Opinión Nacional

Los modernos reaccionarios

(%=Image(2982685,»L»)%)Ciudad de México (AIPE)- En Corea del Sur hubo protestas callejeras a principios de febrero en contra de la firma de un Tratado de Libre Comercio con Chile. Protestan porque el acuerdo comercial podría significar la entrada a Corea de muchos productos chilenos baratos.

Protestan, pues, en contra de los precios bajos.

Es curioso. Se supone que la gente, los populares que diría algún cantante de la progresía, sale a la calle a protestar contra los altos precios, a pedir libertades para elegir cuando se le niegan, a defenderse del hambre y de la carestía. Pero no. Ahora se protesta contra la libertad de elección, contra los precios bajos y contra la competencia que podría hacernos la vida más llevadera.

Hay dos posibilidades: o los que salen a la calle a protestar ya no son “los populares” de la canción (las masas, el proletariado, los obreros, los pobres o los miserables) sino los oligarcas. O los que salen a la calle a protestar han sido engañados hábilmente para que se opongan a lo que les beneficia.

Algo hay de las dos cosas. Por una parte, los modernos oligarcas gozan dándose baños de pueblo; conozco a varios que hasta lágrimas derraman cuando les entra la vena popular, si son del género jesuítico lamentan la pobreza de “su” gente y hablan con enfado de etéreos “pecados sociales”. Dicho lo cual, encienden el puro y disertan acerca del peligro chino (pero ése es otro mito delicioso del que podríamos hablar otro día).

Por otra, la confusión de conceptos que priva en la progresía es alarmante. Cualquier día los vamos a encontrar defendiendo la superioridad de la raza azteca o promoviendo un Estado fuerte bien dividido en fascios o corporaciones como quería Benito Mussolini.

Carlos Alberto Montaner dice que el problema es la persistencia de las ideas zombies, que “murieron, pero continúan deambulando como si estuvieran vivas”. Por ejemplo, la idea de que el Estado (léase: gobierno, para fines prácticos) puede y debe garantizarnos ingresos mínimos a todos aunque nos dediquemos a una labor tan idiota como contar granos de arena en un desierto.

De ese tipo de ideas muertas se alimentan los modernos reaccionarios. Así es como sin darse cuenta han acabado por defender los intereses más conservadores envueltos en una cháchara de izquierda.

Los del campo, más reaccionarios que el padre Goriot de Balzac, sacan a relucir la más rancia xenofobia para exigir el cierre de las fronteras, aranceles a las importaciones de tales o cuales alimentos, tarifas e impuestos de favor porque “el campo no aguanta más” y necesita seguir vendiéndonos alimentos malos, escasos y caros.

El oligarca le da otra chupada al puro y sentencia: “¡Qué vergüenza, a este paso, por culpa de la globalización acabaremos comiendo tortillas hechas con maíz gringo!”. Pues sí, todo un pecado social.

¿Qué sigue?, ¿una protesta masiva para exigir que en México sigan altas las tarifas telefónicas y que el pollo siga teniendo aranceles de 98 por ciento y jamás baje de precio?

(*): Analista político mexicano.

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