Opinión Nacional

Majadería monopartidista

La vocación monopartidista del presidente Hugo Chávez Frías parece no tener límite. Su anuncio de la materialización política de la reelección presidencial ilimitada, denuncia la pretensión de perpetuarse en el poder, según la pauta el sistema “democrático” egipcio, tan a gusto de la política exterior estadounidense.

Hosni Mubarak (1928) lleva veinticinco años ejerciendo la presidencia de Egipto, tras sucesivas reelecciones, desde que asumió el poder el 14 de octubre de 1981, siendo vicepresidente, tras el asesinato de su predecesor, Anwar El Sadat, ocurrido el 6 de octubre de aquel año. Piloto militar (1949), corona su carrera de las armas como director de la Academia de la Fuerza Aérea, jefe de Estado Mayor y comandante de la Fuerza Aérea Egipcia y ministro de la Defensa, con el grado de general en jefe. Políticamente llega a ser líder del Partido Nacional Democrático de Egipto, y en esa condición ha llegado a tener un control absoluto del país, reelección tras elección, durante el último cuarto de siglo.

En Venezuela, la reelección indefinida no es más que una real majadería monopartidista, cuyo tiro puede reventarles por la culata. Ni Chávez ni el chavismo acomodado advierten la gran fatiga nacional que han cosechado durante casi ocho años de ejercicio abusivo del poder, corrupción y gasto dispendioso de los dineros públicos, incompetencia y arbitrariedades. Y como nuestro presidente es un atropellador nato, viene de su última gira internacional a amenazarnos con su reelección a lo Mubarak, precisamente cuando la sociedad venezolana muestra síntomas de agotamiento potencialmente desbordantes. La referencia más inmediata es el pasmoso pronunciamiento en contra de todo el estamento político nacional (chavistas, antichavistas, etc.) durante las alecciones parlamentarias del 4 de diciembre de 2005 (4D): 75% de abstención y 7% de votos nulos, oficialmente reconocido por el Consejo Nacional Electoral (www.cne.gov.ve), un a hecatombe política sin precedentes, entre nosotros.

La mayoría de los venezolanos y venezolanas no queremos vivir con los abusos y arbitrariedades del presente, ni en la remota aspiración de quienes añoran el poder perdido. Ese solo hecho configura una crisis de inmensas proporciones, porque el liderazgo del presidente Chávez comienza a debilitarse y la opción presidencial de Manuel Rosales apenas representa un vehículo para materializar electoralmente el fuerte rechazo que ha capitalizado el actual gobernante. Es decir, estamos ante un liderazgo unipersonal decreciente, el del presidente Chávez, y un liderazgo opositor insuficiente, en el cual descansa la posibilidad de crecimiento sólo como “mal menor”, a resignación de quienes le están apoyando.

Es una crisis lamentable, por su pobreza espiritual, política y programática. Basta toparse con los murmullos programáticos de Rosales, para constatar la improvisación y el anuncio oportunista de “ofertas” demagógicas o simplemente declarativas. Y cuando entramos al análisis de la obra del gobierno de Chávez y su oferta reeleccionista, no hacemos sino convencernos de su fracaso histórico, político y administrativo, bajo un aura de autoritarismo mesiánico, cada vez más alejado del potencial futuro democrático y realmente participativo de nuestro pueblo, en pleno siglo XXI.

No hay democracia sin alternabilidad. Dirán que “democracia burguesa”, pero no existe experiencia positiva de “democracia revolucionaria” con liderazgo único y exclusión de la pluralidad social y política. Ni Cuba, ni Libia, ni el Irak de Sadam Hussein, tanto como las dictaduras soviética, china o euro-oriental, pueden tenerse como modelos para el desempeño moderno, contemporáneo, de nuestras sociedades, por tantas razones como las hay para rechazar también los modelos “occidentales” de democracias ajustados a la preeminencia de los intereses de las corporaciones capitalistas transnacionales y, en general, de los factores capitalistas predominantes.

La no-reelección absoluta, con cinco o seis años de mandato constitucional, es lo más apropiado para esta Venezuela del siglo XXI, inmensamente más rica, humanamente hablando, que nuestros estadios vividos en las décadas de los años 40 y 70 de la pasada centuria. Atarnos a un liderazgo único –cualquiera sea- significa asfixiar potencialidades y propiciar la concentración y el abuso de poder.

