Opinión Nacional

Los espejismos económicos de Chávez

Bastante se ha criticado al Presidente de la República por su atención excesiva a la lucha política y su negligencia de lo económico. La apremiante situación de las mayorías y el desafío de crear bases sólidas con qué superar los enormes daños materiales de la tragedia de diciembre obligan a una respuesta oficial coherente y eficaz en lo económico. En este sentido, es preocupante la caída del 7,2% en el producto interno en 1999, el aumento consecuente del desempleo y la reducción del consumo, sobre todo si tomamos en cuenta que ello ocurre en medio de un importante repunte en los precios del petróleo. ¿Cómo reactivar la economía?

Existen 3 espejismos distintos que, en materia económica, parecen alimentar la conducta del Ejecutivo. El primer espejismo se refiere a la idea de que Venezuela es un país muy rico, pero gobiernos corruptos y despilfarradores lograron en el pasado trastocar esta ventaja en mayor pobreza para la población. Nada más justo que sustituir esta lacra con autoridades probas para que empiece a fluir la prosperidad añorada, para lo cual la nueva Constitución consagra importantes responsabilidades sociales en el Estado. En fin, ‘nosotros que sí somos honestos y tenemos sensibilidad social aseguraremos que esta riqueza sea distribuida equitativamente’.

El segundo espejismo es paradójicamente de signo contrario al anterior. Se basa en la noción de que el apego estricto al recetario macroeconómico del FMI generará un ambiente en el cual habrá que quitarse de encima a los inversionistas ‘a sombrerazos’. El drástico recorte fiscal intentado durante 1999, las políticas monetarias contractivas y la caída en la inflación ayudada por la sobrevaluación creciente del bolívar estaría indicando que Chávez puede ser tan ‘neoliberal’ como el que más cuando se trata de atraer inversiones extranjeras.

Ante la ausencia de un plan económico efectivo distinto al plan de reordenamiento territorial anunciado desde Cordiplan, la reconstrucción de Vargas luego de la tragedia bien podría constituirse en un nuevo espejismo. La reactivación de la construcción siempre ha tenido importantes efectos multiplicadores sobre la economía y sin duda generará empleos en el área capitalina y en el litoral. Empero, así como el gobierno de Caldera centró todas sus esperanzas de reactivacion económica en los planes de expansión petrolera, el problema estaría en que el Gobierno creyese que éste ES su programa.

Los espejismos referidos evidencian el peso de las ideologías en el manejo de la cosa económica. Pero la verdad ‘verdadera’ de la reactivacion económica en Venezuela es que ella sólo podrá sostenerse en la medida en que aumente la productividad. No existe otra manera, sobre todo en el marco de la actual globalización de la actividad económica, para generar empleos y niveles crecientes de bienestar de la población. La productividad laboral en Venezuela ha caído en un 40% desde 1980, según cifras del BCV, pero, ¿cuántos economistas ‘avanzados’ hablan hoy de la productividad como la salida a nuestros problemas?

La riqueza del país no está en el subsuelo sino en la capacidad que tengamos de añadirle valor con nuestro trabajo productivo, a lo que serían de otra forma recursos económicamente ‘inertes’. Para ello se requiere mano de obra calificada y disciplinada, respaldada por un régimen de seguridad social justo y eficiente, e inversiones en infraestructura y en maquinarias y equipos que incorporen nuevas tecnologías. Los aumentos en el precio del petróleo cuando ocurran tendrán un impacto cada vez menor en nuestro nivel de vida, como lo atestigua la presente situación. La prosecución a como dé lugar de los ‘equilibrios macroeconómicos’ en la búsqueda de un clima de confianza para estas inversiones, es claramente ilusorio si ello significa altas tasas de interés, una contracción del gasto hasta colapsar el sector público y un bolívar drásticamente sobrevaluado. Por último, un plan de emergencia no es sostenible en el tiempo si la economía no genera recursos crecientes con qué financiarlo.

Las expectativas adversas que impiden el crecimiento sostenido de la productividad no podrán ser revertidas mientras no se corrija el grave estado de colapso institucional que actualmente padece el país. El fortalecimiento idóneo de instituciones para el crecimiento con equidad pasa por una reforma profunda del Estado que permita aumentar la inversión en infraestructura y mejorar los servicios de educación, salud y seguridad personal. No obstante, no depende sólo del sector público. Lamentablemente los sucesivos blitzkrieg políticos a que nos ha sometido Chávez desde hace dos años ha creado una situación de incertidumbre y de inseguridad jurídica totalmente desfavorable a la construcción de los consensos necesarios para la creación y apuntalamiento de tales instituciones. Con ello difícilmente podrán promover las inversiones privadas con qué sostener la reactivación económica.

¿Por cuánto tiempo más estará el pueblo dispuesto a seguir comiendo de espejismos?

Humberto García L. es economista, profesor de la UCV.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba