Opinión Nacional

Lo insólito e inaudito en el acontecer nacional

Cualquiera se pregunta como ocurren tantas cosas absurdas e inauditas en nuestro país sin que nada pase, ni nadie se tome la molestia de averiguar porque suceden o como se provocan.

La situación se torna mas grave cuando esos sucesos y ocurrencias perturban nuestro entorno, seguridad, tránsito, educación de nuestros hijos y familiares, o deterioro de nuestra calidad de vida.

Analizare hoy y lo continuare haciendo en sucesivas ocasiones, problemas cotidianos que nos afectan a todos, y sobre los cuales definitivamente o a nadie le importa como ni porque ocurren, no obstante que nos afectan en nuestro acontecer diario, o estando obstinados por todo lo que acaece en sentido similar, ya no nos preocupamos siquiera en ver como se puede solucionar, o como nos los podemos quitar de encima.

El transito local en Caracas:

No es posible para mí entender como ni de que manera se nos viene achicando la charca donde convivimos, transitamos y habitamos. Ya Caracas es un verdadero infierno, no importa día de la semana, ni hora, ni zona, ni vehículo en que andemos, en ella es una tortura tener que transitar. Par recorrer en veces ocho o diez cuadras tenemos que perder hora u hora y media de promedio.

Si ese trayecto es para un asunto de trabajo o negocios, se pierde no solo la oportunidad sino gastamos innecesaria e insólitamente nuestro tiempo, nos estresamos, exponemos nuestros vehículos y hasta el buen humor necesario cuando menos en mínimas dosis para sobrevivir en todo lo malo y desesperante que se nos ha convertido ser venezolanos o vivir en esta tierra.

Y las causas se ven, nos agraden, se burlan de nosotros, y nadie dice nada, ni objeta ni protesta. Es una letal pasividad contra nosotros mismos.

Las autoridades permiten alegre e irresponsablemente que se construyan edificios cuyo destino supone un elevado y desmedido uso vial de usuarios, sin que existan vialidades adecuadas, ni alternas, ni se controlen establecimiento de salidas y entradas. Poco les importa lo congestionado o no de la zona, ni si sus usos son o no conformes o si la vialidad en las vecindades de la construcción son aptas o no para dicho destino y soporte lo que aquella generará y de una zona tranquila y apropiada para convivir en poco tiempo se obtiene un pandemonium. No tengo nada que ver ni con los promotores, ni con los dueños de locales en ellos, pero no es posible que Centros comerciales como los de Boleita, Chacao, Avenida Andrés Bello, Av. Casanova, usen, ocupen y perturben tres y cuatro avenidas, sin control ninguno, sin tomar las medidas para corregir, enmendar o reconducir el tráfico automotor y al tener que circular por esa zona se alteren ocho y diez cuadras a la redonda.

No puede haber tanto desinterés por la ciudad para no tomar en cuenta esos desaguisados cuando las autoridades de urbanismo local expiden los permisos correspondientes.

A todos nos afecta, a todos nos perjudica e inquieta, pero eso es como si no ocurriera, pasa en Bimbolandia. Autoridades ni ciudadanos poco se inmutan por ese perverso abuso contra la paz y tranquilidad ciudadana.

Uno que otro mequetrefe se le ocurren cosas tan ingenuas y fatuas como lo de “pico y flecha” o como terminar de amargar la vida a los ciudadanos de su localidad con un sistema de paradas inútil e ineficiente, mientras que otros siguen impunemente haciendo y promoviendo nuevas construcciones del mismo estilo, con salidas en esquinas, o entradas por calles de doble vía y con cruces al frente, y en fin que viva el caos y lo insólito.

Hay la mas absoluta pérdida de sentido sobre que hacer o como corregir aquello que nos daña y perturba el ejercicio de nuestros derechos.

Las credenciales de identidad y nacionalidad.

Aquí marchamos por todo, gritamos y guarimbeamos por lo banal y lo profano y también por lo sagrado y lo vulgar. Hay heridos y casi muertos para procurar impedir se cierre un canal de televisión y así sucesivamente, pero nadie dice nada ni tampoco se inmuta por el abuso que constituye el que un Estado negligente e impertinente haga y disponga como le viene en gana sobre nuestro derecho a tener la prueba de identidad y nacionalidad.