Adicionalmente, la muerte es cotidiana advertencia de que ningún mortal es indispensable, a la hora de renovar y continuar la vida en sociedad, pues son los valores de vida y las estructuras institucionales, con sus relaciones de convivencia y retroalimentación, elementos básicos para el desarrollo de los pueblos. Incluso, el muy desagradable capítulo del estado de salud del presidente cubano Fidel Castro, demuestra cuanto se afirma, pues luego de 48 años de ejercicio ininterrumpido del poder, él mismo constata y hace lo posible por demostrar que nadie es indispensable, en la vida de los pueblos, y mucho menos a estas alturas del siglo XXI.

Las concepciones antidemocráticas del poder han sido superadas por las luchas de los pueblos en defensa de su dignidad. No escapan a esas exigencias contemporáneas, las “democracias” con devaneos autocráticos y excluyentes como la “democracia chavista”, que comienza a hundirse con su inmenso bolso de billetes y su “Lista de Tascón”.

La mayoría del pueblo venezolano no admite más atropellos ni manejos viciosos del poder. Es verdad que hay sectores que soportan y hasta disfrutan las palancas del poder autoritario y demagógico, pero no es lo que queremos los venezolanos y venezolanas del siglo XXI.

El país marcha en una búsqueda constante, a pesar de los fracasos acumulados que contrarían nuestra dignidad y nuestras potencialidades de nación hermosa, justa, libre y solidaria. Estas reflexiones no pertenecen a nadie, particularmente; están en las conversaciones de todos los días, dada la inconformidad existente con el mundo político conocido, como quedó demostrado el 4D. El mar de fondo del 4D va mucho más allá de las venideras elecciones presidenciales, y es lo que no atinan a ver los actores políticos del chavismo y el antichavismo. Puede ser que vuelvan a ser sorprendidos, el 3D. Ni Chávez ni Rosales son lo importante; más trascendente es imaginar un buen futuro y trabajar duro para convencer a la mayoría desorientada e inconforme de nuestro pueblo, para construir armoniosamente, sin exclusiones atropellantes, el futuro que nos merecemos.

EL CONFESIONARIO

• RAFAEL ALEMAN es el secretario de gobierno del Estado Cojedes, mano derecha del gobernador Yhonny Yánez Rangel, está empeñado en desmeritar a las jóvenes generaciones de periodistas que laboran en diversos medios impresos y radiales, en San Carlos. Públicamente, trata de descalificar a varias periodistas y de atropellar la dignidad del nuestro ejercicio profesional. Durante los VIII Juegos Deportivos del CNP, expresé mi solidaridad con las y los colegas agredidos por el despepitado funcionario público, quien no repara en su alta investidura para mentir y manipular en esa absurda batalla que se ha autoimpuesto.

• LA PARTICIPACIÓN en los Juegos de centenares de colegas periodistas de casi todas las regiones de Venezuela, me permitió compartir inquietudes con muchos de ellos y ellas, entre quienes encontré estimulante respaldo para mi postulación a la presidencia del Colegio Nacional de Periodistas, en las venideras elecciones. El eco solidario asocia mi postulación a la gestión gremial que encabecé durante el período 1996-1998, ejerciendo la presidencia del CNP, en conexión con las actuales necesidades de reconstrucción organizativa del CNP y su reposicionamiento en la sociedad venezolana, bajo criterios de amplitud, pluralismo y coresponsabilidad social en el ejercicio profesional. Regreso a Caracas, convencido de que las fórmulas gremiales motivas por discursos y obsesiones político-partidistas sectarios, tendrán como resultado un rotundo fracaso. La mayoría del gremio apuesta a la dignidad gremial y la unidad de acción para servir mejor a Venezuela, a la sociedad buena que nos estimuló en la formación intelectual y profesional universitaria, y nos cobija cada día con la valoración y estima por nuestro desempeño profesional. Depende del Consejo Nacional Electoral (CNE) y de la Comisión Electoral Nacional del CNP el definitivo establecimiento del cronograma del proceso electoral del Colegio Nacional de Periodistas, cuyas elecciones debieron realizarse en junio de 2000, por lo que llevamos seis años sin elecciones.

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