Opinión Nacional

Los chiflados del Caribe

«Hegel dice que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen dos veces. Pero se olvidó de agregar: la primera vez como tragedia y la segunda vez como farsa. Luis Bonaparte fue, así, la caricatura de su tío. ¡La misma caricatura que acompañó a la segunda edición de El 18 de brumario!». No lo dijo un viejo refunfuñón y reaccionario: lo escribió Carlos Marx, el fundador del socialismo científico, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, en 1852.

Hace 156 años, pero parece que lo hubiera escrito ayer. Compárese la tragedia con la farsa: 1917, Lenin y la revolución de Octubre. Cambia el signo de los tiempos, se reestructuran las grandes potencias, se produce la conflagración mundial más aterradora de todos los tiempos y al final de la más desoladora de las guerras frías producto del capricho bolchevique sólo a la Unión Soviética, la pesadilla de setenta años le cuesta la friolera de 100 millones de cadáveres. ¿Habrase visto tragedia histórica igual? Al final de ese viaje la farsa: un teniente coronel escaso de entendederas y delirante como un payaso de feria inventa la revolución bolivariana. Al socialismo científico del Manifiesto Comunista, La Ideología Alemana y los tres tomos de El Capital ˆ biblia de los desheredados de la tierra, que jamás leerían ˆ sucede siglo y medio después el socialismo del siglo XXI y su árbol de las tres raíces. Un esperpento financiado con 750 mil millones de dólares pagados en nueve años por el propio imperialismo norteamericano. ¿No es digno de Marx, pero los de la Paramount Pictures: Groucho, Harpo y Zeppo?

De aquella tragedia los lodos de un siglo. De esta farsa, una de las payasadas más desopilantes vividas por América Latina. Castro y la tragedia cubana de medio siglo reciclada por uno de sus putativos. Castro, fuera de sus cabales desde hace ya más de una década, tuvo la lucidez de montarse en el último vagón del prostíbulo de los incautos. La cifra que le ha chuleado al teniente coronel debe rondar los cinco mil millones de dólares. Con razón se decía en los sesenta que los cubanos eran los argentinos del Caribe: en esa proeza sólo han sido superado por los Kirchner, que se acercan al doble de esa cantidad.

Lenin, fiel a la tragedia, inventó la Tercera Internacional Comunista o Komintern. Fueron sus socios principales desde Mao hasta La pasionaria. Puso al mundo de pie con una antorcha en la mano. Chávez se asocia con un pederasta nicaragüense para refundar la Internacional Comunista y corre a aliarse con la Rusia de Putin, última excrecencia sobreviviente de los restos zarista del Gran Imperio Ruso. Y amenazan al Imperio norteamericano con hacer maniobras en el Caribe. Chávez con sus cascarones y Ortega aferrado a los interiores de su padrino.

¡Qué tremenda razón le asistía a Carlos Marx! La historia se repite, pero como farsa. Allende fue la tragedia. ¿Cómo será la farsa que se lleve por los cachos a los chiflados del Caribe?

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