Los musulmanes no beben
Chávez al regresar, eufórico por todos los homenajes que lo hacen considerarse como lo dicen sus acólitos, el “líder de la revolución mundial” y por tanto “Venezuela está a la cabeza del escenario planetario.” No me estoy burlando del autócrata. Estas expresiones las puede encontrar en el suplemento Barrio Adentro que circula encartado los sábados en UN (2/9/6).
En el escuálido acto de ese día el señor Chávez se jactó de todo. Proclamó que instaurará el “socialismo” y planteó el discurso en términos tales como que si en nuestro país la confrontación fuese socialismo versus capitalismo. Esto forma parte de sus fantasías. El quisiera que esto fuera verdad. En esto lo acompaña en búsqueda de uno de los mecates de Zapata Brito García quién llegó a escribir que el que no quiera el socialismo que se apee. Lo que existe en Venezuela es un descarado capitalismo de Estado apoyado por los ingentes recursos provenientes de los hidrocarburos y de los que recauda el señor Vielma Mora. Y desde el punto de vista político e institucional una autocracia con rasgos parecidos a las del siglo XIX y XX.
Este autócrata colocó la política internacional de Venezuela, en una zona de peligro, a la zaga de países donde el terrorismo y las teocracias están en ejercicio de poder. Sus alianzas no son con la comunidad democrática internacional. Le gusta Bielorrusia, la única dictadura de Europa. Le fascina el Irán o Siria. Le atrae el mundo musulmán donde no se bebe, creo que entre sus barbaridades no pretenderá cambiar nuestras costumbres, en la misma forma como tergiversa la historia y aspira a reelecciones indefinidas que cuando arribe el año 2030, a dos siglos del inicio de la era republicana , él todavía esté gobernando.
Un gran frente nacional contra el autoritarismo y el continuismo es lo que encarna Manuel Rosales. Un frente lo más amplio posible que le dé garantías de gobernabilidad a los 26 millones de venezolanos. Crear un país donde no exista la discriminación y la persecución políticas ni de ningún género. Un país de ciudadanos libres con una base de funcionamiento democrático y en el cual la lucha contra la pobreza se fundamente en la creación de riquezas.
Las arbitrariedades del autócrata serán derrotadas el 3 de diciembre. Crece la esperanza y lo que es más importante crece la unidad de una fuerza de poder con objetivos claros.