Me refiero a la odisea de cómo, cuando y de que manera podemos optar por el justo derecho que nos asiste a tener un documento de identidad y otro que acredite nuestra nacionalidad y nos facilite el derecho al libre tránsito dentro y fuera del territorio nacional y que para colmo exigen su uso la ley y disposiciones internacionales, pero cuya tramitación y obtención se ha convertido en uno de los mas tortuosos procedimientos existentes en nuestro insólito país y nos hace imaginar, para no decir nos provoca convicción de la existencia de una bien organizada matraca de bandoleros y articulada forma para torturar a Tirios y Troyanos.

Bajo el cuento de la tecnificación, se nos vende la idea de las mejoras de servicio y del incremento de impuestos, pero no se puede, se nos impide, o llámese como se quiera, se nos hace perder el tiempo vil y cruelmente para conseguir una clave o un modo de acceso que es lo que permite obtener la cita para llevar los recaudos que se nos dice tenemos que aportar a fin de obtener la aludida documentación.

Se nos exige llevar papeles, documentos, presentar copias y fotocopias, sin tampoco especificar como o con cuales requisitos, para que cuando por fin lleguemos al éxtasis de entrar a la oficina expedidora de turno, se nos diga que la partida no es la adecuada, o que además de la Cédula teníamos que traer una foto, y que la foto debía ser de tanto por cuanto, o que finalmente no importa lo de la foto, pues ahora la toman en el lugar, pero no trajimos el documento anterior de identidad.

Pero quienes han obtenido inclusive esas pírricas victorias, son los menos y los mas sortarios. Los demás no logran siquiera conseguir la cita ni la clave, y entonces viene lo hilarante de todo esto. Hay ciudadanos y expertos servicios que se ofrecen tramitarlas y conseguirlas, y efectivamente así lo hacen por módicas sumas que van desde los 150 mil hasta los dupletes de dicha cifra. Y claro, no hay más remedio que bajarse de la mula, como dicen en el argot popular.

Yo me pregunto como simple ciudadano curioso, como algunos pasan hasta un año tratando de conseguir la fulana clave sin lograrlo y pasando los sofocos de avisitos como: pase por la mas inmediata oficina de identificación cercana a su domicilio, pues tiene pendientes, van a la misma, y resulta que no tiene ninguno, pero tampoco consigue la clave, mientras que otros, con la de la bajada de la mula, no solo consiguen fácilmente los de ellos, sino que instauran un prospero negocio de servicios tramitándolas y obteniéndoselas milagrosamente a los demás «balurdos» ciudadanos.

¿Es que acaso nos vamos a creer el cuento de que si lo logran porque tienen equipos especiales que penetran los oficiales y obtienen lo que quieren , o mas bien deberemos pensar en que hay sistemas y modos mas expeditos para conseguirlos debidamente engrasados con cinco de los nuevos verdes de a veinte mil?

? Alguien se ha preguntado el como y el porqué de esto? Y mientras eso pasa, y Ud. pierde un día, luego de haber obtenido la desdichada cita, luego debe ir tres o cuatro veces a que le entreguen su documento, sin obtenerlo. Pero sobre estos atropellos y otros abusos nada se oye ni la Asamblea Nacional investiga, ni mucho menos lo hace la inepta Fiscalía ni tampoco la Defensoría del Pueblo, menos aún se hace resistencia pasiva, ni hay guarimbas, ni siquiera se profiere una mentadita de madre a quienes nos tratan tan desconsiderada y absurdamente. Tampoco se pronuncia ni se emite una crítica ni se censura a los que aupan tales desaguisados ni permiten que todo ello suceda.

La última sobre quien nos manda:

Ya el ego le llega tan alto que el pasado viernes, en un programa de esos nuevos en que ahora se adoctrina y se dispensa socialismo al estilo XXI, y los cuales debemos soportar estoicamente en la nueva radio liberada durante las 24 horas del día, se expresaba y sostenía con lujo de detalles que nuestro conductor máximo, no se quedaba solo en serlo, sino que su ejecutoria llegaba a más, era materialmente y espiritualmente el pastor de este rebaño que constituye el pueblo venezolano.

Es mas, que tan bien lo hacia, que superaba a quienes como representantes de nuestra tradicional y mayoritaria iglesia católica, pretendían ejecutarlo, por ello proponía, que no fuera menester ni elección ni referendo ni nada que se le pareciere, sino que se lo dejara como el designado por el Gran Hacedor del Universo, como el gran guía y pastor de su grey venezolana.

Solo eso nos faltaba oír y lo peor es que es capaz y hasta se lo crea.

Juan Pueblo, como decía el famoso hidalgo: Cosas veredes Sancho.

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