Opinión Nacional

Lo que Salamanca non da…

Dudo mucho que en este país –o para el caso en cualquier otro- se haya visto jamás una colección tan grande de nulidades dirigiéndolo. Basta una simple ojeada a cualquier decisión judicial, a la redacción de cualquier ley de las nuevas o a medidas de cualquier miembro del Ejecutivo para preguntarse de dónde sacarían tal colección de ineptos.

Se podría argumentar que tal es la crisis educativa del país; se podría argumentar que las universidades no cumplen su función. En lo particular, soy bastante más simplista y recurro a un viejo dicho: “lo que natura non da, Salamanca non presta”. De nada sirve pasar por la universidad que se desee si ella no deja huella en el alumno.

Otro argumento válido sería que tal es la prueba de la politización –mal entendida- de las universidades criollas. Baste recordar que una buena parte de estas luminarias hicieron carrera de activistas políticos en las universidades del Estado, dirigidas por personajes de la para entonces izquierda subversiva. Nuestro vicepresidente se distinguió por sus actividades extracurriculares tomando los jueves las entradas a la UCV para protestar lo planteado en el momento previa quema debida de autobuses y carros particulares.

Y evidentemente, la combinación de ambas actividades no es la mejor. Si no fuera por la complacencia de muchos correligionarios en altas responsabilidades, estos “educandos” jamás hubieran podido obtener un título universitario que, en la mayoría de los casos, tampoco merecían. Más sinceros consigo mismos fueron Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez, renunciando a sus sueños universitarios para dedicarse a tiempo completo al activismo. Y, por cierto, con resultados infinitamente superiores a éstos que prosiguieron en ambas lides sin lograr ser ni buenos profesionales ni buenos políticos…

Otros fueron, simplemente, mediocres (para ser generosos) sin esperanzas. ¿Cuántos abogados, administradores, ingenieros y demás profesionales vimos manejando taxis o realizando labores nimias a falta de la capacidad para obtener un empleo acorde a su profesión en momentos en que el desempleo no alcanzaba los niveles actuales? ¿Quién pondría en manos de estos aprendices de brujo su salud, sus problemas legales, la gerencia de una empresa o su planificación, la construcción de algún edificio o la reparación de equipos costosos?

Nunca había caído la administración de un país a niveles tan bajos. La palabra planificación es desconocida por los gobernantes. No se contempla el mantenimiento ni de obras ni de maquinaria. El dinero destinado a solucionar los problemas que enfrentan se pierde en maletines camino a la Argentina, en lujosos carros y en no menos lujosas viviendas ¡en el imperio! Los grandes almuerzos ocupan el tiempo en que, legalmente, deberían trabajar, y las comisiones son ya incluidas entre los costes de proyectos. Las delegaciones a eventos tales como la inauguración de un gallinero vertical en el Alto Volta llenan los aviones de “delegados” repletos de dólares o euros que no pasan por Cadivi.

La verdadera víctima de esto es la clase media que pretende atraer el quimiondante magnífico de todos los ejércitos del espacio sideral. ¿Y cómo? Sencillamente creando leyes y abusando de las existentes. A las clases altas el problema de los dólares no las afecta. Suficientes cuentas abiertas hay alrededor del mundo a sus nombres como para no motivar ni un pestañazo. A las clases marginadas (o excluidas, según la nomenclatura oficial) menos. Probablemente nunca puedan viajar al exterior con sus bajos ingresos, mermados mensualmente por la galopante inflación que propicia el propio gobierno. Los alimentos tampoco afectan a la clase alta; los excluidos comerán lo que importe el gobierno. La clase media debe renunciar a su dieta habitual… ¿Quién puede adquirir un vehículo o una propiedad? La clase alta. Los excluidos ya están acostumbrados a valerse por otros medios. La clase media dejará de aspirar a la movilidad social ascendente y tratará de que el descenso sea lo más lento posible.

¿Y esto es un país rico, con ingresos nunca vistos en la historia? Obviamente, si no se sabe administrar, poco o nada vale ser rico o pobre. Y si a la incapacidad evidente le sumamos la corrupción generalizada, ¿qué esperanza nos queda? Me gustaría que alguien me explicara cómo una persona, con un sueldo de BsF.3.000 y menos de diez o quince años de experiencia laboral, puede ser propietario de una lujosa camioneta 4 x 4 o de un lujoso apartamento en el este de Caracas (y, probablemente, de otro para los fines de semana o las vacaciones). Le agradecería eternamente a quien me vendiera el secreto…

Nada de esto necesita respaldos documentales. Está a plena vista. Lo sorprendente es que no se quiera ver y sigamos con el sonsonete de “Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo”. Hay que ser un verdadero imbécil para repetir un sinsentido tal. Que la gente vea el estado lamentable en que se encuentra el país y nadie se alarme porque “la culpa es de los ministros que lo tienen engañado”. Otra eminentísima y reverendísima imbecilidad. ¿No repite hasta la saciedad que sabe todo lo que pasa en el país (hasta “qué desayunan en la embajada americana”)? Y los ministros, ¿quién los nombra?; es decir, nombra a los mismos individuos que lo engañan seis, siete, ocho veces rotándolos para que demuestren más incapacidad (¿será posible eso, más incapacidad?, lo dudo) ¿y lo sigan engañando? ¿No se dan cuenta de que con ese argumento a quien llaman imbécil es a quien los pone para que lo engañen?

Ojalá que el triunfalismo desatado entre la oposición no haga posible un nuevo triunfo “robolucionario”. Sería ridículo empezar a ver graduados de la UNEFA en profesiones como “sexador de pollos” o “licenciado en descomposición de alimentos”…

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