Liderazgo Refractario¡¡¡
Hace unos días, a través de esta página, escribí una carta a un buen amigo vinculado al ex-candidato Rosales, con la sana intención de sacudir sus conciencias y afectar sus egos.
Por lo tanto, no me embarcaré en una diatriba de “dimes y diretes” con alguien a quien ni siquiera conozco, por haber expresado libre y respetuosamente mis sentimientos de preocupación y disconformidad por la inacción, el silencio prolongado y la ausencia de una visión compartida, de quienes se supone aspiran liderar a la oposición venezolana.
Sentimientos y apreciaciones que están demostrando ser compartidos por gente de los más diversos sectores, sólo que pocos se ATREVEN a manifestarlos públicamente. Unos porque se sienten impotente y rabiosos y otros porque la desesperanza e inermidad han vuelto a invadir su estado anímico o a mermar su espíritu de lucha.
Lamento la poca disposición a metabolizar señalamientos constructivos, para reconocer con humildad la URGENTE necesidad de una revisión introspectiva, que los ayude a vencer su resistencia psicológica a los cambios.
Estoy convencida de que quienes criminalizan o satanizan mis reflexiones, lo hacen porque se han sentido “tocados” por algunas verdades, tales como: su NO representatividad, su escaso poder de convocatoria, su peregrinaje de partido en partido llevando a cuestas el mismo “morral” retórico, la misma praxis política y las mismas conductas territoriales, insuflados de un pragmatismo que la sabiduría popular intuye y rechaza.
Descalificarme o minimizar la contundencia de estas verdades, expresadas de buena fe y sana intención, les convierte en líderes refractarios, que ante las exigencias del momento histórico actual, evidencian limitaciones para generar respuesta oportunas y en sintonía con las aspiraciones de la gente, ya sea porque no pueden, no quieren o simplemente no les interesa.
A quienes amamos nuestro país tanto como el ejercicio honesto de la política, nos están prohibidas 3 posturas: el miedo, la traición y la indolencia! Así es que, si queremos convertirnos en referente ético, nos tocará – en lo adelante – desafiar paradigmas desfasados, ignorar arrebatos machistas y lo más importante: vencer el descreimiento y la desconfianza de gran parte del país, actualmente desesperanzado y resentido.
De allí la importancia clave de construir un nuevo liderazgo, en sintonía con las nuevas y aceleradas transformaciones de Venezuela y el resto del mundo, a fin de defender nuestros valores democráticos, producir resultados políticos sostenibles y asegurar la tan anhelada victoria, en la lucha por el rescate de la patria que todos nos merecemos.