Los terceros secretarios
En diciembre de 1991 un grupo de 20 profesionales venezolanos ingresamos por concurso de oposición al Ministerio de Relaciones Exteriores, el G-20 como se nos dio a conocer, iniciaba así una larga carrera de servicio público de casi catorce años.
En los años siguientes, 1992, 93 y 94, durante el tiempo de nuestro servicio interno, iniciamos, gracias a nuestro número y a nuestra estratégica ubicación en las distintas direcciones del Ministerio, lo que un Embajador venezolano, escritor y profesor universitario que para aquel momento era miembro de la comisión reestructuradora de la Cancillería, denominó como la revolución de los COMACATES del MRE.
Convocamos asambleas públicas, remitimos pliegos de quejas al Canciller así como a los Directores de su Gabinete, Recursos Humanos y también al Jurado Calificador del Ministerio. Esas notas manifestaban nuestro derecho a participar, a rechazar el abuso de poder de algunos Embajadores y Directores Generales y en general a invocar la Ley del Servicio Exterior y demás normas del ordenamiento jurídico válido y que considerábamos violadas.
El G-20 se hizo famoso en todo el servicio diplomático venezolano, en Caracas y también en el exterior. Para algunos, como el Embajador arriba citado, éramos una especie de reserva moral, jóvenes revolucionarios, defensores de los derechos y de la carrera diplomática, para otros éramos una molestia, un estorbo, unos jóvenes alzados a los que deberían parar el trote.
Con ese ánimo fuimos convocados por la Dirección de Personal para recordarnos que no habíamos sido ratificados – según la antigua Ley de Carrera Diplomática de 1961, los profesionales de la diplomacia venezolana ingresados después de ganar concurso público de oposición, los nuevos Terceros Secretarios, deberían esperar a ser ratificados por el Jurado Calificador de la Cancillería después de dos años de servicio en Caracas – ; con esa arma se nos trataba de amedrentar e intimidar. Nuestras críticas a los abusos de poder, en favor de la igualdad de derechos y la transparencia en los nombramientos indiscriminados en el exterior y, en general, nuestro llamado a ejercer la participación y la unidad de los débiles en la relación laboral, parecía no gustar a los superiores jerarcas, a algunos Embajadores y Señores Directores.
Nuestro grupo de Terceros Secretarios nunca se rindió, tal vez pudimos aprovechar la coyuntura nacional para hacer escuchar nuestra voz. Nuestra presencia en Direcciones claves como la de Personal, Administración, Dirección General (Viceministerio), e inclusive el Despacho del Canciller, nos permitió acceso a los más altos niveles de poder que supimos utilizar en nuestra campaña, en nuestra localizada revolución.
Esa Revolución que ocurrió desde 1002 hasta 1994, del G-20, del grupo conocido como los COMACATES del servicio diplomático nacional, se siente reeditada en el activismo de los Terceros Secretarios de concurso que hoy trabajan en la Cancillería y es a ellos a quienes quiero elevar un reconocimiento y sumarme a la defensa que de sus esfuerzos hacemos algunos de los que trabajamos en este servicio.
Los Terceros Secretarios, los Segundos Secretarios y nosotros los Primeros Secretarios, los Secretarios de este Despacho, funcionarios la mayoría de carrera, ingresados por concurso de oposición, ciudadanos venezolanos todos, profesionales universitarios – algunos con dos títulos de pre-grado – con Maestrías y Especializaciones e inclusive muchos de ellos, profesores universitarios con edades comprendidas entre los 26 y 28 años y los 38 y 40 años, con experiencia de cuatro a cinco años o de trece a catorce años de servicio en el Ministerio de Relaciones Exteriores, estamos tanto hoy, como lo estuvimos en 1992-94, preparados para elevar nuestra voz de protesta, hacer efectivo nuestro derecho a invocar la democracia participativa y ofrecer nuestro consejo y trabajo para las más acuciosas responsabilidades. Hasta este momento no habíamos tenido los Secretarios la oportunidad de expresar nuestro conocimiento a través de los puestos gerenciales. Sin embargo, el cambio ya se hace sentir y desde hace unos meses algunos estamos asumiendo esa honorable responsabilidad.
Los Secretarios del Despacho, los antes descritos estamos capacitados para entender y asumir el compromiso político necesario y la responsabilidad de participación en los cargos de jefatura de división, dirección de línea, direcciones generales e inclusive como Jefes de Misión. ¿Qué otra mejor credencial se nos puede pedir que la del compromiso con la República, con la defensa de nuestra democracia y la promoción de los logros de la misma en beneficio de la mayoría de los venezolanos en todas las latitudes de este mundo, en cualquier foro internacional al que se nos exponga o nos corresponda participar?
La Cancillería del 92,93, 94 recibió y escuchó a un G-20 que venía a sumarse a la revolución en contra del abuso, la arbitrariedad y la rigidez vertical del jerarca superior contra el inferior. Se sentía en nuestra casa la necesidad de la democracia participativa. Nosotros asumimos en aquel momento el riesgo de rechazar el status quo. La coyuntura nacional no podía dejar de sentirse dentro de los muros de la Casa Amarilla y allí la llevamos nosotros, por eso hoy, debemos sumarnos al activismo de nuestros compañeros secretarios, unir fuerzas para hacer mejor servicio, para que en conocimiento de nuestro proceso político, podamos hacer mejor política exterior. Hoy somos mas que ayer, pronto contaremos con 100 secretarios más. Nuestra institución crece al ritmo de los compromisos internacionales de la República, la Cancillería tiene hoy cinco Despacho de Viceministros divididos por aéreas geográficas con responsabilidades para todas los asuntos. Como bien dice la Viceministra para Europa, Delcy Rodríguez Gómez, el crecimiento del Ministerio de Relaciones Exteriores debe tomar la nueva estructura muy en cuenta y fortalecer esta división con mas recurso humano, ese crecimiento estructural debe ser directamente proporcional al crecimiento en funcionarios. Bienvenidos los nuevos Terceros Secretarios.
(*): Primer Secretario.
