Opinión Nacional

Maduro ayuda a evidenciar el fraude

Hay una serie en la TV por cable que se llama LIE TO ME (Miénteme), basada en las interpretaciones del protagonista, psicólogo, de lo que dicen con palabras y gestos los sospechosos que interroga en cada caso criminal. A menudo las palabras incriminan más cuando se trata de esconder la realidad tras ellas, también hay gestos y actitudes que reflejan que lo que se está diciendo no es verdad, tics, movimientos de las manos o los ojos, poses de perdonavidas que pretenden esconder el temor de quien miente, a ser descubierto y por ende, juzgado por sus malas acciones, que en vano trató de disimular.

Maduro, que es un pésimo orador, no tiene el bagaje cultural que le permita improvisar con inteligencia y verosimilitud, en lugar de hablar poco habla demasiado, cuando debe sonar moderado grita de forma que resulta incoherente y molesta, mientras más habla o grita, más errores comete, no sólo gramaticales o de escolaridad básica, sino vinculados a los sucesos contemporáneos a los que menciona de manera sesgada, olvidando que todos en la audiencia los conocen -por ser demasiado recientes- y pueden detectar toda adulteración que él produzca irresponsablemente. Hizo un interesado recuento de los sucesos del 11 al 13 de abril del 2002, dejando fuera los elementos primordiales de esa lamentable jornada; Que un millón de personas marcharon para repudiarlo, la Masacre en la avenida Baralt (con pistoleros y francotiradores en un área bajo el control absoluto del régimen), el anuncio formal de la Renuncia que le fue solicitada a Chávez, la cual acectó (sic) en boca de Lucas Rincón, y la participación valiosa e imprescindible para el retorno de Chávez al gobierno, del general Isaías Baduel, hoy proscrito de la historia oficial, habiendo sido el “héroe” del 13. Contar las historias amputándoles partes esenciales, delata al mentiroso contumaz.

Una de las características del fascismo, que tiene muchas variantes pero mantiene esos elementos comunes, es la de idolatrar al pasado mientras desprecian al presente y tratan de frenar al futuro. El chavismo ha dado muchas muestras de su condición fascista: el empeño en militarizar al país y uniformar a la población (no sólo en el color de la vestimenta, sino en la homogeneidad del pensamiento y la obediencia incondicional a las órdenes del amo), la sistemática tendencia a reducir la realidad a una versión simplificada que sólo contenga dos partes, buenos y malos, proletarios y burgueses, revolucionarios y pitiyankys, antiimperialistas y lacayos de la CIA, y en base a esa división hecha a la medida de las mentes más vacías, vulnerables y manipulables, hacer la diferenciación entre los patriotas (el exagerado nacionalismo es patrioterismo con xenofobia) y los otros, que no serían adversarios sino enemigos, animalizados, satanizados, convertidos en lo que se debe pulverizar, eliminar, exterminar, inclusive llegando al extremo de organizar sus identidades en una Lista (Tascón) para facilitar las tareas del Apartheid que en la praxis llevan a cabo. Por supuesto, se sobreentiende que siempre se consideran no sólo los mejores, los puros, los poseedores de la Verdad única y la Razón valedera, sino también afirman y necesitan ser la Mayoría, para dominar a la sociedad desde los dos flancos, el cualitativo de su superioridad moral, y el cuantitativo de su superioridad numérica. Por ello, desde su esencia fascista (que le viene de sus cursos castristas en La Habana), Maduro vuelve a mentir, y descalifica, amenaza, agrede a los opositores, pasando por alto que son -por lo menos- la MITAD de la Nación, de acuerdo a los cómputos de ese CNE que está siendo cuestionado, y de forma prepotente y contradictoria dice tener el respaldo “de un pueblo y unas Fuerzas Armadas”, dejando claro que en su muy fascista visión, todos los que no apoyen el proyecto chavista (que es eminentemente castrista, ergo estalinista) no pueden considerarse pueblo, y desde esa idiota perspectiva él se engaña a sí mismo con el espejismo de que el pueblo y las FFAA lo apoyan, partiendo de la premisa, innegablemente Fascista, de que no son parte del pueblo ni los ciudadanos civiles ni los militares que no sean chavistas. Desde luego que esa aberración pudo sostenerse en la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, porque en los años 30 y los primeros tres años de los 40, la mayoría de esos dos países vergonzosamente respaldó los proyectos totalitarios que esos “líderes” jefaturaban, pero no ocurrió así con Chávez, y mucho menos con el inepto sucesor que escogieron en La Habana. Más de la mitad de los venezolanos los rechaza (las cifras oficiales del CNE no lo reflejan, por ello se las cuestiona y se exige Revisión de todos los recaudos), y en esas circunstancias es patético afirmar que se tiene “a un pueblo y unas FFAA”.

