profunda significancia, es la contundente demostración, por una parte, de que los venezolanos, legítima y fielmente representados por Liliana Ortega de Cofavic y Elías Santana de Queremos Elegir, no necesitamos de un “caudillo necesario” o “mesías”, que nos conduzca cual borregos hacia donde debemos ir, ante nuestra supuesta inmadurez cívica o ignorancia de lo que significa vivir en sociedad. Bastó la firmeza de la creencia en los derechos innatos a la persona humana, y la fortaleza de los argumentos presentados; para que un todopoderoso estado se viese obligado por la contundencia de los argumentos, a detener lo que la inmensa mayoría del país ya había deducido hacía tiempo: se nos estaba conduciendo al caos.

Existe también en este hecho, una profunda lección para los políticos de izquierda:

Lo acontecido, es otra demostración más, de que los que aún piensan como Karl Marx que el individuo no tiene ningún valor si se ubica solitariamente fuera de su “clase social”; están equivocados.

Dos individuos –Liliana Ortega y Elías Santana- que no representan a ninguna clase social en particular sino a la totalidad de la sociedad venezolana, defendieron lo justo y tuvieron éxito en su defensa. Dos individuos colocaron una sólida y emblemática piedra en el seno de nuestra sociedad, sobre la cual nos invitan a edificar la verdadera nación que todos aspiramos: una nación caracterizada por el respeto a todos, por el respeto a la pluralidad de ideas y por el imperio de la ley y las instituciones. Anular a los individuos, como pretende la teoría marxista; es pues, un atentado contra la sociedad misma, como una vez más lo hemos demostrado al mundo los venezolanos.

[El error conceptual sobre la preeminencia de las “clases sociales” ya había sido puesta en evidencia cuando toda la sociedad venezolana –sin distinción de clases sociales- se movilizó sin ser convocada por un líder o por el “estado”, para socorrer a las víctimas de las torrenciales lluvias de diciembre de 1999. A pesar de haber estado sometida durante el año y medio que precedió a la tragedia, a una constante incitación política a dividirse en dos clases: “ricos y pobres”. Karl Marx dedujo su teoría de las clases sociales, quizás en parte al constatar que la realeza y nobleza británicas abandonaron a Londres entre 1664 y 1666 dejando a los pobres a su propia suerte, cuando la peste bubónica asoló esa ciudad matando a 75 mil de ellos… pero eso no ocurrió en Venezuela, ni ese entonces, ni en diciembre de 1999].

Hay otra gran lección magistralmente dictada por Liliana Ortega y Elías Santana: La Política –con “P” mayúscula- existe, y es posible ejercerla en Venezuela.

Numerosas y calificadas personas, cuando han tratado de explicar el colapso de Acción Democrática y Copei, han dicho que el pueblo maduró, pero sus “líderes” se anquilosaron dejando de facto de ser sus legítimos representantes. Pues estos dos insignes venezolanos, a quienes desde el 25 de mayo de 2000 todos les debemos mucho, nos acaban de enseñar que los partidos deben retomar la esencia de su existencia: deben ser los intérpretes y los defensores de la voluntad popular [la que no debe confundirse con voluntad populista, y que deberíamos empezar a bautizarla como “voluntad ciudadana”].

Liliana Ortega y Elías Santana, nos han enseñado que hay que escuchar atentamente a la sociedad civil organizada; que los partidos políticos, y otras formas de organización civil distintas a ellos, son instituciones de vital importancia para la democracia; y que las organizaciones que aún no lo han hecho, deberían comenzar a desmontar las estructuras estalinistas que han caracterizado a las organizaciones políticas venezolanas desde principios del siglo XX, para reemplazarlas por estructuras democráticas, donde se invierta el rol de quienes las conducen: deben dejar de ser los caudillos, mesías o iluminados tras cuyas ideas o proyectos se aglutina a una “masa incapaz de pensar por sí misma”; para convertirse en los receptores de los planteamientos de los individuos que conforman a esa masa, y canalizarlos adecuadamente dentro de la dinámica social.

Hay también descubrimientos que deben corregirse expeditamente e investigarse profundamente.

Ante el muy justo acoso que se estuvo ejerciendo por largo tiempo sobre el Consejo Nacional Electoral por parte de las más diversas formas de representación de la sociedad civil organizada, el presidente, y otros miembros directivos de dicho organismo, [ver cita al principio de este escrito], se comportaron como autistas y desdeñaron trabajar en planes de contingencia para atender los inevitables y numerosos problemas y controversias que se hubiesen presentado en todas las ciudades y pueblos de Venezuela, si las elecciones no se hubiesen diferido; debido a las existentes condiciones de desconfianza, incertidumbre, desinformación y errores en las boletas de votación.

¿Estaba el CNE jugando al caos?. No se puede arguír incompetencia o novatería, porque no es posible aceptar que absolutamente todos sus funcionarios carezcan de sentido común. No es aceptable diferir la búsqueda de una respuesta a la pregunta planteada.

