Opinión Nacional

Legalmente saqueados

Los anaqueles de los comercios representan una muestra pública de los niveles de inventario que se manejan en la cadena de suministro venezolana. Solo es necesario echar un vistazo en cualquier supermercado para tener una idea de los inventarios con que cuenta el país en términos de alimentos, artículos de limpieza y cuidado personal. Se trata de productos que se manufacturan a diario, por lo que los niveles de inventario están naturalmente restringidos por los flujos de mercancía. En todo anaquel, tenemos un flujo de entrada y uno de salida. La salida de productos está determinada por las necesidades, reales o ficticias, de los consumidores. Cada vez que un cliente compra un producto en el supermercado, disminuye el inventario en el anaquel. En la medida en que la demanda sobre el producto se dispara, el inventario en el anaquel disminuirá, hasta que ya no haya producto. Por otro lado, la entrada de productos al anaquel incrementa el inventario. Este flujo de productos hacia el anaquel, depende de la disponibilidad y tenor de las negociaciones realizadas entre el comercio detallista y el distribuidor. En la medida en que la frecuencia y volumen de los despachos del proveedor o de las importaciones aumentan, los inventarios se incrementarán. Para poder garantizar la presencia de productos en el anaquel todo el tiempo, debemos mantener un equilibrio dinámico entre los flujos de entrada y de salida de la mercancía.

 

En condiciones normales, luego de la vorágine consumista, típica de la temporada navideña, es natural encontrarnos en enero con anaqueles vacíos. La gran mayoría de las empresas, ya sean productoras, importadoras o distribuidoras, toman un merecido descanso luego del frenético ritmo de trabajo que tuvieron en las últimas semanas de la temporada. Los consumidores, con el dinero de las utilidades en mano, hacen lo suyo para comprar regalos y realizar los banquetes propios de la época navideña. Ya para la segunda quincena de enero, comienzan a reactivarse las cadenas de suministro, y poco a poco los anaqueles se van llenando de nuevo. Sin embargo, este año todo ha sido diferente. El consumo tempranero fue disparado, no por la temporada navideña, sino por las elecciones locales. En un acto de populismo extremo, el régimen decretó precios bajos, logrando disparar la demanda de todo tipo de productos en muy corto tiempo. Algunos venezolanos aprovecharon las gangas forzadas y gastaron hasta el último centavo de sus utilidades, comprando cualquier cosa, para preservar en especies el valor de su trabajo.

 

Bajo la perspectiva del pensamiento sistémico, sabemos que los retardos en la cadena de suministro generan oscilaciones cada vez más fuertes. El equilibrio dinámico existente entre los flujos de entrada y de salida de mercancía se ve comprometido por estas oscilaciones. Hay retardos naturales derivados de las relaciones comerciales entre empresas productoras, distribuidoras y detallistas. A estos retardos debemos sumar los derivados de exagerados controles gubernamentales. Cadivi, Sicad, Sundecop, Sica, entre otros, son importantes fuentes generadoras de retardo en la cadena de suministro. Pero también debemos agregar el impacto del populismo exacerbado del régimen. Este populismo se traduce en comercios detallistas que son, de hecho, legalmente saqueados. Y no es que la población tiene, de repente, una necesidad real y tangible de bienes materiales. Intuimos que las gangas derivadas de la amenaza gubernamental son pasajeras, no volverán. Además, son el perfecto refugio para un bolívar maxidevaluado. El resultado de todo esto son oscilaciones muy importantes en los niveles de inventario en el anaquel. Llegamos al extremo de tener horas con exceso de inventario en el anaquel, seguidas de días con faltantes de inventario. Vivimos así en un círculo vicioso de escasez sin fin en donde la misma escasez dispara necesidades de consumo reales y ficticias también.

 

El oxímoron que titula este artículo, proviene de la frase «fuimos legalmente saqueados». Esta afirmación la hizo un simple vigilante de una cadena de tiendas por departamento, a modo de explicación, ante la sorpresa de unos clientes al encontrar los anaqueles vacíos. «Legalmente saqueados» resume la paradoja que vive la sociedad venezolana de hoy. Ocurre como en el otrora Imperio Romano que saqueaba sistemáticamente a los pueblos conquistados para la gloria de Roma y de los romanos. Aquí, el populismo desbocado arremete contra los únicos entes productores de la sociedad venezolana. Luego de la destrucción de Pdvsa y de las Industrias básicas, principales fuentes de riqueza del Estado venezolano, el régimen sigue tomando lo que queda, aquello que definitivamente no le pertenece. Accede a la riqueza y al trabajo de otros, simplemente porque puede, y porque lo dejamos. Es así que Caracas confisca y saquea bienes de particulares, para la gloria del régimen chavista. Fascismo en pleno desarrollo.

 

@ProfPBCelis –

 

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