Quienes viven en el pasado, rasgo de los fascistas, se mueven con dificultad en el presente, y no terminan de internalizar y aceptar los elementos del presente. Por ello, se niegan a reconocer los profundos cambios que tuvieron lugar en el espacio geopolítico que ocupaban la URSS y la China maoísta (no en balde Chávez seguía añorando a Stalin y a Mao, aunque visitara la Rusia de Putin y la China de Jiang Zemin, ambas potencias ya regidas por el Capitalismo más salvaje. Y Maduro quedó estancado en la Cuba de los 80, esa en que absorvió el dogmatismo castrista mientras vivió allá, y es incapaz de abrir los ojos a la nueva realidad cubana que, aunque en dictadura, ahora es dirigida por el hermano del mito, menos dogmático y más pragmático, que promueve cambios para superar ese desastroso Colectivismo que los mantiene dependiendo de la generosidad de quienes los puedan sostener en su terrible inercia parasitaria, (pero Raúl no puede soltar los recursos de esta neocolonia, pues son lo que le garantiza que mientras implementan el capitalismo Salvaje y la Transición en Cuba, su Nomenklatura mantenga el control social y el creciente descontento social no se los lleve en los cachos). Con el pasado como marco primordial de preferencia, los estalinistas de todo cuño estarían felices en el siglo 19, cuando no habían ocurrido los fracasos de todos los experimentos socioeconómicos que, con el sello marxistoide, se sucedieron en el mundo, y que hoy son la referencia obligada para demostrar, con rigor científico, que por esa ruta sólo se logran la ruina y la pérdida de las libertades. La Globalización y todos los factores que la han hecho posible, comunicaciones de sonido e imágenes al instante, desde y hacia cualquier rincón del planeta, atentan contra la politiquería, los atropellos y las incoherencias de todo régimen que pretenda violar las leyes y la lógica. Millones de cámaras y oportunas transmisiones, registran lo dicho y hecho, de modo que pretender desdecirse, negar lo pronunciado o cometido, choca contra las múltiples evidencias que ya la mayoría ha conocido, en este mundo actual, al que son alérgicos todos los gorilas y sus tontón macoutes, sean milicianos, funcionarios o sapos civiles.

Significativo que el lunes 15 haya asumido la actitud guapetona de aceptar de viva voz que se efectuara el Conteo de todo, para recular al día siguiente (interesante sería saber quienes le recomendaron u ordenaron echarse para atrás, y encima pretender que nadie se enteró de lo que fue grabado y transmitido por radio, TV y prensa en papel y electrónica). Y muy hipócrita el contraste entre sus arengas de lunes a jueves, llamando burguesitos apátridas, a los opositores (nada menos que más de la mitad del país), para transmutarse en Teresito de Calcuta en la Juramentación Express de la AN, y llamar al diálogo, expresando que reconocía y respetaba a los 7 millones (son más, Nicolás, tú sabes que son muchísimos más) que votaron “por un candidato distinto”. Y nuevamente surgen su analfabetismo y su fascismo; En términos aritméticos, sigue teniendo problemas de aceptación de una cifra que no refleje a una minoría (pulverizable), en términos discursivos es obvio que soltó esa frase civilizada, para el consumo de los Jefes de Estado y demás representantes de países que asistieron a esa ceremonia, en lugar de persistir en llamarnos burguesitos apátridas oligarcas y golpistas. Se le habría enredado más el papagayo, al intentar descalificar en esos términos a una -reconocida en los cómputos del brazo electoral del régimen- MITAD del país, que ejerciendo sus Derechos y basada en lo que el marco legal establece, solicita la revisión total de los recaudos de los cuales el CNE obtuvo esos resultados que esa mitad cuestiona, aportando además documentos (papeles, fotos, videos, etc) probatorios de más de TRES MIL IRREGULARIDADES, que presumimos son DELITOS ELECTORALES. Lo bruto emana de esa boba referencia a un candidato distinto ¿?, nuevamente lo delata su necesidad de procurarse un entorno sin disidencias ni alternativas.