No debemos aceptar que el CNE o cualquier otra instancia gubernamental traslade las responsabilidades del grave hecho de poner al borde del caos a la sociedad venezolana, a empresas contratistas, por cuando la responsabilidad es idelegable y está establecida en la Constitución y las leyes.

¿Si Cofavic y Queremos Elegir no hubiesen introducido ante el Tribunal Supremo el recurso de amparo…. hubiese el CNE aplazado las elecciones?.

La directiva en pleno debe ser destituída y sometida a investigación.

También debe llamarnos poderosamente la atención que el 25 de mayo en la mañana, antes de que el Tribunal Supremo tomase su histórica decisión, los medios de comunicación recogieron las opiniones tanto del Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, como del presidente de la Comisión Legislativa Nacional, Luis Miquelena, quienes coincidieron en considerar como una opción válida, la separación de las elecciones; es decir, que se mantuviese la fecha del 28 de mayo para las elecciones presidenciales, y se aplazacen otras; aunque esta opción –cómo lo saben ambos, y una buena porción de los ciudadanos- no era posible constitucional ni legalmente.

A diferencia de Cofavic y Queremos elegir que actuaron motivados por la continuada violación de los derechos de los electores y de los ciudadanos en general, Chávez y Miquilena sólo estaban preocupados por los efectos de una suspensión de las elecciones sobre su proyecto político partidista.

Esto fue corroborado en la noche, luego de la decisión de Tribunal Supremo, cuando el Presidente de la República en cadena de radio y televisión, parecía no dirigirse a la nación, sino a sus partidarios políticos, a quienes les dijo que esta suspensión era algo similar a la suspensión de un juego de pelota cuando comienza a llover en medio del partido y se coloca una lona sobre el césped, pero que luego de pasada la lluvia se continúe «jugando» normamente.

¿Estaba el comando de campaña del candidato del MVR jugando al caos? ¿Estaban calculadamente intentando usufructuar votos nacidos de la desinformación electoral? ¿Estaban preparando un caos para desconocer un resultado adverso a sus intereses políticos?

Para nadie es un secreto que numerosos funcionarios del gobierno nacional y miembros del partido MVR, intentaron durante las décadas de 1960 y 1970 instaurar en nuestro país un gobierno comunista similar al existente en Cuba, país que servía de intermediario a la Unión Soviética para exportar su revolución a toda América Latina.

Sabiendo esto, es bueno conocer lo que escribió el Che Guevara, uno de los ídolos de los marxistas que nos gobiernan, en su trabajo denominado Esencia de la Lucha Guerrilera (Ernesto Che Guevara, Escritos y Discursos, Tomo 1, págs. 33 y 34. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1977):

“No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas.

Hay que considerar siempre que existe un mínimo de necesidades que hagan factible el establecimiento y consolidación del primer foco. Es decir, es necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad de mantener la lucha por las reivindicaciones sociales dentro del plano de la contienda cívica. Precisamente, la paz es rota por las fuerzas agresoras que se mantienen en el poder contra el derecho establecido.

En estas condiciones, el descontento popular va tomando formas y proyecciones cada vez más afirmativas y un estado de resistencia que cristaliza en un momento dado en el brote de lucha provocado inicialmente por la actitud de las autoridades.”

El CNE no fue capaz de realizar un simulacro de las elecciones para comprobar que las más de 30 mil candidaturas apoyadas por cientos de diferentes partidos políticos, coincidían con el instrumento electrónico que contabilizará los votos –las llamadas Flash cards-.

Tampoco fue capaz el CNE de organizar una auditoría del proceso que fuese conducida por instituciones capacitadas técnicamente y con credibilidad ante el pueblo venezolano; que no puede confiar en los auditores del CNE por pertenecer todos a un solo partido político que invita a los electores a entubar sus votos eligiendo únicamente a sus partidarios.

El CNE distribuyó por el país boletas electorales que contenían errores, como candidatos que figuraban con el apoyo de partidos que no se lo habían dado; y errores en los nombres de partidos y candidatos.

Finalmente, el CNE fue incapaz de entrenar debidamente a todos los miembros de mesa y de informar con suficiente tiempo de antelación a los electores para que pudiesen razonar por quien votar.

Esto producirá sin duda alguna, centenares de problemas y protestas que deberán ser controladas por las fuerzas del orden público, creando las condiciones de que hablaba el Che Guevara, al materializarse excusas para abandonar la “revolución pacífica” e iniciar una… ¿revolución violenta?; para establecer en medio del caos que se crearía…. ¿un régimen totalitario que confisque las libertades públicas?.

Cuando Etanislao González, dijo que no le gustaba pensar en las tormentas para no sentirlas dos veces… ¿Lo dijo porque sabía, porque estaba consciente, de la tormenta que asolaría a Venezuela de haberse mantenido al 28 de mayo como fecha de las elecciones?.

Los venezolanos no debemos quedarnos sin respuestas a estas interrogantes.

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