Opinión Nacional

Manzanas podridas

Los últimos rounds del caso del magistrado Luís Velásquez Alvaray, son señal inequívoca del grave deterioro institucional causado por el “proceso” chavista. El resquebrajamiento ético y moral de quienes están gobernando ya no se puede ocultar. Se ha entronizado una descomposición que se extiende como la verdolaga a todos los estamentos de la estructura del Estado. A esto ni siquiera escapa el rimbombante e inútil Poder Ciudadano.

Ahora bien, los casos más sonados, como el asesinato del fiscal Anderson, el central azucarero Ezequiel Zamora, de Barinas, y, ahora, la destitución del magistrado Velásquez Alvaray, involucran a las instituciones integrantes del vértice del poder: la Fiscalía General de la República, el Tribunal Supremo de Justicia, la Contraloría General, la Fuerza Armada, el Ejecutivo Nacional. Ninguna actúa con apego a sus funciones y responsabilidades, establecidas en la Constitución Nacional. Por el contrario, casi todas han enterrado la cabeza (como el avestruz) en un silencio sepulcral, en un mutismo contemplativo, con objeto de no dar explicaciones, no asumir responsabilidades. No aplicar las sanciones y correctivos esperados por los venezolanos.

La única excepción de esta mudez ensordecedora, es la del fiscal general Isaías Rodríguez. Cuyo desempeño no puede ser más lamentable, escurridizo, melindroso, confuso. Lejos de aclarar las cosas, cuando habla, las embrolla más y más. Hasta la fecha, la Fiscalía no ha resuelto ningún “cangrejo”. Estos, envejecen en las tenebrosas mazmorras de la justicia, para, de cuando en cuando, dar señales de vida, causando alguna fugaz estridencia.

Pero, los retorcidos y grasientos hilos de la tupida telaraña de la corrupción, no permanecen en esas instancias. La podredumbre inunda todos los niveles de la administración pública. No hay hueso sano en el reino envilecido del teniente coronel. Ningún “adorador” de Chávez se quiere quedar a la zaga. Si roban los de arriba, por qué no lo van a hacer los funcionarios medios de gobernaciones y alcaldías. Total la piñata petrolera da para eso y mucho más. Sino, pregúntenselo a Evo Morales, Kirchner, Lula, Tabaré Vázquez… A fin de cuentas, como siempre, el más perjudicado es el pueblo venezolano; el cual gracias a esta política del latrocinio, la demagogia y al ego infinito de Chávez, solamente le llegan las migajas, repartidas en forma de Misiones. El grueso del ingreso petrolero va a parar a los bolsillos de los nuevos ricos revolucionarios y, por supuesto, a los gobiernos “amigos” del Presidente.

Este flagelo, conjuntamente con la ineficiencia gubernamental en implementar programas de atención a las ingentes necesidades de los pobres, representa el lado flaco del gobierno. Su punto débil, por donde se van a ir las costuras de este sainete de movimiento de “liberación”. Seguramente, la zafra de los boina roja, guarda -en su razón de ser- similitudes con la “piñata” de la revolución sandinista. Derrotados en las elecciones, robaron hasta el cansancio (éste fue uno de los logros de la presencia del presidente Carter allá), con la excusa de prepararse para lo que les sucedería al dejar el poder poder.

La sensación de temporalidad en sus cargos es un sentimiento generalizado en los líderes del chavismo. No solamente por la inestabilidad anímica de su comandante, sino también porque ellos están concientes que este desastre no puede durar mucho. Entonces hay que apertrecharse para cuando venga la época de las vacas flacas…

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