Opinión Nacional

Llamado a la resistencia

Los sistemas políticos que se crean dentro del marco de un Estado constitucional de Derecho requieren de ciertas condiciones mínimas para que puedan llamarse a si mismos “democráticos”. La existencia de Partidos no basta. Los partidos son medios para la democracia no su fin. Cuando se convierten en el fin de la democracia, se crea un ‘Estado de Partidos’, que es el equivalente político de un tumor maligno. Si no se le extirpa, el tumor mata al cuerpo dentro del cual se formó.

Esa es parte de la historia de lo que sucedió con la Constitución de 1961. Los partidos se convirtieron en un cáncer maligno que deslegitimó una buena Constitución y alienó sus instituciones del pueblo. Esa Constitución era perfectible. Quienes tuvieron en sus manos la posibilidad de hacerle las reformas que eran necesarias para extirpar el cáncer de partidos que se habian convertido en el fin y no en el medio del sistema democrático, no pudieron o no quisieron dar los pasos que eran necesarios. Ello llevó a la creación de un enorme vacío político, que fue llenado en la mente de la mayoría del pueblo por la figura carismática de un demagogo de discurso embriagador que tuvo la audacia de encabezar una rebelión militar en febrero de 1992. Muchos vimos en ese paso el síntoma de una reacción sana y viril. No lo era. Nos equivocamos. Como se ha demostrado, era el resurgir de viejos atavismos de autoritarismo y la revancha de quienes, habiendo sido derrotados en la década del ‘60 en su intento por instalar en Venezuela una dictadura marxista, regresaban con disfraces retóricos y métodos arteros

Algunos de los que propiciamos la vía de una Asamblea Constituyente para crear un Estado democrático renovado y liberado de los vicios del sistema que estaba agotado, lo hicimos pensando que era la única que permitía la reforma necesaria, en paz y mediante el dialogo y el debate, eximiéndonos de los traumas y riesgos del camino de la violencia revolucionaria. Para mi desgracia y la del país, eso no fue entendido ni pensado así por quien dirigía y tenía en sus manos las riendas del proceso. Cuando caí en cuenta de ello me retiré. El vacío creado por el egoísmo y la estupidez de quienes han podido y debido hacer oposición, fue llenado por quienes tenían la intención preconcebida de secuestrar la idea para instalar un modelo constitucional de apariencia democrática y realidad totalitaria.

El secuestro de la idea se materializó. El vacío se llenó. La conducta de quienes teniendo mayoría en el Congreso prefirieron perderse en sus mezquindades y egoísmo de siempre, allanó el camino. Como consecuencia de lo que ha sucedido en el curso del año, y de lo cual la oposición es grandemente responsable, hoy Venezuela vive una realidad política y constitucional que no puede llamarse democrática. Todas las instituciones del gobierno y todos los poderes del Estado han sido ocupados por una clase política hegemónica y totalitaria. La cruda torpeza con la cual han pisoteado y burlado todos los procedimientos que legitiman un Estado de Derecho constitucional y democrático no puede ser explicado bajo ningún criterio jurídico respetable. Los oportunistas y logreros de siempre –fauna siempre abundante en Venezuela- se han puesto al servicio de una de las usurpaciones mas vergonzosas de nuestra historia, ejecutada desvergonzadamente bajo la sombra de la tragedia y el dolor.

¿Hacia dónde vamos?

Ningún sistema político que se llame a si mismo democrático existe sin oposición y disidencia. Cuando todas las instituciones del Estado son secuestradas por una minoría hegemónica y totalitaria, como sucedió en Alemania en 1933 y ha sucedido en Venezuela en 1999, el mero intento de participar en la vida pública se convierte en una parodia que se hace cómplice de la usurpación y la mentira. Esta es la situación ante la cual nos encontramos hoy. La Corte Suprema de Justicia y su nueva sala “electoral”, el Consejo Nacional Electoral, la Fiscalía General de la República están en las manos de un gobierno que se ha evidenciado inescrupuloso, y que no ha llegado a ocupar esos poderes por acto formalmente legítimo. Lo ha hecho por la vía de la usurpación, la amenaza, la trampa y la fuerza.

