Opinión Nacional

Los valores del ambiente

Para la doctrina demócrata cristiana, la dimensión
ambiental en de importancia fundamental en el diseño,
elaboración y propuesta de políticas públicas para el
progreso y el desarrollo de nuestros países, sustentado en
nuestros principios fundamentales de defensa de la
dignidad de la persona humana, la búsqueda permanente del
bien común y la perfectibilidad de la sociedad. Por
contraposición a ello, el Socialismo del Siglo XXI nos
propone un modelo de desarrollo no sustentable, sostenido
por una irracional e incapaz explotación de los recursos
naturales, que solo persigue la obtención de beneficios
económicos inmediatos y temporales, si que nada les
importe el daño que están causando a la calidad de vida de
las futuras generaciones, olvidando que los valores del
ambiente y elementos que lo conforman son patrimonio común
e irrenunciable de la humanidad. Ejemplo de esto último es
el faraónico proyecto del gasoducto del sur, que acabará
con buena parte de uno de los principales pulmones del
planeta y que los venezolanos tenemos en la Gran Sabana, o
la destrucción causada por la minería al sur del país,
acabando con nuestras principales reservas de agua dulce;
o la lemna que sigue cubriendo el Lago de Maracaibo, que
no ha podido ser controlada por la erráticas políticas
ambientales del gobierno, solo por mencionar algunos casos
emblemáticos.

Por el contrario, los demócrata cristianos creemos que en
esencia, una de las claves del desarrollo es procurar
asegurar un crecimiento sostenido y sustentable con
equidad. Para ello valora la iniciativa privada y estatal
que conduzca al crecimiento del producto nacional, la
conservación y mejoramiento del medio ambiente con el fin
de asegurar la sustentabilidad del desarrollo, el rol del
Estado como garante del bien común y la participación
activa de la comunidad organizada. Es así como la
Democracia Cristiana postula la solidaridad
intergeneracional, en el tiempo y en el espacio, para que
los que están por venir tengan la posibilidad de construir
un mundo mejor, promoviendo el avance hacia niveles
superiores de calidad de vida, sobre la base del
desarrollo sustentable.

Para ello es necesario que en el proceso de
aprovechamiento de los recursos naturales y del
ambiente, vale decir, el uso y explotación de sus
recursos, se tenga debida cuenta de los equilibrios
ecológicos, de modo tal de asegurar la permanencia de los
servicios que prestan a la humanidad, buscando al mismo
tiempo su mejoramiento. A esto hay que agregar que cuando
no es posible la renovación de un recurso, es necesario
que su utilización total vaya aparejada de los
correspondientes esfuerzos que permitan su sustitución por
alternativas que, a su vez, respeten el necesario
equilibrio entre el hombre y el ambiente.

En definitiva resulta impensable la presentación de
cualquier propuesta programática socialcristiana, que deje
de lado los temas ambientales, si realmente estamos
haciendo propuestas para el verdadero progreso económico,
social y cultural. Tal como lo señala la Organización
Demócrata Cristiana de América (ODCA), ?Los Humanistas
Cristianos tenemos un compromiso con el medio ambiente
distinto en esencia al propugnado por el humanismo laico,
el marxismo o el ecologismo, ya que la responsabilidad de
la Creación ha sido asignada al ser humano y no responde
sólo a consideraciones de supervivencia o respecto al
sometimiento del hombre sobre la naturaleza?.

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