Opinión Nacional

Mar Caribe vs. Mar Rojo

“No puede ser que a nosotros se nos notifique lo que vamos a hacer.
Eso lo aceptamos solamente de Chávez”.
Ismael García, Honorable Diputado del Parlamento. 6/2/06.

Quien siguió la Serie del Caribe por Venevisión se vio obligado a aguantar innumerables tomas de Gustavo Cisneros, dueño tanto del Caracas como del canal 4. Gustavo Cisneros “high-fiving” (chocando la palma de la mano en alto) con sus acompañantes, Gustavo Cisneros declarando, Gustavo Cisneros viendo el partido, Gustavo Cisneros saltando, Gustavo Cisneros bailando, etc. Eso, acompañado de frecuentes referencias melosas y adulatorias de los narradores y comentaristas sobre…Gustavo Cisneros. No sé cuál es la motivación del señor Cisneros para convertirse en producto y darnos un intensivo de exposición a su persona, pero seguramente superó por mucho los límites de “publicidad por emplazamiento” pautados por la Ley de Responsabilidad Social.

Salvando las distancias, y el factor entretenimiento en la que estaba inmersa, la hiperexposición del señor Cisneros fue casi tan abusiva como la que nos impone constantemente el presidente Chávez. Además de ser un modelo a escala del poder mal empleado y la adulancia que siempre lo acompaña es una indicación de los daños ocultos que está produciendo el estilo del gobierno actual, más allá de los puentes caídos, los hospitales colapsados y las casas que nunca se construyen. El deterioro generalizado del tejido social es el legado más grave y más duradero que nos va a dejar el chavismo.

Tenemos un Presidente que delinque y deja delinquir con la anuencia y colaboración de todos los poderes. A pesar de que la Constitución fue hecha a su medida.

Por si fueran pocas las infracciones cotidianas, como el uso descarado de bienes del Estado con fines partidistas, el Presidente mismo, en cadena nacional, confesó (más bien, se jactó de) haber violado la Ley de FIEM. No me lo contó un falso pero sincero psiquiatra gringo mandado por Bush. Hugo Chávez lo voceó frente a todo el país, sin presión indebida ni arrepentimiento. Ante su ejemplo, los aduladores subalternos parecen sentirse ya no sólo en el derecho sino en la obligación de hacer algo semejante. Ministros, gobernadores, alcaldes y todo tipo de etcéteras han dado un paso al frente y cometido su atropellito, humildemente.

Cuando, por esas cosas del destino, algún tribunal dicta una medida en contra del procedimiento acusan al juez de golpista (y lo destituyen sin fórmula de juicio) o no obedecen (como ha hecho, por ejemplo, el Ministro de Tierras con el Tribunal Supremo) o dicen que si se han equivocado rectificarán (como el Alcalde Mayor después de encabezar invasiones de apartamentos). Violar las leyes es tanto un gesto de pertenencia como una exhibición del poder y de la impunidad que proporciona estar con el Proceso.

La gente común y corriente, pro y anti, sigue la tendencia en la medida de sus posibilidades. No respetan los semáforos, actúan como si sólo la propiedad privada de ellos tuviera sentido, desobedecen cuanta norma pueden, se consideran la excepción a toda regla.

La ex vicepresidenta Adina Bastidas acaba de ser acusada por su ex asistente, Elías Eljuri, por apropiarse indebidamente de unos 25 mil dólares en viáticos injustificados y de violar los reglamentos del BID al contratar a su sobrino como asistente ejecutivo. Ella contraataca diciendo que durante los nueves meses que ejerció como asistente ejecutivo “Elìas Eljuri nunca rindió en el cargo, le llamamos varias veces la atención y su conducta era irregular”. Como no conozco personalmente a los funcionarios ni tengo la facultad del Fiscal General para medir el porcentaje de verdad en sus declaraciones, a falta de más pruebas, yo les creo a los dos. Sobre todo la parte que se refiere a la incompetencia. Si de algo tenemos ejemplos en este gobierno es de funcionarios incompetentes. La jefa de Eljuri esperó nueve meses, por confesión propia, para tomar una medida contra su inepto e irresponsable subalterno, lo cual da fe de su complicidad o incapacidad como supervisora. El ex asistente detalla que lo del sobrino fue en 1999-2000 y añade: “me fastidié de hacerle el juego de pasarle los viáticos falsos”. Por lo que dicen, parece claro que habían venido encubriéndose las faltas mutuamente hasta que algo impidió que la situación continuara.

Tengo pocas dudas de que el desenlace será una especie de empate, como cuando Juan Barreto y Freddy Balzán intercambiaron muy graves acusaciones de corrupción sin consecuencias visibles.

Por lo pronto, pese a Hugo Cisneros o Gustavo Chávez, la Serie del Caribe ha unido a la mayor parte de los venezolanos alrededor de un interés común; algo que no pasaba hace mucho tiempo. Mal resultado para el Chávez original, quien tanto esfuerzo ha puesto en conseguir la polarización. Ya debe estar preparando una Misión Moisés, para volver a dividir las aguas.

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