Pensar en crear Partidos o Frentes Políticos en semejante circunstancias, es prestarse a la parodia. En esta hora aciaga, es bueno recordar que ni siquiera en los períodos mas vergonzosos de los gobiernos pasados, cuando el cinismo y la corrupción se habian hecho parte del estilo y del lenguaje de toda la sociedad, se vivió una situación semejante a la que hoy se vive. No se olvide ahora que en los pasados cuarenta años, quienes se alzaron en armas en la década de los ’60 y los de 1992, pudieron reincorporarse a la vida civil por vías de clemencia o derecho. El odio no los segregó. En ese periodo, con todas las dificultades del caso, y todos los errores que se cometieron, se crearon Partidos que actuaron electoralmente aceptando sus procedimientos y resultados y en algunos casos, formando parte de alguno de los Poderes del Estado. En 1993 se dio el caso -único en nuestra historia- del procesamiento de un Presidente democráticamente elegido, iniciado por un Fiscal independiente lo cual culminó en su destitución. Nada de eso es hoy posible. Hoy no hay una autoridad electoral que garantice un mínimo de imparcialidad, ni Ministerio Público que defienda derechos, ni Congreso que albergue voces disidentes controle y auspicie investigaciones a los actos del poder público, ni Policía en la cual pueda confiarse o Justicia que merezca ese nombre

La idea de la oposición es la propia en un régimen de libertad justicia y derecho. La de la resistencia, es la que procede cuando no es posible transigir con el modo, los medios las ideas y la conducta de quienes ocupan el poder. Eso es lo que ahora debe hacerse. Resistencia, no oposición. Para formar un frente de oposición hace falta un mínimo de coincidencia ideológica, una estructura organizada y cierto grado de disciplina y organización. Para poner en marcha un movimiento de resistencia, no. Basta la coincidencia espontánea en la repugnancia de todo lo que implica el poder constituido.

La resistencia se expresa de mil maneras. Desde abstenerse de usar las instancias de la justicia y crear y usar mecanismos del arbitraje que pueden hacerse parte de todo contrato, hasta paros y huelgas y el ejercicio del derecho a la desobediencia civil. Sin dejar de mencionar que lo que ha sucedido, abre de par par las puertas del derecho a la rebelión.

Desde luego, toda participación en cualquier proceso electoral en estas circunstancias equivale a hacerle el juego a la mentira y condonar la usurpación. Yo debo confesar que visto retrospectivamente lo que ha sucedido, yo me equivoqué cuando llame a votar por el NO. Los indicios del colosal fraude que se ejecutó el pasado 15 de diciembre eran evidentes. Pero no los vi con la contundencia que hoy lo veo. Lo que se ha debido hacer es lo que hicieron el 58% de los venezolanos. Abstenerse. Con ello, la ilegitimidad sustantiva de la parodia constituyente habría sido aún mas evidente de lo que es.

En estas circunstancias, nadie puede decretar el fin y la muerte de los Partidos tradicionales. Solo sus miembros, con su conducta, determinarán el destino y futuro de las organizaciones que gobernaron Venezuela en la segunda parte del siglo XX. En Alemania en 1933 los Partidos estaban desacreditados y no le costo mucho al gobierno de Hitler apagarlos. Pero en 1945 resurgieron y tanto la democracia cristiana como la socialdemocracia alemana protagonizaron una de las mas extraordinarias recuperaciones políticas y económicas de la historia, llevando a Alemania a niveles de prosperidad y democracia. Lo mismo puede decirse de España. El formidable proceso de la transición de la dictadura a la democracia -que en términos políticos puede decirse que fue un milagro- se hizo mediante la reconstitución de Partidos políticos que se creían liquidados para siempre. Y uno de los Partidos españoles que han desaparecido, fue la Falange que gobernó a España desde el fin de la guerra hasta la muerte de Franco.

Eso es lo que sucederá en Venezuela. Y no se necesitará esperar cuarenta años para ver como el sistema político que se ha instalado mediante la usurpación, se desmorone y desaparezca. Esa es la transición en la cual debemos pensar y para la cual debemos prepararnos.

Ver también: (%=Link(«http://analitica.com/va/politica/opinion/6878614.asp»,»Carta a Francisco Arias Cárdenas y Claudio Fermín»)%)

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba