Opinión Nacional

Los escombros del delirio

Lo malo del conformismo es que mientras mayor es el tiempo que transcurre en la pasividad del alma, en la resignada contención de una reacción, más compleja y lejana se hace la ruptura de dicha inacción. Y obviamente, así como nadie puede predecir cuál será la reacción de un colectivo o de parte de sus actores ante una situación determinada, nadie puede tampoco predecir su intensidad ni duración.

El sueño socialista ha terminado. O cabe afirmar, aquello que Hugo Chávez pretendió imponer y ocultar detrás de una hueca retórica socialista y revolucionaria, estatizadora, para consolidar el poder de una secta político-militar en el país,  en la idea de su eterno control jerárquico, autocrático, único y vertical sobre la sociedad, exhibe cada día sus profundas deficiencias, su absoluto fracaso, su cuantioso despilfarro, su impune huella corrupta, en la persistencia de la pobreza, la exclusión, la miseria y el atraso de Venezuela ante el mundo.

Maduro, Presidente de poder borroso e inasible, intenta infructuosamente, gobernar un país sumido en el caos, la anarquía y la parálisis productiva, mientras la abundancia de caciques rojos percibe que no sólo no hay indios, sino que hace rato están huyendo en desbandada, abandonando una choza que se derrumba poco a poco. Se hacen visibles en la hora actual los esfuerzos de apuntalar la cohesión de los distintos grupos que defienden hoy sus privilegios, prebendas y parcelas de poder a lo interno del PSUV.

Para muestra un botón: ¿Qué se puede decir de un gobierno que pisotea e ignora a las Universidades y a sus universitarios, mientras lava sus manos en el montaje de unas mesas de negociación, y no atiende los justos reclamos salariales y presupuestarios de los responsables de la Educación superior, de la creación del conocimiento en el país? Dicha irresponsable indolencia evidencia una abundante ignorancia.

¿Puede un pueblo conformarse a la escasez, a hacer colas para medio completar un mercado? ¿A caerse a trompadas por un paquete de harina de maíz, o un rollo de papel taulé? ¿Es sostenible esta suerte de canibalismo alimentario en el cual nos ha sumido esta revolución, después de 14 años de desmontaje y demolición de las estructuras económicas y productivas del país? ¿Es viable que siga imperando la Ley del hampa incontenible, o del salvaje matraqueo para obtener cualquier cosa hoy en Venezuela?

La crisis de abastecimiento, el déficit democrático, la erosión institucional, el ahogamiento de la producción a causa de las dolorosas y costosas contradicciones en materia de política cambiaria, monetaria, económica e industrial, ha generado, ante las banderas del “socialismo” y “humanismo” defendidas por el gobierno,  una privatización de facto del Estado, secuestrado por facciones políticas y mafias económicas que lo gestionan y gerencian colocándole un precio a todo, bien, servicio, beneficio, licencia, contrato, obra, licitación, documentación.

Las fuerzas que en la oposición defienden y aspiran a un cambio, y aquellas que en el gobierno, aspiran a blindarse y aferrarse al poder, se encuentran ante un escenario históricamente complejo, en el cual quizá los verdaderos liderazgos aún no han descifrado con precisión las demandas de cambio y transformación latentes. El inmenso poder acumulado durante años desde la élite gobernante, ha permeado para comprar no sólo conciencias, voluntades, también del lado disidente, sino que extiende su mano con apetito a medios de comunicación e instancias que se creían intocables del disfrazado influjo oficial.

Así, avanza el país, en una suerte de inercia peligrosa, entre escasez, dolencias y crisis sanitarias y virales. Al caudillo ausente, ya nadie lo nombra. Hoy, sólo nos quedan los vestigios de su obsesión, los restos de una ilusión ya fracturada. Esparcidos en nuestra soledad, están por allí, los escombros del delirio.

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@alexeiguerra

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