Los que perpetraron los dos GOLPES MILITARES del 92, y los que los celebran cada año como proezas, pasando por alto que fracasaron, dejando decenas de muertos, heridos y destrucción, mal pueden seguir llamando golpistas a quienes actúan democráticamente, respetan la Constitución y las Leyes, escogen su candidato en libérrimas PRIMARIAS, participan en elecciones, obtienen muchísimos votos (no como en Cuba, donde Fidel antes, ahora Raúl, logran el 100%), y solicitan revisión total del proceso ejerciendo su derecho Constitucional. Correa, el payaso de Ecuador, se entromete en este delicado asunto, como asistente de “Mentira Fresca” y declara: “No permitiremos que el golpismo consiga lo que no logró en las urnas”. Nos llama golpistas y además adelanta desde muy lejos el resultado de una Revisión que aún no comienza. UNASUR no sólo se extralimitó al aceptar esos resultados que rechaza al menos la mitad del país, sino que específicamente se hace cómplice de la maniobra del régimen madurista para desviar la atención respecto del RECLAMO sobre los resultados del CNE, y enfocarla en 7 presuntos crímenes del lunes 15, que pretenden endosarle a la Oposición, mientras la Inseguridad durante los primeros 14 años del régimen que ellos respaldan ya se cobró 170.000 vidas, y desde que su torpe protegido ha estado a cargo, han ocurrido 4.000 crímenes, y los irresponsables de UNASUR piden que se aclaren las cortinas de humo rojas (que incluyen CDIs “destruídos”, milagrosamente recuperados y como nuevos en horas, según afirma la Defensora del régimen, una de las funcionarias más cínicas. Es, en versión mediocre y chavista, la quema del Reichstag por los nazis, en 1933).

En México, Calderón para tomar posesión tuvo que esperar dos meses de revisión, exigida por López Obrador, apoyado por Chávez, quien desconoció a Calderón, pública y oficialmente. Aristóbulo Istúriz, Arias Cárdenas y Liborio Guarulla lograron recuperar sus cargos luego de un Recuento de Votos. Los miembros de UNASUR son cómplices de esta pantomima apresurada, Proclamación en 16 horas, Juramentación en menos de 5 días, con Reclamo formal pendiente de resolverse. ¿Cómo quedan si la Revisión demuestra que Capriles es el Presidente electo por la mayoría? ¿Cómo justifican ante sus pueblos esa imprudencia? Es imposible que no tengan acceso a la información completa y veraz que sus funcionarios diplomáticos y asistentes cercanos han debido darles a conocer, no sólo la versión chavista -que adultera la realidad y parte de la Tautología de que los resultados del CNE son los únicos resultados aceptables, porque emanan del CNE que es la autoridad en materia electoral en Venezuela. Quien más nos sorprende es Piñera, el que no tiene compromisos ideológicos ni se beneficia de los guisos que reparte el chavismo para asegurarse adhesiones y complicidades. Todavía están a tiempo algunos de ellos, para empaparse de la documentación que respalda la solicitud de Revisión del proceso que cuestionamos, y en consecuencia sumarse a la exigencia de Transparencia y Rectitud en el manejo de esta particular situación. Se entiende que las FARC y NorCorea respalden al Ilegítimo Maduro, y considerando ese nexo con dos de las peores manifestaciones de atraso y criminalidad que dañan al orbe, los presidentes que se mantienen en el marco de la Democracia, la Modernidad y el respeto a las leyes, deberían asumir una posición más acorde con ese compromiso ético.

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