Opinión Nacional

Ley de la Dignidad

Te cuento Armando que ya existe una propuesta de los sectores de oposición democráticos ante los comicios de la Asamblea Nacional que servirá de referencia de actuación para el periodo legislativo 2011-2016. La misma la puedes consultar en la pagina www.unidadvenezuela.org y con seguridad será divulgada ampliamente por todos quienes el compromiso de contribuir a la construcción de una alternativa democrática en el país.

Pero además de las propuestas legislativas concretas hermano, nosotros tenemos que diseñar y proponer un marco teórico que oriente el quehacer político de los futuros diputados y que este marco conceptual vaya construyendo las bases de una sociedad más justa, democrática e incluyente. Y a mi se me ocurre que entre todos podemos diseñar “La Ley de la Dignidad”.

Esta ley no escrita buscará que la acción parlamentaria (y no meramente legislativa) de quienes allí estemos como diputados, debe estar orientada a recocernos como somos hombres y mujeres titulares de elementales derechos universales que deben materializarse de manera efectiva y concreta. Los futuros parlamentarios deben ser los primeros responsables y garantes de que el ejercicio pleno de estos derechos se concrete, obligando al gobierno y a la oposición a materializarlo por vía de las leyes a ser aprobadas. Lógicamente, esto incluye el más absoluto seguimiento y control.

No puede ser Armando que a estas alturas de nuestra historia, tengamos en nuestro país, poblaciones completas sin elementales servicios de agua, salud y vivienda y que solos nos acordemos de ellos en plana campaña electoral. Claro, allí hay votos. Y les despertamos una esperanza, una ilusión que posiblemente será frustrada porque la acción del gobierno se orientará a otros países, a la compra de armamentos o a la usurpación burda de la propiedad como instrumento de prosperidad y compromiso social. Es inaceptable que no tengamos ni policías ni jueces confiables y que la población no sienta en que autoridad puede confiar. Con las acciones engañosas, propias de personas insensibles y autoritarias, los parlamentarios olvidan que en el centro de toda acción política debe estar el HOMBRE.

Yo quiero iniciar una cruzada para llamar la atención de todos quienes creemos en la democracia y en la política como instrumento de realización de los pueblos, sobre la DIGNIDAD DEL HOMBRE como fuente de inspiración para el quehacer político. Y que esta premisa nos obligue a ser mejores parlamentarios, hombres y ciudadanos.

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