Opinión Nacional

¿Malo conocido?

Los refranes reflejan en buena parte nuestra esencia. Lo bueno y lo malo. Lo sublime y lo ridículo. Lo humano y lo divino. Y parte de nuestra esencia es, por desgracia, el subdesarrollo. El subdesarrollo que se introduce en nuestro ser desde la cuna, y parte del cual viene envuelto, justamente, en refranes.

He tocado el tema en muchos artículos, y en mi libro “El Anclaje del Subdesarrollo” (Fundación Andrés Mata, Caracas, 2002). Tenemos paradigmas que no hacen otra cosa que asfaltar el camino del tercermundismo, y no nos percatamos de ello.

Hace unos días, en una entrevista radial, me preguntaron que si yo prefería el “malo conocido”. El refrán completo reza: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¡Un país que piense así jamás saldrá adelante! ¿Cómo va a ser preferible quedarse con el malo conocido? Aunque no tengamos la certeza de que realmente encontraremos al bueno por conocer, ¿vale la pena quedarse con el malo?. ¿No es mejor, en cualquier caso, echar mano de otro refrán que dice “más vale estar solo que mal acompañado”? …¿Es inseguridad, desesperanza, imbecilidad? Yo creo que se trata de las tres cosas.

La mujer que se queda con el marido que le cae a palos, no es sólo porque teme que el que venga vaya a ser peor que el que tiene, sino por la inseguridad que le produce el temor de quedarse sola: “mejor con el que me pega que quedarme sola”. ¡Qué barbaridad!… Pero más barbaridad es percatarse de que en la realidad hay muchas que piensan así. De cualquier estrato económico. De cualquier condición social.

Quienes piensan por desesperanza que el malo conocido es lo mejor, pertenecen al grupo que cree fervientemente que América Latina es Macondo, y que como somos pueblos condenados a cien años de soledad, no tenemos otra oportunidad sobre la tierra. Ya Chile se deslastró de ese pensamiento, y Costa Rica va en el mismo camino. ¿Cómo es posible que nosotros en Venezuela, con todo el recurso humano y todas las riquezas naturales que tenemos, sigamos cargando el fardo de la desesperanza, y nos conformemos con el malo conocido? ¿Hasta cuándo?…

La inseguridad y la desesperanza son en cierta manera excusables. Pero la imbecilidad no. Piense por un segundo, por ejemplo, que su hijo tiene un profesor muy malo, que le enseña poco, que se equivoca, que lo confunde, y a pesar de todo ello, usted se diga que “más vale malo conocido”, que cambiar de profesor, o cambiar al niño de colegio. ¡Eso es una soberana imbecilidad!. ¡Usted tiene que salir a buscar el bueno por conocer, que de seguro está más cerca de lo que usted se imagina!. Y si no lo encuentra fácilmente, búsquelo hasta por debajo de las piedras, porque “el que no busca, no encuentra”.

¡Tome los refranes conocidos y buenos, y piense que ya basta de malos conocidos!. ¡Busquemos el bueno por conocer!

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